Opinión

América Latina gira a la izquierda

El regreso de Lula al poder como vaticinan las encuestas representará una vuelta a la política más sectaria y el renacer de la lucha de clases. Gane quien gane, Brasil pierde

Hoy tendrán lugar las elecciones presidenciales de Brasil, el mayor país de Iberoamérica
Hoy tendrán lugar las elecciones presidenciales de Brasil, el mayor país de IberoaméricaVictor R. CaivanoAgencia AP

Brasil, cuna del populismo desde Getulio Vargas, se encuentra en una situación imposible. La elección entre dos funambulistas de la política deja a los brasileños en una posición cuanto menos compleja. La realidad es que no cuentan con una opción de futuro para un país clave en tablero geopolítico global. Brasil, en esta coyuntura, no es un escenario que pueda ser tomado a la ligera. En un panorama económicamente complejo, y ante una crisis alimentaria mundial, la relevancia de Brasilia es innegable. Y es que el país sudamericano es uno de los mayores productores de alimentos en el mundo, siendo el tercer productor de carne global, así como la sede de uno de los sectores agrícolas más boyantes del mundo.

Brasil, sin embargo y a pesar de todo, es sinónimo de hambre. Según el instituto de estadística brasileño, en uno de los graneros del planeta, habría más de 30 millones de personas que no podrían permitirse dos comidas diarias. Este dato es doblemente grave cuando se tiene en cuenta que el 27% del Producto Interior Bruto (PIB) del país proviene de la industria agroalimentaria. La desigualdad rampante ha resultado en un país roto, en una desconexión entre el pueblo y la clase dirigente que no consigue, o no quiere, centrarse en los graves problemas que afectan al país. La cruda realidad es que una tercera parte de la población subsiste con menos de 95 dólares al mes. Desde un punto de vista económico y social se podría incluso llegar a hablar de la existencia de dos brasiles que se dan la espalada el uno al otro. En verdad el país, hoy por hoy, es uno de los Estados más polarizados dentro del panorama internacional. Un país altamente religioso, católico y evangelista, se encuentra en plena lucha por dejar atrás las divisiones raciales y sociales que aún hoy plagan a la sociedad brasileña.

Hoy tendrán lugar las elecciones presidenciales de Brasil, el mayor país de Iberoamérica, y uno de los principales actores geopolíticos que están llamados a liderar la escena internacional en las próximas décadas. Los contendientes son ya, ambos, viejos conocidos del panorama político en el país sudamericano. Por una parte, tenemos al presidente Bolsonaro, polémico populista de derechas, ampliamente cuestionado por su retórica incendiaria, así como por su gestión económica y de la crisis del covid.

Por otra parte, tenemos a la estrella política brasileña de este siglo, Luis Inazio Lula Da Silva, considerado por muchos como el gran salvador del pueblo y caído en desgracia por la operación anticorrupción Lavado de Autos por la que pasó año y medio en prisión. Estos sufragios, lamentablemente, resultarán en la elección de un presidente populista, motivado única y exclusivamente por su propio interés y, principalmente, por su situación judicial. Tanto Lula como Bolsonaro encajan con esta descripción.

Brasil, una de las mayores democracias del globo con más de 156 millones de electores, elige su futuro en una situación voltairiana. Y es que la elección entre los dos candidatos a la presidencia de Brasil recuerda a la no-elección descrita por François-Marie Arouet presentada a su venerable personaje Cándido ante su posible ejecución. El resultado será el mismo.

Las encuestas dan por ganador a Lula, antiguo líder sindical y gran héroe de la izquierda iberoamericana, lo que acabaría por confirmar el giro a la izquierda del continente. El caso es que Lula representa una vuelta a la política más sectaria de izquierdas, a la retórica divisoria y el renacer de la lucha de clases. Por otro lado, el populismo de derechas de Bolsonaro se fundamenta en una retórica violenta, en ocasiones machista, y basadas en preceptos sociales altamente contestados.

La realidad es que, sea cual sea el resultado, los brasileños saldrán perdiendo. Ninguna de las dos opciones parece tener como objetivo el bienestar de los ciudadanos. Además, la postura del actual presidente Bolsonaro deja en entredicho la integridad de la democracia brasileña. Y es que éste ha reiterado en diversas ocasiones que no reconocerá un resultado que no dé con el como vencedor. Podríamos encontrarnos ante una situación similar, si no peor, en Brasilia a la ocurrida en enero del 2021 en Washington. El propio presidente ha dicho que se espera que se produzca un fraude electoral similar al supuesto sufrido por el presidente Trump. La gran cuestión es cómo reaccionará el sistema político brasileño. Mientras Estados Unidos aguantó el envite de un mal perdedor, Brasil podría no ser tan resiliente. Y es que el país iberoamericano podría verse sumido en una crisis constitucional que bien podría degenerar en un conflicto mayor.

De este lado del Atlántico tendemos a obviar aquellos acontecimientos allende el océano. Sin embargo, dada la coyuntura internacional no podemos ignorar aquellos acontecimientos que puedan poner en peligro nuestro sistema internacional que se estableció sobre una serie de valores que han de permanecer innegociables. Brasil bien puede ser uno de eso escenarios en el que se juegue el futuro del orden.

De este lado del Atlántico tendemos a obviar aquellos acontecimientos allende el océano. Sin embargo, dada la coyuntura internacional no podemos ignorar aquellos acontecimientos que puedan poner en peligro nuestro sistema internacional que se estableció sobre una serie de valores que han de permanecer innegociables. Brasil bien puede ser uno de eso escenarios en el que se juegue el futuro del orden liberal.

* Borja de Arístegui es profesor de Relaciones Internacionales