Precampaña

La atomizada izquierda francesa, fuera de juego en la batalla por el Elíseo

La candidatura de la ex ministra Taubira dispersa aún más el voto progresista, mientras la socialista Hidalgo lucha por sobrevivir

Últimos sondeos en Francia
Últimos sondeos en FranciaAntonio Cruz

La izquierda francesa sufre del peor mal que una campaña electoral puede ofrecer: mucho intento de líder para tan poco votante ilusionado. La irrupción de Christiane Taubira, popular ex ministra de Justicia en tiempos del expresidente François Hollande, en la campaña no ha venido a clarificar el panorama de la izquierda, como muchos esperaban, al menos de momento. Guyanesa de 69 años, Taubira se convirtió en un referente para la izquierda tras haber liderado la legalización del matrimonio igualitario en 2013.

Su candidatura llega respaldada tras ganar, el fin de semana pasado, la llamada «primaria popular», una iniciativa popular y ciudadana creada para impulsar a una figura que uniera a la izquierda ante los pésimos datos que muestran los sondeos. El problema del invento reside en que los propios inventores son cercanos a Taubira y por ello, el resto de candidatos de la izquierda no respaldaron un mecanismo del que ya se conocía el resultado antes de jugar la partida. El resultado final de todo este proceso destinado a la unión de la izquierda ha sido un poco más de fragmentación con otra candidatura más.

Con los sondeos en la mano, ninguno de la decena de candidatos de izquierdas se cuela entre los cuatro primeros puestos del ranking, que siguen ocupando el presidente Emmanuel Macron, los ultraderechistas Marine Le Pen y Éric Zemmour y la conservadora Valérie Pécresse. Macron, eso sí, liderando con una ventaja notable sobre los otros tres.

Para encontrar un candidato de izquierdas hay que esperar al quinto puesto de Jean-Luc Mélenchon, que bordea el 10% de intención de voto y sería, hoy por hoy y dados sus buenos resultados en 2017, el único que podría colarse en el pelotón de cabeza. Pero cuenta con el gran hándicap de no poder arañar el voto útil de muchos votantes del centroizquierda que lo siguen percibiendo como demasiado radical. «Las riñas de la izquierda de antaño no me interesan», comentó por su lado Mélenchon cuando se confirmó la candidatura de Taubira hace unos días.

Con el resto de candidatos de izquierdas rondando el 3% y 4% de los votos, Mélenchon siente que cuenta con la legitimidad para que sean los demás quienes se plieguen detrás de su candidatura si realmente quieren salvar a la izquierda. En algo lleva razón: su criterio no es el de una primaria ideada a su medida sino el que muestra la tozuda realidad demoscópica desde hace meses.

Pero los reproches en la izquierda incluso llegan desde el campo amigo. De esto saben bien en un partido socialista que está a punto de saltar por los aires con una candidata oficial, Anne Hidalgo, que sigue sin encontrar su dinámica de campaña.

A Taubira también le caen reproches desde el PS tirando de hemeroteca veinte años atrás. En 2002, Taubira hizo otro intento presidencialista quedándose a poco más del 2% de los votos y muchos consideran que fue en parte responsable de la situación que se produjo entonces, cuando el candidato socialista favorito de esos comicios, Lionel Jospin, se quedara por muy poco eliminado de una segunda vuelta a la que accedió el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, finalmente vencido por el conservador Jacques Chirac. Con aquel episodio en el armario, muchas voces del PS consideran que Taubira no puede pedir ahora a Hidalgo que se pliegue detrás de su candidatura.

Otro que no cede para fusionar su candidatura o retirarla es el ecologista Yannick Jadot. Este con otras razones, como el resto de protagonistas de esta nebulosa. Jadot cuenta con el impulso de las últimas elecciones municipales donde se produjo un claro triunfo de Los Verdes en las principales ciudades del país. Lo cual no significa ninguna transposición para las presidenciales y menos en un país como Francia, pero sí una legitimidad para su estrategia tras, además, haber ganado las primarias internas de su partido en otoño pasado.

Tras haberse fusionado históricamente como hermano menor de la candidatura socialista, ahora los verdes consideran que la realidad muestra que es el PS quien debe plegarse detrás de ellos.

Los fantasmas crecen a poco más de dos meses de las elecciones para muchos candidatos de esta fragmentada izquierda que arriesgan incluso con no llegar ni al 5% de votos necesario para que un partido pueda recuperar los gastos de campaña. En casos como el Partido Socialista sería un escarnio histórico.