Asia

Opinión

China, en busca del error de Taiwán

Si EE UU abandona a los taiwaneses a su suerte, no sólo será el fin de Taipéi, sino una catástrofe para los países asiáticos que resisten la presión del gigante comunista

Las fuerzas militares de Taiwán realizan simulacros de antidesembarco durante las maniobras militares anuales Han Kuang, cerca de la ciudad de Nuevo Taipei, en Taiwán
Las fuerzas militares de Taiwán realizan simulacros de antidesembarco durante las maniobras militares anuales Han Kuang, cerca de la ciudad de Nuevo Taipei, en TaiwánlarazonAgencia AP

Tras la visita del presidente Joe Biden a varios países asiáticos (Japón, Corea del Sur, etc.), la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, visitó esta semana Taiwán, uno de los puntos más peligrosos en cuanto a posibles conflictos armados, ya que la reivindicación china de esta isla la sitúa en conflicto (casi) abierto con Estados Unidos. Es el tercer personaje estadounidense de más alto rango quien visita el archipiélago en 25 años. Su visita podría haber sido la del jefe de la Casa Blanca. El efecto es el mismo en el estado de ánimo del Gobierno de Pekín, que considera a Taiwán como una parte de su territorio que hay que reunificar, por la fuerza si es necesario. Por ello, rechaza cualquier iniciativa que dé legitimidad internacional a las autoridades taiwanesas. La semana pasada, en una entrevista telefónica con Biden, el presidente chino Xi Jinping ya había pedido a Estados Unidos que «no juegue con fuego».

Desde el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre China y Estados Unidos en 1979, Washington sólo ha reconocido a un Gobierno chino, el de Pekín, al tiempo que ha seguido apoyando a las autoridades taiwanesas, sobre todo mediante importantes ventas de armas. Estados Unidos también practica la «ambigüedad estratégica», una postura diplomática en la que se abstiene de decir si defendería o no militarmente a Taiwán en caso de invasión, aunque últimamente Biden parece estar dispuesto a intervenir por si acaso. La isla taiwanesa es un símbolo del apoyo de Estados Unidos a un régimen democrático asiático frente a Pekín. Si Estados Unidos abandona a Taiwán a su suerte, no sólo será el fin de Taipéi, sino una catástrofe para todos los países asiáticos que, con el apoyo de Washington, resisten a la influencia y la presión del gigante comunista chino.

Tras la visita de Pelosi, China denunció la actitud «extremadamente peligrosa» de Estados Unidos y prometió una «acción militar selectiva». El Gobierno de Pekín anunció la incursión de más de 200 aviones militares en su zona de defensa aérea situada cerca de la frontera con el archipiélago. Incluso antes de que llegara Pelosi, aviones de combate chinos ya habían «cruzado el estrecho de Taiwán», que separa la China continental de la isla reclamada por Pekín. Por su parte, el ministerio de Comercio de Pekín también había anunciado sanciones económicas, como la suspensión de las exportaciones a Taiwán de arena natural, un componente clave en la fabricación de semiconductores, una de las principales exportaciones de la isla.

China es el mayor socio comercial de Taiwán, cuyo comercio aumentó en 2021 un 26%, hasta los 328.000 millones de dólares. Por ello, el anuncio de represalias por parte de Pekín es preocupante en la región del archipiélago. Japón ha expresado su preocupación por las prometidas «acciones militares selectivas» de Pekín, algunas de las cuales tienen lugar dentro de la zona económica exclusiva (ZEE) de Japón. Dicho esto, la probabilidad de un conflicto armado es baja. Nadie tiene interés en lanzar una invasión o una contraofensiva. Las repercusiones serían incalculables a todos los niveles. Sin embargo, las demostraciones de fuerza militares chinas aumentarán, tal vez para llevar a los taiwaneses a cometer un error.

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Por último, si bien la visita de Pelosi simboliza el apoyo de Estados Unidos a una democracia frente a la opresión china, también señala la voluntad de Estados Unidos de enfrentarse a los chinos, incluso cuando los combates entre Rusia y Ucrania llevan más de cinco meses. De hecho, es difícil imaginar la falta de consulta o vínculo estratégico entre las visitas de Biden y Pelosi en un momento en el que Estados Unidos y sus aliados están sufriendo la pérdida de su supremacía económica a favor de China. De hecho, en comparación con la situación que prevaleció durante décadas, el equilibrio de poder ya no es el mismo. China ha recuperado en gran medida su atraso económico, tecnológico y militar, hasta el punto de ser considerada el rival natural de Estados Unidos por el liderazgo mundial.

Por ello, Estados Unidos, que parece decidido a responder a la agresión china, está dando un nuevo protagonismo a la cuestión de la independencia de Taiwán. Ni Estados Unidos ni China se arriesgarán a una guerra frontal entre las dos grandes potencias por la cuestión de Taiwán. Pero según el modelo de Ucrania, podría haber una especie de «guerra de desgaste» en la que Washington ayudaría a Taiwán militar y económicamente, al igual que a Ucrania, sin enfrentarse directamente a Rusia. Incluso si China invadiera Taiwán, sería difícil, si no imposible, aislar económicamente a Pekín como hace actualmente Washington con Moscú. Tras este último «incidente» diplomático, las relaciones chino-estadounidenses, que ya se encuentran en un punto bajo, seguirán deteriorándose. Pero nadie parece dispuesto a ir demasiado lejos... al menos por ahora.