Política

Violencia racista

El odio se adueña de la campaña en EE UU

El envío de bombas a líderes demócratas y la matanza en una sinagoga de Pittsburgh coinciden con el aumento de los mensajes y amenazas de los grupos de extrema derecha en redes sociales. Los sondeos indican que el «fenómeno Trump» fomenta la intolerancia.

Dos mujeres honran la memoria de las víctimas del ataque a la sinagoga Árbol de la Vida de Pittsburgh
Dos mujeres honran la memoria de las víctimas del ataque a la sinagoga Árbol de la Vida de Pittsburghlarazon

El envío de bombas a líderes demócratas y la matanza en una sinagoga de Pittsburgh coinciden con el aumento de los mensajes y amenazas de los grupos de extrema derecha en redes sociales. Los sondeos indican que el «fenómeno Trump» fomenta la intolerancia.

Empieza la cuenta atrás para las elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos. Mientras 90 millones de estadounidenses son llamados a las urnas en tan sólo diez días (6 de noviembre), una creciente ola de odio ensombrece el escenario político de costa a costa del país. Grupos radicales han visto reforzados sus mensajes con un presidente Donald Trump que ha favorecido esa campaña de odio en todas direcciones. Los medios de comunicación, las mujeres, los colectivos contra el racismo, la comunidad LGTB y un extenso listado de grupos minoritarios se han visto afectados por sus ataques directos o indirectos desde que llegara al poder.

El último de ellos, protagonizado por Robert Bowers, un estadounidense de 46 años detenido por el ataque contra la sinagoga en Pittsburgh del sábado, con el resultado de once muertos y seis heridos. El autor de la masacre había publicado mensajes antisemitas en una red social de ultraderecha, en cuyo perfil podía leerse: «Los judíos son los hijos de Satanás». Su foto de portada era una pistola de radar con el número «1488»: el 14, en referencia a un eslogan del supremacismo blanco de 14 palabras y el 88 a un símbolo neonazi que significa «Heil Hitler». Votante registrado en el condado de Allegheny (Pensilvania), odiaba también abiertamente al presidente Trump, a quien había dedicado otros mensajes acusándole de ser un «globalista incapaz de detener la infestación judía» de EE UU.

Éste no ha sido un caso aislado. Días antes, otro fanático era detenido en Florida como responsable del envío de paquetes bomba hacia diversas personalidades demócratas como los Obama, Hillary Clinton, Robert de Niro, la sede de CNN en Nueva York y varios senadores. César Sayoc, estadounidense de 56 años, también había publicado violentos mensajes de odio en las redes sociales y en su propia furgoneta. Su ira hacia los críticos de Trump había ido en aumento contra liberales e inmigrantes, hasta que envió los artefactos caseros que pusieron en alerta a todo el país.

Otra creciente problemática que está reforzando estos casos aislados de fanatismo radical es el uso extendido de las redes sociales para difundir odio sin ningún tipo de control. Twitter, Facebook y otras plataformas digitales se han convertido en la herramienta principal para difundir mensajes en tiempo real, cuyo ejemplo más claro es el propio presidente.

Mientras tanto, sí se cuenta ya con cifras de ese aumento de apoyo a grupos radicales y violentos y a su peligroso potencial de crecimiento desde que Trump está en el poder. El antisemitismo ha sido el último ejemplo de ese creciente movimiento en el país. Según un estudio de la Liga Antidifamación, los ataques contra judíos aumentaron un 57%, hasta llegar a los 2.000. Precisamente, justo antes del ataque en la sinagoga de Pittsburgh, la organización de defensa judía había alertado del preocupante incremento de acciones violentas antisemitas en la campaña de las próximas elecciones de mitad de mandato. «Antes de la elección del presidente Donald Trump, los ataques antisemitas eran pocos y excepcionales, incluso para los judíos norteamericanos más expuestos. Después de su victoria en 2016, el antisemitismo se ha normalizado y el acoso es algo que vemos a diario», concluyó el estudio, que analizó cerca de siete millones de mensajes en Twitter.

Los altercados de Charlottsville el año pasado, la mayor marcha de supremacistas blancos de los últimos años en Estados Unidos, dejó un balance de tres víctimas mortales y un creciente aumento del movimiento ultraderecha extendido al resto del país. El número de agrupaciones extremistas y grupos neonazis subió un 22% durante 2017 hasta alcanzar las 121 organizaciones, ubicadas principalmente en California, Florida y Texas, según la organización antirracista Southern Poverty Law Center (SPLC). También aumentaron los movimientos antiinmigrantes y anti homosexuales. El «fenómeno Donald Trump» y sus continuas salidas de tono están sembrando el odio a lo largo y ancho del país, según los sondeos. Y aunque Estados Unidos está más dividido que nunca en muchos aspectos, es una realidad que los efectos de esa división son todavía difíciles de prever. La competición entre demócratas y republicanos irá mucho más allá de una simple votación y las urnas tendrán la última palabra el próximo 6 de noviembre.

Será entonces, en las elecciones «Midterms», cuando se renueve la totalidad de la Cámara de Representantes (435 escaños) y un tercio del Senado (35 de 100), así como gobernadores y legislativos estatales también trascendentales para el futuro del país. Las últimas encuestas prevén que los demócratas recuperen el control del Congreso por primera vez desde 2010. Esta última votación supone, en realidad, una prueba de fuego para el actual presidente, donde se juzga su propia gestión a mitad de su mandato y su posible continuidad de cara a las presidenciales de 2020. Trump ya ha manifestado su intención de volver a presentarse.