Los Windsor

La princesa Ana, una figura clave en la nueva corte de Carlos III

La única hija de Isabel II mantiene desde niña una estrecha relación con su hermano

La princesa Ana en el cortejo fúnebre de su madre, Isabel II. que atravesó ayer la Royal Mile de Edimburgo
La princesa Ana en el cortejo fúnebre de su madre, Isabel II. que atravesó ayer la Royal Mile de EdimburgoScott HeppellAgencia AP

La princesa Ana, la única hija que tuvo Isabel II, fue la encargada de acompañar el féretro de la soberana desde Balmoral a Edimburgo el pasado domingo. También será ella quien esté junto al ataúd de la reina este martes, cuando viaje en un avión de la Royal Air Force desde Escocia hasta Londres para recibir un funeral de Estado el próximo 19 de septiembre. Esto no solo demuestra la estrecha relación que había entre madre e hija, sino que adelanta también el importante papel que la princesa Ana tendrá ahora en el reinado de Carlos III.

El nuevo monarca, de 73 años, tendrá el apoyo incondicional de su mujer Camilla, convertida ahora en reina consorte, para desempeñar el cargo para el que lleva preparándose toda su vida. Pero otro de sus grandes pilares será su hermana, quien siempre ha sido una de las representantes de la Familia Real que más actos tiene en la agenda. Su dedicación a la Corona es incuestionable. Pero el estrecho vínculo personal que le une además al nuevo jefe de Estado la convertirá en una de las figuras más importantes de la nueva era Carolina.

La Princesa, que es menos de dos años menor que el actual rey, creció con él, a diferencia de sus hermanos Andrés y Eduardo, que son más de una década menores. Su relación es de respeto mutuo y también de mucho humor. Siempre les ha encantado pasar tiempo juntos. “Para él es bastante tranquilizador tenerla cerca, porque están muy unidos y les encanta compartir una broma, pero ella también respeta absolutamente el papel que él ocupa. Siempre parecen muy felices de estar en compañía el uno del otro”, revelaba a la prensa local un amigo del monarca.

Si bien Carlos III ha expresado su deseo de simplificar la Monarquía, su capacidad para hacerlo estará determinada por la cantidad de compromisos oficiales que desea que la familia real lleve a cabo cada año, y sin la princesa Ana, habría un gran vacío en el diario de la realeza. Ahora con 72 años, la hermana del monarca es representante de más de 300 organizaciones benéficas y se ha forjado una reputación como uno de los miembros más trabajadores de “la Firma”. El año pasado, llegó a protagonizar 387 compromisos oficiales, dos más que su hermano mayor.

En teoría, Carlos III podría degradar el estatus de su hermana como Princesa Real para centrarse en la línea directa de sucesión, en la que Guillermo y su esposa Catalina tienen ahora todo el protagonismo. Al fin y al cabo, el título de Princesa Real está tradicionalmente reservado para la hija mayor del monarca. Pero desde el Palacio de Buckingham ya se ha confirmado que el título se le otorgó de por vida. La princesa Ana es la séptima mujer en recibirlo. La primera fue la princesa María, la hija del rey Carlos I, en 1642.

Donde habrá que tomar una decisión será sobre el título de duque de Edimburgo, que volvió al monarca tras la muerte de su padre, el príncipe Felipe, y que se espera que pase ahora a su hermano menor, Eduardo, actual conde de Wessex.

En cuestión de nueras, Sophie Rhys-Jones, la mujer del príncipe Eduardo, era el ojito derecho de Isabel II. Hija de un vendedor de automóviles jubilado y una secretaria irlandesa, Sophie era responsable de su propia agencia de relaciones públicas antes de formar parte de la familia real. Y sus habilidades han sido de gran ayuda a la Monarquía. Aunque quizá más desconocida de cara al público, su papel en las recepciones oficiales es crucial. Es ella, por ejemplo, quien se encarga de que los consortes reales siempre estén atendidos. Cuando en junio de 2019, Felipe VI fue investido nuevo caballero de la Orden de la Jarretera, la congregación creada por Eduardo III de Inglaterra en 1348 y convertida hoy en la más antigua y prestigiosa de Reino Unido, fue Sophie quien estuvo pendiente en todo momento de la reina Letizia cuando, por protocolo, el rey debía estar en algunos momentos en otro lugar.

Sophie ha ido ganando cada vez más peso y, tras la salida de Harry y Meghan de palacio, Isabel II se apoyó muchas veces en su nuera para diferentes actos, por lo que es muy posible que Carlos III siga confiando ahora en su cuñada.

Por su parte, el que fuera primer ministro David Cameron ha revelado que cuando Carlos era príncipe de Gales practicó con él las audiencias semanales que mantienen el monarca con el inquilino de Downing Street para ir preparándose para sus futuras funciones. “Por lo que vi, será brillante en su nuevo papel. Es una persona brillante para escuchar, brillante para hacer preguntas, brillante para dar sabios consejos”, matizó Cameron, quien recalca que el entonces heredero nunca intentó influirle en cuestiones políticas.