
Avión de combate F-35
El escuadrón de F-35 de los marines establece un nuevo récord: más de 5.000 vuelos y ni un fallo
Un escuadrón de cazas F-35B de los Marines estadounidenses bate todos los récords en Oriente Medio: más de mil misiones de combate y casi 5.000 horas de vuelo en cinco meses sin un solo incidente

El Pentágono tiene motivos para celebrar. El caza furtivo F-35B del Cuerpo de Marines de Estados Unidos ha culminado una de las pruebas de fuego más exigentes de su historia reciente: un despliegue de cinco meses en Oriente Medio que ha servido para despejar cualquier duda sobre su capacidad. El escuadrón VMFA-542, conocido como los «Tigers», ha demostrado un rendimiento operativo impecable, sin registrar un solo fallo técnico o contratiempo en una de las regiones más complejas del planeta. Este nivel de confianza en la plataforma se refleja en las decisiones estratégicas del Pentágono, que sigue apostando por este caza mientras cancela la financiación de otros aviones de combate que no han alcanzado el mismo estándar.
De hecho, los datos de la misión avalan este éxito con una contundencia abrumadora. Durante su estancia en el extranjero, la unidad completó un total de 1.099 salidas de combate que se tradujeron en 4.736 horas de vuelo seguras. Estas cifras no solo marcan nuevos récords para la aviación del Cuerpo de Marines, sino que también son el resultado de haber mantenido una de las tasas de preparación de aeronaves más altas de toda la flota estadounidense.
La clave de esta eficacia reside en las capacidades del F-35B Lightning II, un caza de quinta generación cuya principal ventaja es su sistema de despegue corto y aterrizaje vertical (STOVL). Esta cualidad, una idea que comparten desde Interesting Engineering, le otorga una flexibilidad enorme, ya que le permite operar desde bases austeras o buques de asalto anfibio, lejos de las grandes pistas convencionales. Su polivalencia le ha permitido ejecutar desde misiones de apoyo aéreo cercano hasta labores de vigilancia y defensa contraaérea. Precisamente esta capacidad para transformar la doctrina militar es la razón por la que la adquisición del F-35 está redefiniendo el equilibrio del poder aéreo incluso para las naciones más pequeñas.
Una pieza clave en las operaciones conjuntas
Asimismo, el éxito de los «Tigers» no se entiende como un logro en solitario. Durante los cinco meses de misión, los cazas operaron de forma plenamente integrada con otras ramas de las fuerzas armadas norteamericanas, como el Ejército y la Armada, y con diversas naciones aliadas en la región. Toda la operativa se desarrolló bajo el mando directo del Mando Central estadounidense (CENTCOM), que coordinó las complejas misiones conjuntas. Esta colaboración internacional subraya la confianza global en la aeronave, un aspecto que el fabricante busca reforzar desmintiendo mitos sobre su control remoto y asegurando la soberanía de sus operadores.
Con la misión ya concluida, los efectivos del escuadrón han puesto rumbo de vuelta a su base en la Estación Aérea del Cuerpo de Marines de Cherry Point, en Carolina del Norte. El regreso a suelo estadounidense pone fin a un despliegue histórico que no solo refuerza el prestigio de la unidad, sino que consolida al F-35B como un pilar fundamental en la estrategia militar de Washington.
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