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Bolsonaro: El meteórico ascenso de la ultraderecha en Brasil

Este candidato ultraderechista a la presidencia en las elecciones del 7 de octubre tiene una cualidad indiscutible: provocar el rechazo más encarnizado y al mismo tiempo la pasión más devota

Seguidores de Jair Bolsonaro se reunieron ayer frente al hospital Albert Einstein, en Sao Paulo, donde el candidato se recupera tras ser apuñalado
Seguidores de Jair Bolsonaro se reunieron ayer frente al hospital Albert Einstein, en Sao Paulo, donde el candidato se recupera tras ser apuñaladolarazon

Este candidato ultraderechista a la presidencia en las elecciones del 7 de octubre tiene una cualidad indiscutible: provocar el rechazo más encarnizado y al mismo tiempo la pasión más devota.

Si hay un nombre que se escucha en Brasil es el de Jair Bolsonaro. Este candidato ultraderechista a la presidencia en las elecciones del próximo 7 de octubre tiene una cualidad indiscutible: provocar el rechazo más encarnizado y al mismo tiempo la pasión más devota. Todavía convaleciente en el hospital tras ser apuñalado a principios de este mes durante un acto de campaña callejero, Bolsonaro, un exmilitar de 63 años, encabeza todas las encuestas (casi un tercio de intención de voto) con un discurso basado en la mano dura.

Comparado con el presidente Donald Trump por sus declaraciones incendiarias, la popularidad de Jair Bolsonaro es el resultado del hastío de los brasileños y del desmarque de la clase política tradicional. Muy activo en las redes sociales, el candidato del pequeño Partido Social Liberal (PSL) se ha centrado en intentar demostrar que él es el portador del cambio que necesita Brasil, un país azotado por la crisis económica y la corrupción, en el que todavía está muy presente la operación «Lava Jato», que destapó la enorme red de sobornos pagados por constructoras a cambio de contratos de la gigantesca petrolera estatal, Petrobras.

Bolsonaro se jacta de no tener ningún proceso abierto en su contra, algo atípico entre la clase dirigente del país, donde los principales partidos tienen a varios de sus líderes encarcelados o con graves acusaciones, entre ellos el inhabilitado ex presidente Lula Da Silva, que purga 12 años de prisión por corrupción activa y lavado de dinero. «Gran parte de su discurso tiene que ver con ser un ‘outsider’ en política. Ha sido diputado en cinco o seis mandatos, pero siempre de partidos pequeños y nunca ha trabajado con los grandes partidos, que son los que han sufrido en términos de imagen y reputación el Lava Jato. Se aprovecha de la debacle y del descrédito de los partidos políticos tradicionales», comenta a LA RAZÓN el analista Thomas Favaro. Bolsonaro, cuyo segundo nombre es Messias y que dice que dotará de armas a civiles, ha tenido también una gran acogida gracias a su discurso para combatir la inseguridad ciudadana en un país que suma la friolera de 60.000 asesinatos anuales. Son muchos los que reclaman medidas eficientes y es justo lo que Bolsonaro, nostálgico de la dictadura y de la pena de muerte, plantea en su discurso.

En las elecciones consideradas más inciertas de la historia reciente de Brasil, Bolsonaro se ha sabido desmarcar de su propia visión nacionalista de la economía para presentar una atractiva propuesta aliándose con el economista liberal Paulo Guedes, formado en la Escuela de Chicago y que goza de reconocimiento en los mercados financieros. Gracias a Guedes, partidario de reducir el tamaño del estado, limitar el disparado gasto público y privatizar las grandes empresas estatales, Bolsonaro ha logrado la credibilidad que necesitaba y ha convencido a parte de ese electorado que busca un cambio en la política económica hacia el liberalismo. Una estrategia que le ha permitido robarle votos a Geraldo Alckmin, del poderoso Partido de la Social Democracia Brasileña (centroderecha), considerado hasta ahora el más promercado.

Pese a su discurso misógino y homófobo, tiene un gran apoyo entre los jóvenes, pero no así entre las mujeres, que a través de «Mujeres unidas contra Bolsonaro» manifiestan su repulsa hacia él: el 29 caminarán por varias ciudades para protestar contra este candidato, quien en una ocasión llegó a decir a una diputada que no merecía ser violada porque era muy fea. Su discurso conservador, contrario al aborto y la ideología de género, le ha hecho ganar cierto apoyo en los sectores más religiosos, especialmente entre la creciente corriente evangélica.

A pesar de liderar los sondeos y de tener asegurado un puesto en la segunda vuelta, los analistas aseguran que no lo tiene fácil para alcanzar la presidencia. «Los votantes ideológicos con posiciones tanto de izquierda o de derecha se deciden en el primer turno. Los que deciden en el segundo turno no tienen tantas actividades ideológicas y su perfil es aquel que se decide por el ‘menos malo’, más pragmático, más centrista, y Bolsonaro tiene dificultad en conseguir a ese votante», agrega Favaro. De llegar a la segunda vuelta, Bolsonaro se enfrentará al sustituto de Lula, Fernando Haddad, o a Ciro Gomes, que se disputan los votos de la izquierda.