
Conflicto Israel-Palestina
El momento más difícil del Gobierno de Netanyahu

Los últimos ataques sorprenden al Ejecutivo israelí en un momento de máxima división interna. La oposición le niega su apoyo frente al terrorismo.
La sucesión de incidentes violentos en Jerusalén ha sorprendido a la coalición de gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu sumida en una profunda crisis. Las desavenencias son muchas y el debate presupuestario recién iniciado ha acelerado el proceso de ruptura del Ejecutivo. A ello se suma el proyecto de ley que impulsa Netanyahu –que todavía no ha sido siquiera redactado– para proclamar a Israel como nación del pueblo judío. La ministra de Justicia, Tzipi Livni, logró que se aplazara la votación de la propuesta y ya ha hecho saber a la Prensa que prepara un proyecto alternativo.
Eso en medio de continuas declaraciones, rumores y amenazas sobre un posible adelantamiento de las elecciones que fueron interrumpidas por el ataque en la sinagoga del barrio Har Nof el martes. Unas horas después del atentado, en una conferencia de Prensa que comenzó en horario de máxima audiencia de los informativos, el primer ministro israelí habló de la necesidad de estar unidos ante el peligro del terrorismo y llamó públicamente a los líderes de los partidos de la oposición –mencionándolos por nombre y apellido– a que se sumen a su Gobierno. Poco después, el diputado Zeev Elkin, en su nombre, contactó con los líderes de todos los partidos, pero las respuestas estuvieron lejos de lo esperado.
«La unión es muy importante, en especial en tiempos difíciles como éste. Pero mi partido no será parte de un Gobierno cuya política no proporciona a los ciudadanos seguridad ni esperanza», dijo Ytzjak Herzog, líder del Partido Laborista, Avodá, y advirtió de que «hay que generar un cambio». La secretaria del partido de izquierda Meretz, Zehava Galon, respondió que rechaza participar «en un Gobierno que sólo añade leña al fuego». Y por si a alguien le quedaban dudas acerca de su opinión, agregó: «Es una pena que se utilice este ataque criminal para cínicos fines políticos. Si el primer ministro opta por reanudar las negociaciones de paz, Meretz lo respaldará». También la respuesta de Shaul Mofaz, líder del partido de centro Kadima, fue una rotunda negativa. Los representantes ultraortodoxos, a quienes el propio Netanayahu dejó fuera del Gobierno después de las últimas elecciones, dijeron que lo pensarían. Y todavía lo están pensando.
Ajeno a estas preocupaciones, y mientras su partido mejora en las encuestas de intención de voto, el ministro de Economía y líder de extrema derecha Naftali Bennet pidió «una operación militar para terminar con la infraestructura terrorista en el este de Jerusalén». Los analistas políticos interpretaron sus palabras como el comienzo de la campaña electoral. Además, sigue pendiente el conflicto acerca del presidente palestino Mahmud Abas. Después de que Netanyahu lo acusara una y otra vez de incitar a la violencia y complicidad, y que algunos ministros lo calificaran de «terrorista político», el jefe del Servicio de Inteligencia Interior, Yoram Cohen, dijo que el presidente palestino «no alienta ni apoya el terrorismo». Las balbuceantes explicaciones posteriores del primer ministro no convencieron a nadie y sólo dejaron expuestas las contradicciones internas del Gobierno entre quienes creen que se ha llegado a esta situación debido al congelamiento del proceso de paz y la falta de diálogo y los que sostienen que Abas instiga al pueblo palestino a cometer atentados.
En medio de todo este debate, y tras conocer la muerte de un policía en la sinagoga, Netanyahu dio los primeros pasos para demostrar que su mensaje de «mano dura» contra los terroristas va en serio. Antes del amanecer, mientras los primeros fieles volvían a la sinagoga atacada el martes, era derribada la casa de un palestino que en octubre mató a dos personas en un ataque con su coche contra una parada de tranvía en Jerusalén. La vivienda de Abdel Rahman Shaloudi, de 21 años, situada en el barrio de Silwan, en Jerusalén Este, había sido desde entonces escenario de enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y manifestantes palestinos que se reprodujeron ayer. El primer ministro anunció también que se reforzará la seguridad de la ciudad con el envío adicional de mil agentes que se suman a los 3.000 desplegados.
Por otro lado, las autoridades aprobaron también ayer la construcción de 78 nuevas viviendas en dos barrios de Jerusalén Este, a pesar de los llamamientos internacionales a Netanyahu para que ponga fin a este tipo de prácticas. Una comisión de urbanismo de Jerusalén autorizó la construcción de 50 en Har Homa y de otras 28 en Ramot, según una portavoz municipal, dos zonas consideradas barrios de la ciudad por el Gobierno.
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