Política

Polémica por las armas

Demasiadas pistolas sueltas

Estados Unidos no es un país más violento que el resto de los que conforman el mundo occidental. El problema son las armas, al alcance de cualquiera

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Estados Unidos no es un país más violento que el resto de los que conforman el mundo occidental. El problema son las armas, al alcance de cualquiera.

Entre los países de la OCDE, Estados Unidos ocupa el tercer lugar por número de muertes por arma de fuego, sólo por detrás de México y Turquía. ¿Quiere decir esto que los norteamericanos son violentos y tienden al crimen? No parece, si tenemos en cuenta otros parámetros que miden la criminalidad. Por ejemplo, las muertes violentas por otras causas son, porcentualmente, similares a las de los países de sus mismas características sociopolíticas como Bélgica, Francia, Reno Unido y Canadá.

El caso de España es especial: tiene los índices de violencia, con armas o sin ellas, entre los más bajos del mundo, con 1,3 casos por millón de habitantes en el primer supuesto, y 7 casos por millón en el segundo. Estados Unidos presenta 31 muertos por millón de habitantes por arma de fuego, y 21 muertes violentas por otras causas, también por millón de habitantes. Por lo tanto, habrá que concluir que el laxo control de la tenencia de armas en Estados Unidos tiene mucho que ver con sus elevados índices de muertes violentas, la mayoría de las cuales no tienen tanto que ver con la criminalidad, como con los accidentes domésticos. El hecho de que cada año mueran por disparos más de seiscientos niños norteamericanos menores de 12 años demuestra que las negligencias de los propietarios de las armas son frecuentes, pese a las masivas campañas públicas que recuerdan los dos principios básicos: no dejar la pistola al alcance de los menores y mantener la munición en un lugar aparte.

Que un país como Finlandia, que registra 45 armas por cada 100 habitantes –el cuarto con más armas en manos de civiles del mundo– sólo sufra 2 muertes por cada millón de habitantes, debería servir como ejemplo a las autoridades estadounidenses. Así, en Finlandia, las normas para adquirir una pistola o un fusil de caza pasan, primero, por examinar las características personales y sociales del aspirante y, luego, por la existencia en el domicilio de armeros de seguridad. Si los norteamericanos se empeñan en seguir aferrándose a la Segunda Enmienda, por lo menos deberían endurecer las condiciones para adquirir un arma. Porque, pese a la alarma de los tiroteos masivos, lo que de verdad mata es la negligencia.