Crisis alimentaria

Bruselas permitirá a los países vecinos de Ucrania vetar el grano para el consumo interno

La Comisión Europea auxiliará con 100 millones de euros a los agricultores afectados

Buques de carga que transportan grano ucraniano están anclados mientras esperan en fila para la inspección en el mar de Mármara, Estambul
Buques de carga que transportan grano ucraniano están anclados mientras esperan en fila para la inspección en el mar de Mármara, EstambulERDEM SAHINAgencia EFE

Bruselas quiere templar los ánimos. Consciente del peligro de que la guerra en Ucrania acabe dividiendo al club comunitario, la Comisión Europea ha propuesto un plan, para que los países del Este más perjudicados por la entrada de productos agrícolas ucranianos en su territorio, puedan respirar. El Ejecutivo comunitario desembolsará 100 millones de euros para auxiliar a los agricultores de los países limítrofes – que se unen a un primer paquete de ayuda de 56, 3 millones- y también permitirá una excepción temporal por la que los cinco países afectados –Polonia, Rumania, Bulgaria, Hungría y Eslovaquia- podrán prohibir la entrada de ciertas categoría de grano ucraniano – trigo, maíz, colza y semillas de girasol- exceptuando aquel dirigido a otros países europeos y el resto del globo. Fuentes diplomáticas creen que esta situación especial puede prolongarse hasta finales de junio. Además, la Comisión Europea está investigando si pueden aplicarse otra serie de excepciones comerciales a más productos.

Ucrania es uno de los principales graneros del mundo y, al inicio de la contienda, se dictaminó el fin de las tarifas a la exportación con el propósito de que los cereales del país invadido por las tropa de Putin siguieran alimentando a Asia y África. Uno de los peligros era que Moscú utilizara la amenaza de hambrunas como arma de guerra, tal y como ha acabado sucediendo.

Pero los países del Este han visto como los productos agrícolas procedentes de Ucrania han inundado sus mercados y, con ello, han arreciado las protestas de los agricultores del país que experimentan cómo los precios a los que venden sus mercancías han caído en picado por el exceso de oferta. Este fin de semana, Polonia y Hungría anunciaron el veto a las exportaciones ucranianas y este mismo lunes Eslovaquia se unió a este grupo. La Comisión Europea advirtió de que este tipo de medidas unilaterales violan la legislación comunitaria ya que las competencias sobre política comercial recaen de manera exclusiva en Bruselas. A pesar de esto, descartó sanciones y ahora ofrece esta serie de medidas preventivas a cambio de que estos países levanten sus vetos unilaterales. Tan sólo quedará prohibida la entrada del grano que tenga como objetivo el consumo interno y se permitirá el transito del resto.

Bruselas es consciente de que estos países son lo que más están arrimando el hombro por la guerra en Ucrania y cree que estos sacrificios necesitan ser recompensados y valorados. La UE no puede permitirse una grieta en la unidad europea justo en aquellos Estados que están haciendo más por armas a Kyiev, acoger a los refugiados ucranianos y sufrir los cortes de gas ruso. Estos cinco países escribieron una carta a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. En su respuesta, la política alemana advierte de que las medidas “unilaterales” sólo pueden “jugar a favor de los adversarios” de Ucrania y no deben “erosionar el apoyo inquebrantable de la UE”, si bien el tono es conciliador.

El principal problema reside en que antes de la contienda, el 90% del grano ucraniano era transportado a través de los puertos del Mar Negro y Vladimir Putin está obstaculizando esta ruta. Aunque se han puesto en marcha corredores humanitarios auspiciados por Naciones Unidas, los costes logísticos de transportar grano desde la frontera occidental de Ucrania son muy altos y suponen un 40%, cuando normalmente ascienden al 10%.

Según explican fuentes diplomáticas, España prefiere importan grano de Latinoamérica antes que del país invadido por Putin. La UE está haciendo todo lo posible por trasladar el grano desde Alemania, los puertos del Adriático y el Báltico y también intenta mejorar las conexiones del Danubio, pero el trabajo es ímprobo. Fuentes comunitarias consideran que serán necesarios dos meses para transportar todo el grano que ahora mismo está almacenado sin salida, antes de la nueva cosecha en otoño.

Esta situación no sólo perjudica a los agricultores de los países del Este sino también a los ucranianos que ahora mismo ven cómo Egipto, su principal cliente, está comprando el grano ruso, mucho más barato. La caída de las exportaciones puede hacer que los agricultores ucranianos reduzcan la superficie de sus cosechas, lo que recortaría sus ingresos en un momento especialmente delicado debido a la guerra. El país estima que la cosecha de granos en el país disminuyó un 40% en el primer año de contienda y el ritmo de siembra de trigo de invierno para la cosecha de 2023 ha sido tres veces inferior. Bruselas no se plantea terminar con la excepción arancelaria ya que está ayudando a que el país en guerra obtenga ingresos tanto del grano como del resto de productos.

El comisario de Comercio, Valdis Dombrovskis, ha presentado este pasado lunes el plan a representantes de los cinco países afectados así como con autoridades ucranianas. En las últimas semanas la situación ha sido tan complicada que el ministro de Agricultura polaco se vio obligado a dimitir debido a las fuertes protestas del sector.