Israel

Alerta máxima en Israel

Amplio despliegue de las Fuerzas de Seguridad para evitar nuevos atentados mientras se reproducen los enfrentamientos en Cisjordania.

Un joven palestino arroja piedras contra una excavadora israelí en la aldea de Kobar, de donde salió el joven que mató el viernes a tres colonos israelíes
Un joven palestino arroja piedras contra una excavadora israelí en la aldea de Kobar, de donde salió el joven que mató el viernes a tres colonos israelíeslarazon

Amplio despliegue de las Fuerzas de Seguridad para evitar nuevos atentados mientras se reproducen los enfrentamientos en Cisjordania.

Al estupor vivido en Israel por el cruento atentado terrorista del viernes por la noche en el asentamiento Neve Tzuf-Halamish en Cisjordania, en el que tres israelíes fueron asesinados a puñaladas por un palestino que se infiltró a una casa particular en medio de una reunión familiar, le ha sucedido de inmediato el temor al ya conocido fenómeno de la «imitación». El hecho de que el atacante, Omar al Abed, lograse su cometido –se cobró varias víctimas– y hasta lograse salir con vida, es visto por muchos palestinos como «un éxito», algo que generalmente lleva a los más radicales a intentar una acción semejante.

A fin de impedirlo, las fuerzas del orden israelíes tomaron ayer las máximas medidas de seguridad, desplegando varios batallones de refuerzo en el terreno y acelerando la investigación de lo sucedido. El primer paso fue el cierre de la aldea de Kobar de la cual salió el terrorista de 19 años armado con un cuchillo que había comprado pocos días antes. Llevaba además un bolso con un ejemplar del Corán. Uno de sus hermanos fue detenido, bajo la sospecha de que lo ayudó en los preparativos para el atentado, que sabía todos los detalles y de que no intentó impedirlo. En las redes sociales palestinas se informó que la madre del asesino se mostró «orgullosa» de él.

El terrorista dejó un testimonio muy claro en su página de Facebook, donde escribió antes de salir a cometer el atentado, que «el cuchillo afilado que llevo vengará la vergüenza en Al Aksa», refiriéndose además a los judíos como «cerdos y simios», una de las expresiones que aparecen en el Corán.

Al entrar las tropas en la aldea Kobar fueron apedreadas y se desataron nuevos enfrentamien-tos, después de conocerse la orden del ministro de Defensa, Avigador Liberman, de acelerar los preparativos para la demolición de la casa del terrorista. El brigadier general Ronen Menelis, portavoz del Ejército, aclaró al mismo tiempo que «la intención es combatir el terrorismo distinguiendo entre los terroristas y la población civil, por lo cual no se cancelarán los permisos de trabajo en Israel a quienes los tienen». Pero la sensación general es que se está viviendo el comienzo de una nueva escalada en la situación de violencia.

Los palestinos acusan a Israel por la situación, alegando que los detectores de metales emplazados cerca de Al Aksa impiden los rezos en el santuario. Israel, por su parte, recalca que los colocó como medida de seguridad a raíz del asesinato en el Monte del Templo de dos policías con armas que habían sido ocultadas en la mezquita. Sea como sea, el general Yoav Mordejai, coordinador de las actividades del Gobierno en Cisjordania, declaró ayer que «si se halla una alternativa que garantice la seguridad e impida el riesgo de nuevos atentados, se podrán retirar los detectores de metales». Por su parte, la Policía aclara extraoficialmente que la colocación de los detectores –que había sido sugerida por el «premier» Netanyahu después del atentado en el Monte– fue la primera fórmula a la que se recurrió para evitar nuevos ataques, pero que nunca había sido concebida como algo permanente.

El general Mordejai criticó duramente a la Autoridad Palestina por no condenar el atentado en Halamish y el asesinato de los tres miembros de una misma familia. «Si no lo condena, es como si fuera socia de ellos», indicó. También el líder opositor Yair Lapid, del partido Yesh Atid, condenó a la Autoridad Palestina afirmando que «miente e incita alegando que Al Aksa es profanada por los judíos».