Opinión

El español en La Haya

«El Gobierno español con la participación del principal partido de la oposición parecen decididos a dar la batalla en la escena internacional para lograr que el español ocupe el espacio de la oficialidad en La Haya»

Sede del Ministerio de Asuntos Exteriores en la plaza Marqués de Salamanca
Sede del Ministerio de Asuntos Exteriores en la plaza Marqués de SalamancaMinisterio de Asuntos Exteriores

El 18 de enero de 2021 propuse en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España, con ocasión de mi discurso de ingreso, que el español debía ser lengua oficial de la Corte Internacional de Justicia, órgano principal de Naciones Unidas e instancia jurídica de más alto nivel. Entre los propósitos está reparar un error histórico cuando se decidió que únicamente el francés y el inglés fueran los idiomas oficiales. Más de cien años después de la decisión inicial, ha llegado el momento de resolver esta cuestión y otorgar al español el lugar que le corresponde en la ONU y en la escena internacional. Los argumentos que fundamentan la oficialidad del español son numerosos y tienen un profundo calado.

La importancia del español en el mundo, su valor como lengua en el campo científico, su proyección en la escena internacional son componentes que vienen acompañados del robusto significado jurídico del español y, sobre todo, de la constante participación de países de lengua española en los asuntos que se dirimen en la Corte de La Haya. Mi propuesta fue bien acogida por los órganos de la Real Academia, el presidente Manuel Pizarro y el presidente de la Conferencia Permanente de Academias Jurídicas de Iberoamérica, Rafael Navarro. Pero se está produciendo un salto cualitativo. El Gobierno español con la participación del principal partido de la oposición parecen decididos a dar la batalla en la escena internacional para lograr que el español ocupe el espacio de la oficialidad en La Haya.

La decisión del PSOE y del PP de presentar una moción en el Senado es una buena noticia, pero no debe caer después en el olvido. A partir de ahora, se tendrá que desplegar una intensa y acertada labor diplomática para sumar las voluntades de todos los países hispanohablantes, de los países iberoamericanos y, finalmente, del mayor número de Estados a los que se debe convencer y persuadir de que el español debe ser oficial en el órgano jurídico por excelencia de la comunidad internacional. Si el mundo habla español, también el derecho y la justicia internacionales deben hablarlo.