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El Pentágono combate el extremismo en el Ejército

La participación de veteranos y soldados en activo en el asalto al Capitolio del 6 de enero encendieron todas las alarmas

Joe Biden y la primera dama regresan el lunes a la Casa Blanca tras pasar el fin de semana en Delaware
Joe Biden y la primera dama regresan el lunes a la Casa Blanca tras pasar el fin de semana en DelawareChris Kleponis / POOLEFE

El Pentágono alertó hace unos meses, a través de un informe sobre extremismos, alarmantes datos que revelaban el incremento del supremacismo blanco y otras mentalidades radicales entre las filas militares en Estados Unidos, asegurando que muchos de ellos pertenecen al Ejército.

Una preocupación que se magnificó tras el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, después de que varios militares en activo fueran detenidos por participar en el mayor ataque contra la democracia de la historia reciente estadounidense. Más de 650 personas fueron detenidas y acusadas por insurrección, incluyendo decenas de veteranos de guerra y media docena de miembros en activo. Tras el histórico asalto, las pesquisas de la cúpula de las Fuerzas Armadas del país desvelaron también algunas claves para identificar mejor al personal y evitar que en el futuro formen parte del servicio militar.

Con la llegada del presidente Joe Biden a la Casa Blanca, su nuevo secretario de Defensa, Lloyd Austin, ha remarcado el enfrentamiento contra el extremismo como una prioridad absoluta en su agenda, especialmente después del asalto al Capitolio. Ya en febrero de este año, Austin ordenó un día de descanso a todos los miembros de las Fuerzas Armadas para que los responsables militares pudieran tener las “discusiones necesarias” en profundidad con ellos sobre los posibles casos internos de extremismo.

El pasado 9 de abril, el secretario de Defensa anunció acciones inmediatas para contrarrestar la actividad extremista en su Departamento y estableció el Grupo de Trabajo contra la Actividad Extremista (CEAWG, por sus siglas en inglés), basado en las lecciones aprendidas a través de la separación de unidades.

El grupo de trabajo del Departamento de Defensa también desarrolló una serie de recomendaciones y acciones enfocadas en cuatro líneas de esfuerzo principales: política y justicia militar, apoyo y supervisión del programa de amenazas internas, procesos de investigación y capacidad de detección, así como educación y capacitación.

Las nuevas medidas que el Pentágono pone ahora en marcha ratifican esa preocupación en aumento y da respuesta a los alarmantes indicios de que el problema entre las filas militares está latente y sigue creciendo. La cúpula de las Fuerzas Armadas tiene constancia de que, sólo en el último año, cerca de un centenar de militares en activo han estado implicados en casos comprobados de actividad extremista y advierten que esa cifra puede aumentar drásticamente tras los recientes episodios de violencia a nivel nacional, muy especialmente entre veteranos de guerra.

Casi un año después de que una turba de seguidores del ex presidente Donald Trump, entre los que había un destacado número de miembros del servicio militar activos y otros jubilados, entraran a la fuerza en la sede legislativa de Estados Unidos, parte de las nuevas normativas impuestas ahora por el Pentágono incluyen la prohibición de participar activamente en actividades extremistas.

“La abrumadora mayoría de hombres y mujeres del Departamento de Defensa sirven a este país con honor e integridad. Respetan el juramento que hicieron de apoyar y defender la Constitución de Estados Unidos”, resaltó Lloyd Austin en un comunicado. “Creemos que solo unos pocos violan este juramento al participar en actividades extremistas”, añadió el secretario de Defensa.

La nueva política no cambia, en gran medida, las normas establecidas con anterioridad, pero sí refuerza de manera específica las cosas que están y las que no están permitidas a partir de ahora, añadiendo por primera vez el tema de las redes sociales. Si bien el Pentágono no tiene la capacidad ni la intención de monitorear detalladamente las cuentas personales de sus tropas, sí delega en los comandantes o responsables militares la orden de alertar sobre su uso si descubre conductas inapropiadas de las filas militares.

“Incluso las acciones de unos pocos pueden tener un impacto enorme en la cohesión, la moral y la preparación de la unidad y el daño físico que algunas de estas actividades pueden generar puede socavar la seguridad de nuestra gente”, recalcó el secretario Austin. Muchos de los miembros del servicio tienen acceso a información clasificada sobre operaciones militares sensibles para la seguridad nacional del país que podría quedar comprometida. Los grupos extremistas, además, cuentan con la experiencia de milites expertos en combate y armas de fuego y el afán de reclutarlos para formar parte de sus organizaciones radicales.

Las nuevas normas del Pentágono, que se centran en el comportamiento y no en la ideología, se aplican a todos los servicios militares de EE UU, cerca de dos millones de soldados, incluyendo la Guardia Costera, que forma parte del Departamento de Seguridad Nacional y protege puertos, fronteras marítimas, aguas interiores y mar territorial.