
Reino Unido
70 años de la última mujer ejecutada en la horca en Reino Unido: sus nietos piden ahora un indulto póstumo
Casi setenta años después de su ejecución, la historia de Ruth Ellis, la última mujer ahorcada en el Reino Unido, podría reescribirse: su familia pide un indulto póstumo alegando la brutal violencia doméstica que sufrió

Apenas veinte minutos. Ese fue todo el tiempo que necesitó un jurado popular en 1955 para enviar a la horca a Ruth Ellis, convirtiéndola en un sombrío icono de la historia británica. Hoy, casi setenta años después de su ejecución, aquel veredicto fulminante se ha convertido en el epicentro de un debate que contrapone la sensibilidad del siglo XXI con una justicia de otra época, una que ignoró por completo las circunstancias que llevaron a una mujer al límite.
De hecho, la rapidez de aquella condena por el asesinato de su pareja, David Blakely, ocultó un infierno de maltrato sistemático. La defensa que hoy esgrimen sus descendientes se fundamenta en pruebas de abusos físicos, sexuales y psicológicos continuados. El episodio más terrible ocurrió solo diez días antes del crimen, cuando Blakely le provocó un aborto con un brutal puñetazo en el vientre, un hecho que en la actualidad cambiaría drásticamente el rumbo de cualquier proceso judicial.
En este contexto, la familia de Ellis ha decidido que es el momento de saldar una deuda histórica. La petición formal de un indulto póstumo que han presentado sus nietos no solo busca limpiar su nombre, sino reescribir el capítulo final de una biografía marcada por la tragedia. Es una iniciativa que busca este reconocimiento y que se apoya en que su caso jamás se habría juzgado como asesinato con la legislación vigente, sino como un homicidio con responsabilidad disminuida.
La mujer cuya ejecución sentenció la pena de muerte en el Reino Unido
Por otro lado, la figura de Ruth Ellis trascendió rápidamente los muros de la prisión de Holloway, donde fue ejecutada. Su historia se convirtió en un catalizador social inesperado en la Gran Bretaña de la posguerra, avivando como nunca antes el debate público sobre la pena capital. La imagen de una víctima de violencia enviada al patíbulo fue un golpe demasiado duro para la conciencia colectiva, y su caso se considera hoy un factor clave en el camino hacia la abolición total de la pena de muerte, que llegaría finalmente en 1973.
Sin embargo, esta no es la primera vez que se intenta reabrir judicialmente el caso. Ya en 2003, un tribunal de apelación británico desestimó un recurso similar con un argumento tan simple como demoledor: según su criterio, en el juicio de 1955 la ley se había aplicado correctamente. Ahora, casi dos décadas más tarde, sus nietos vuelven a la carga con la esperanza de que la justicia, aunque sea a título póstumo, reconozca por fin que aplicar la ley no siempre es sinónimo de impartir justicia.
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