Opinión

El hiperliderazgo de Bukele y los límites democráticos

La lucha del presidente de El Salvador contra de las mafias organizadas enciende las alarmas por no haber claridad en el cuidado de los derechos humanos.

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, inaugura una nueva cárcelPRESIDENCIA DE EL SALVADOR01/02/2023
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, inaugura una nueva cárcelPRESIDENCIA DE EL SALVADOR01/02/2023PRESIDENCIA DE EL SALVADORPRESIDENCIA DE EL SALVADOR

Una encuesta levantada por la empresa demoscópica, Gallup, reveló que el presidente más popular de Latinoamérica es el salvadoreño, Nayib Bukele. La lucha contra la inseguridad y específicamente contra los grupos criminales denominados «Maras» mantiene al jefe del ejecutivo centroamericano con una favorabilidad del 86% entre sus conciudadanos. La estrategia no solo ha sido policial, sino también comunicacional. La grabación y transmisión del traslado de presos a las nuevas instalaciones del Centro de Confinamiento del Terrorismo resultan extraordinarias. Así, Bukele parece tener claro que la pelea ganada en contra de la inseguridad no solo se muestra a través de datos sino, y sobre todo, se construye a través de la percepción.

Paradójicamente, un estudio sobre «calidad democrática» desarrollado por The Economist, revela que El Salvador representa el segundo país de América Latina que sufrió un descenso pronunciado en sus índices democráticos. La lucha que emprende el presidente de esa nación centroamericana en contra de las mafias organizadas enciende las alarmas por no haber claridad en el cuidado de los derechos humanos. En ese contexto, Bukele ha sido muy crítico de organizaciones que velan precisamente por la defensa de estos derechos. Por ejemplo, Human Rights Watch (HRW) ha concluido que se han efectuado «abusos a gran escala» con las operaciones de captura que hoy tienen a 60.000 pandilleros en prisión. La reconocida organización sentencia que se ha «socavado las perspectivas de justicia».

La apuesta de Bukele apunta a consolidar un poder interno y una popularidad apabullante sin importar las voces críticas foráneas. Veremos si su hiper liderazgo mantiene algún rasgo democrático, o bien, so pretexto de que la mayoría lo aclama, termina por incluirse en la importante lista de autócratas que hoy tiene América Latina.