América Latina
Argentina se queda sin ministro de Economía por peleas intestinas entre Fernández y Kirchner
Martín Guzmán, una figura clave en el Gobierno argentino, renuncia tras fracasar en sus intentos de tener más control sobre las políticas para atajar la desbocada inflación del 60%
Alberto Fernández es un presidente asediado por su propia vicepresidencia. Al menos así lo afirman en Argentina las voces que evalúan el rol de Cristina Kirchner en el devenir del país del sur. Este sábado, al tiempo que ocurría la sorpresiva renuncia del ministro de Economía y figura clave del gabinete, Martín Guzmán, la exmandataria encabezaba un “festival antigobierno” en la localidad de Ensenada, donde habló al tiempo que se publicaba la carta de renuncia del alto funcionario.
Según la prensa local argentina, la renuncia de Guzmán se produjo tras fracasar en sus intentos por tener más control sobre las decisiones de la política económica. En su misiva de renuncia hecha pública, algunas horas después de informarlo al presidente, dio a entender que la falta de respaldo político venía obstaculizando fuertemente la gestión económica y demorando las medidas que él quería implementar para pilotear la crisis por la escasez de reservas y la inflación, que es de las más altas del mundo al llevar 60% en el dato anualizado. La salida del ministro llega tras una nueva escalada del dólar y una caída de los bonos y en medio de un conflicto con el campo y los transportistas por la falta de gasoil, además de desencuentros con el presidente del Banco Central, Miguel Pesce.
“La salida de Guzmán deja en un lugar incierto al propio Pesce. En la crisis inflacionaria que vive la Argentina, el titular de Economía y el presidente del Banco Central son dos funcionarios en caída libre agarrados del mismo paracaídas. Pesce todavía no escribió su renuncia, pero sabe que el sucesor de Guzmán podría quererlo fuera del barco”, publicaron Francisco Jueguen y Pablo Fernández Blanco en “La Nación”.
En ese periódico también se ha publicado que Guzmán “se topó cada día de la semana pasada con los vetos de Cristina y los equilibrios de Alberto”, quedó excluido de la delegación que viajó a la cumbre del G-7 y pidió la cabeza del secretario de Energía, el kirchnerista Darío Martínez, pero fracasó. Según el diario argentino, a los suyos les dijo con resignación: “No se puede gestionar con Cristina en contra”.
En su despedida del cargo en carta pública, Guzmán llamó a Fernández a buscar un ministro fruto de “un acuerdo político dentro de la coalición gobernante para que quien me reemplace cuente con el manejo centralizado de los instrumentos de política macroeconómica necesarios para consolidar los avances descriptos y hacer frente a los desafíos por delante”.
Hasta ahora, Guzmán estuvo bajo fuego del propio kirchnerismo, o al menos desde el ala que encabeza la vicepresidenta Cristina Kirchner, que aun mueve hilos del poder y presiona al jefe del Gobierno. Lo hace mientras sus militantes gritan “Cristina presidenta” allí donde se presenta, como en el acto del sábado cuando incluso se burló del actual mandatario al compararlo con Juan Domingo Perón, figura histórica clave del país.
Al gobierno de Fernández le queda año y medio de mandato, y Cristina sienta las bases de su tercera candidatura presidencial, en 2023. Pero aún no se descarta un final anticipado, especialmente visto el tamaño de la crisis económica. “Espero que los que tienen responsabilidades más altas que yo vuelvan a hacer lo mismo que hice en 2019 para hacer ganar al peronismo en 2023″, dijo el sábado al conocer la movida ministerial, visto el posible impacto de todo el asunto en las posibilidades del peronismo de repetir en el poder para lo cual la gestión presidencial luce como una amenaza.
La oposición mientras tanto aprovecha de reclamar las consecuencias de un gobierno enfrentado a sí mismo. El jefe del gobierno de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, llamó a Alberto Fernández a tomar “medidas inmediatas para reducir la incertidumbre que generan los enfrentamientos dentro del propio gobierno y la ausencia de un plan”. El diputado nacional, José Luis Espert, escvribió en Twitter: “Se acaba de iniciar la segunda etapa de la octava crisis argentina en 60 años”.
Entretanto, la opositora Patricia Bullrich dijo que “la interna del Gobierno ha dado un nuevo paso en la disolución del Estado, cruzado por un conflicto del oficialismo donde ambos, presidente y vicepresidenta, están destruyendo la Argentina”.
Este domingo, Alberto Fernández tuvo varias reuniones en la residencia oficial para buscar una reestructuración amplia del gabinete que incluya algún tipo de acuerdo con Cristina. Los cambios pudieran alcanzar la jefatura del Gabinete (actualmente en manos de Juan Manzur) y al Banco Central, pero manteniendo el programa económico actual que incluye un acueredo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En todo caso, la economía argentina tiene un semestre retador por delante, con exigentes metas pactadas en materia fiscal y monetarias con el FMI -que Cristina siempre ha criticado-, y severos desequilibrios macroeconómicos. Lo hará sin Martín Guzmán, economista de destacada carrera académica y quien logró la renegociación de la deuda con acreedores extranjeros y con el FMI, evitando el default. Pero la carencia de experiencia en gestión de gobierno le restó al discípulo de Joseph Stiglitz herramientas para sortear los retos políticos del cargo que asumió en diciembre de 2019. Ese factor será clave para quien lo sustituya en el despacho.
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