Operación «Guardián de las Murallas»
Lluvia de misiles sobre objetivos de Hamás en Gaza
Israel bombardea la Franja por tierra, mar y aire para frenar el lanzamiento de cohetes y destruir los túneles donde se esconden los líderes milicianos. La violencia se contagia a Cisjordania y las fronteras
A media tarde de este viernes, y ante los fracasados esfuerzos internacionales para mediar una tregua, llegaron nuevas imágenes de bombardeos masivos israelíes sobre la franja de Gaza. Ataques por tierra, mar y aire, así como incesantes lanzamientos de salvas de misiles desde la Franja sobre todo el sur de Israel. En los múltiples ataques sobre lanzaderas, túneles y sedes militares y civiles de Hamás, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) comunicaron la muerte de 25 milicianos de Hamás.
Desde el inicio de la operación «Guardián de los Muros» el lunes, se cuentan ya 122 gazatíes muertos –incluyendo 31 niños–, y más de 900 heridos. Del lado israelí, son nueve las víctimas mortales, y más de 560 heridos. El conflicto está lejos de acabar. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, indicó hoy que la ofensiva «no ha terminado todavía», una vez que se conoció el rechazo de Israel al alto el fuego propuesto por Egipto.
El enviado especial de Joe Biden para Israel y Palestina, Hady Amr, aterrizó hoy en Tel Aviv para «intentar impulsar la calma, y reconocer el derecho de autodefensa de Israel». «Ambos pueblos merecen libertad, seguridad, y prosperidad», señaló la embajada de EE UU en Jerusalén.
En la madrugada del viernes, las FDI mandaron una sorpresiva alerta: «Tropas aéreas y terrestres están bombardeando Gaza». Apenas horas antes, el portavoz de la Armada, Hibai Zilberman, aseguró que decenas de tanques y brigadas adicionales de infantería estaban esperando la orden para la invasión terrestre de la Franja. Pero tras un compás de extrema incertidumbre, parecía que el fuego terrestre se limitaba a duras ráfagas de artillería desde la frontera.
Según recogía la Prensa hebrea hoy, se trató de una posible maniobra de distracción. Al recibir la alerta, los milicianos de Hamás desplegados al norte del territorio se refugiaron bajo tierra, en la red de túneles cavados por los islamistas. En un corto periodo de tiempo, la aviación israelí alzó simultáneamente a 160 cazas, que lanzaron el ataque más masivo sobre el enclave desde el inicio de la operación militar. «Vivimos este infierno durante más de media hora, fue la noche más violenta», alertaban estremecidos residentes de Gaza, cuyos vídeos en redes sociales mostraban incontables bombas destruyéndolo todo a su alrededor. Las FDI confirmaron que se dispararon 450 misiles desde el aire sobre 150 blancos al norte del enclave, esencialmente en la urbe de Beit Lahiya y sus aledaños.
Zilberman lo calificó como «un gran logro estratégico», ya que causó estragos entre las filas islamistas. Desde Hamás, clamaron: «¿Cómo es posible que mujeres y niños sean blanco de la ocupación?». Las FDI respondieron: «Los túneles atacados estaban junto a una guardería y una mezquita, probando una vez más que Hamás coloca deliberadamente su armamento en zonas civiles densamente pobladas».
Además de la ofensiva aérea, tanques, cañones de artillería y efectivos de infantería dispararon sobre operativos islamistas, para neutralizar lanzaderas y misiles anti-tanque. Finalmente, el portavoz militar achacó a un «fallo de comunicación» la alerta sobre la ofensiva terrestre. Por ahora, las botas de los soldados israelíes siguen sin pisar territorio enemigo. Aunque hoy, el Ejército israelí insistió en que «tiene intención» de llevar a cabo una ofensiva terrestre: «Estamos preparados».
Desde la vecina Ashkelón, los residentes locales comprobaban los daños sobre viviendas, vehículos y comercios fruto de los más de 160 proyectiles lanzados desde Gaza durante la madrugada. En Sderot, los familiares que acudieron al funeral de un niño que murió por el impacto de un misil, tuvieron que correr a refugiarse por renovados lanzamientos. A pesar de la alta efectividad de la batería antiaérea «Cúpula de Hierro» –que neutralizó casi el 90% de los más de 1.600 misiles–, varios analistas apuntan que el exceso de confianza de algunos ciudadanos, que no siguieron las instrucciones del comando civil, pudo resultar mortal. «Mi hija se estaba duchando, sonó la alarma, y nos metimos al refugio», dijo Haim, mostrando el impacto directo sobre el lavabo de su casa en Sderot. «Deseamos el bien del mundo. Ahora, toca seguir viviendo», afirmó. En este poblado fronterizo, llevan 20 años bajo fuego de misiles y morteros.
En la previa del «Día de la Nakba», en que los palestinos recuerdan la expulsión y huida de sus casas tras la independencia de Israel en 1948, miles de palestinos de Cisjordania marcharon hacia «checkpoints» en los accesos de grandes urbes como Ramala o Hebrón, donde se desataron violentos enfrentamientos con soldados israelíes. Esta región se mantuvo relativamente calmada tras el estallido de Jerusalén, en parte por la represión policial de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ante el temor de que Hamás ocupe su terreno. Pero la juventud respondió masivamente a los llamados de los islamistas a confrontar al Ejército israelí. Desde Cisjordania, el ministerio de Sanidad palestino informó de la muerte de diez manifestantes por balas israelíes, y más de 500 heridos.
Además, desde Jordania se organizó una espontánea concentración junto a la frontera con Israel, en la que cientos de personas mostraron solidaridad con los palestinos. Lo mismo ocurrió en el límite con Líbano, donde decenas de personas se acercaron a la frontera portando banderas palestinas y de la milicia chií Hizbulá. Lograron traspasar la verja en la fronteriza localidad hebrea de M etula, y soldados de tzahal dispararon para amedrentarlos.
Un manifestante murió, y Hizbulá confirmó que pertenecía a la organización. Ante sospechas por presencia de milicianos armados, las FDI se mantuvieron en alerta máxima toda la noche. Se exigió a los residentes de la zona permanecer encerrados en sus hogares. En Lod, epicentro de la violencia interétnica, la «Guardia Fronteriza» mantuvo las patrullas callejeras ante renovadas escenas de caos. La masiva presencia policial no logró detener los enfrentamientos armados entre jóvenes árabes y judíos. La situación es catalogada como «anarquía» en los telediarios .
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