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Dron militar kamikaze
Un nuevo dron de ataque, bautizado como Artemis y ya validado en el frente ucraniano, se prepara para su fabricación a gran escala. Con la fase de pruebas operacionales superada con éxito en condiciones reales de combate, el proyecto da el salto a una producción masiva que se repartirá entre plantas de Estados Unidos, Alemania y la propia Ucrania. Este despliegue coordinado confirma que no se trata de un prototipo experimental, sino de una nueva arma cuya entrada en servicio a gran escala es inminente.
De hecho, el desarrollo del Artemis responde a una de las mayores debilidades tácticas de la guerra moderna: la dependencia de los sistemas de posicionamiento por satélite. La guerra electrónica se ha convertido en el talón de Aquiles de mucho armamento de precisión, pero este dron ha sido diseñado precisamente para anular esa vulnerabilidad a las interferencias. Su capacidad para operar sin cobertura GPS lo convierte en una herramienta formidable, capaz de alcanzar sus objetivos incluso en los escenarios más hostiles y tecnológicamente disputados. Esta capacidad es crucial en un conflicto donde también ha irrumpido un nuevo dron ruso que es inmune a la guerra electrónica, evidenciando una escalada en la carrera por la autonomía militar.
Para sortear este escollo, el Artemis se sirve de un avanzado sistema de puntería visual que le permite localizar y neutralizar sus blancos de forma autónoma. Esta tecnología, que combina el ordenador de misión Skynode N con un software de navegación patentado, es la piedra angular de su eficacia. Según detalla el medio Interesting Engineering, el sistema le permite identificar objetivos sin ayuda externa. A estas capacidades se suma un notable alcance operativo de 1.600 kilómetros y una capacidad para transportar cargas útiles de hasta 40 kilogramos. Esta innovación en el campo de batalla se produce mientras se conoce que, por su parte, Rusia utiliza herramientas de Nvidia para equipar sus propios drones con la capacidad de crear listas de objetivos de forma autónoma.
En este sentido, el programa Artemis está impulsado directamente por Estados Unidos a través de su Unidad de Innovación de Defensa, lo que evidencia la importancia que la administración del presidente Trump concede a este tipo de armamento independiente. Aunque nacido de las necesidades del conflicto en Ucrania, el proyecto ha contado con el músculo técnico de Auterion, una compañía de capital suizo-americano encargada de materializar esta nueva generación de drones de ataque. Este esfuerzo se enmarca en una estrategia más amplia, dado que Estados Unidos ha desarrollado drones kamikazes inspirados en los modelos de Irán para competir en este segmento armamentístico.
Por todo ello, aunque su diseño exterior recuerda al del conocido dron Shahed, su tecnología interna supone un salto tecnológico cualitativo. Esta semejanza externa oculta una plataforma mucho más sofisticada y resistente, diseñada para marcar un antes y un después en el campo de batalla. La experiencia recabada en Ucrania no solo ha servido para pulir su rendimiento, sino para consolidar un arma que redefine los límites de la guerra autónoma.
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