Defensa
Adiós a la no proliferación nuclear: la nueva superarma de Corea del Sur que pone en jaque a China
La Casa Blanca da luz verde a un programa de submarinos nucleares para Corea del Sur, una decisión que busca contener a Pionyang pero que ya ha puesto en alerta a China y genera dudas sobre su ejecución

Se ha quebrado un tabú. La política estadounidense de no proliferación nuclear, uno de los pilares de su diplomacia durante décadas, acaba de encontrar una excepción de enorme calado en la península de Corea. La administración de Donald Trump ha autorizado a Corea del Sur a desarrollar y construir sus propios submarinos de propulsión nuclear, un giro estratégico que redefine por completo el equilibrio de poder en la región del Indo-Pacífico. Se trata de un cambio radical que rompe con la histórica restricción que impedía a Seúl enriquecer uranio sin el permiso expreso de Washington. Este cambio de rumbo en la política nuclear estadounidense se produce en un momento en que el Pentágono afronta otros desafíos, como el reciente fracaso de una superarma nuclear, lo que subraya la complejidad de su estrategia de modernización.
De hecho, el propio presidente Trump fue quien desveló el acuerdo a través de su perfil en la red social Truth Social. El pacto establece una división de tareas muy clara: Seúl se encargará de la construcción de los sumergibles y sus reactores modulares, mientras que Estados Unidos suministrará el combustible necesario, el uranio enriquecido. Con esta decisión, Washington otorga a uno de sus aliados más importantes una capacidad estratégica sin precedentes en su historia.
Asimismo, la justificación oficial para este programa se apoya en dos argumentos principales. Por un lado, busca reforzar la disuasión frente a Corea del Norte y sus constantes provocaciones militares. Por otro, pretende aliviar la carga operativa que soportan las fuerzas navales estadounidenses en la zona, permitiendo una redistribución más eficiente de sus efectivos militares en un escenario cada vez más complejo. Este esfuerzo por delegar responsabilidades se complementa con la continua modernización de sus propias capacidades, ya que la Armada de Estados Unidos también tiene un nuevo destructor para reforzar su presencia global.
Sin embargo, el anuncio presidencial esconde un detalle que ha causado cierta perplejidad, tal y como informa el medio The War Zone. Trump precisó que parte de la producción se realizaría en el astillero Hanwha Philly Shipyard de Filadelfia, una instalación que carece de experiencia previa en la construcción de submarinos y, mucho menos, de buques de propulsión nuclear, lo que añade una dosis de incertidumbre al proyecto.
Un nuevo equilibrio de poder en el Indo-Pacífico
Por otro lado, la reacción de China no se ha hecho esperar. El Gobierno de Pekín ha manifestado su profunda preocupación por un acuerdo que, a su juicio, amenaza con desestabilizar el frágil equilibrio regional y dar el pistoletazo de salida a una nueva y peligrosa carrera armamentística. El gigante asiático ha instado a las partes a respetar las obligaciones internacionales en materia de no proliferación. Esta preocupación, sin embargo, contrasta con el continuo fortalecimiento de su propia flota, como demuestra la reciente entrada en servicio del portaaviones más grande de China, un claro indicador de sus ambiciones navales.
En definitiva, este pacto no solo representa un hito tecnológico y militar para Corea del Sur, sino que también altera profundamente el tablero geopolítico asiático. La decisión de Washington de armar a un aliado clave con una tecnología tan sensible es una señal inequívoca de cómo están cambiando las alianzas y las prioridades en una de las zonas más calientes del planeta.