"Chantaje"

La guerra del gas de Putin tensiona a la Unión Europea

Bruselas activa un mecanismo de solidaridad para garantizar el suministro

La UE se apresuró ayer a cerrar filas ante lo que considera un «chantaje» por parte de Rusia, en palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, después de que Polonia y Bulgaria comenzasen ayer a sufrir el corte del suministro de gas, por negarse a pagar en rublos, tal y como exige ahora Moscú. El mandatario ruso Vladimir Putin decidió introducir esta exigencia a partir de abril a todos los importadores extranjeros, como modo de sortear las sanciones impuestas por la UE, que han reducido a la mitad las reservas del país en moneda extranjera y han conllevado la puesta en marcha de controles de capitales.

Tras conocerse que la amenaza se había materializado, Bruselas convocó una reunión del grupo de coordinación del gas para analizar la situación. Todo indica que el club comunitario está afrontando esta primera embestida de manera unida. De momento, los países vecinos están suministrando este gas a los dos países concernidos y, en los próximos días, Bruselas liderará el trabajo de grupos regionales de países para que puedan establecerse mecanismos de solidaridad. Además, está previsto que la presidencia francesa convoque una reunión extraordinaria de los ministros de Energía de los Veintisiete. Según Von der Leyen, Rusia «ha fracasado una vez más», en su intento de dividir a la UE.

A pesar de que la alta dependencia europea respecto al gas ruso ha estado retrasando cualquier decisión de castigar con un embargo a la importación de hidrocarburos debido a las discrepancias entre las cancillerías –paso sí dado por Reino Unido y Estados Unidos– el Ejecutivo comunitario quiso ayer hacer un llamamiento a la calma, teniendo en cuenta que en los próximos días o semanas la lista de países perjudicados puede ir aumentando. «El anuncio de Gazprom de que unilateralmente cesará el suministro del gas a algunos Estados miembros es otra provocación del Kremlin. Pero no resulta una sorpresa que Moscú esté utilizando los combustibles fósiles para intentar chantajearnos. Esto es algo para lo que la Comisión Europea se ha estado preparando en coordinación estrecha y solidaria con los Estados miembros y nuestros socios internacionales. Nuestra respuesta será inmediata, única y coordinada», aseguró ayer Von der Leyen ante la Prensa.

Hace unas semanas, Bruselas anunció un plan para reducir a finales de año dos tercios la actual dependencia respecto al gas ruso. Además, el Ejecutivo comunitario ha estado negociando en los últimos meses rutas de suministro alternativas con el objetivo de incrementar el gas licuado que llega a la UE a través de barcos metaneros. El pasado mes de marzo, durante una comparecencia conjunta entre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la presidenta de la Comisión Europea, los dos líderes anunciaron que Washington aumentará un 68% sus exportaciones de gas licuado a la Unión Europea, lo que supondrá una cifra extra de 15.000 millones de metros cúbicos (15bcm) este año. Esto supone solo el principio de una alianza duradera, ya que Bruselas se ha comprometido a adquirir actualmente 50.000 millones de metros cúbicos (50bc) de gas licuado estadounidense de aquí al año 2030.

Infografía
InfografíaTania Nieto

Actualmente la UE tan solo produce el 10% de todo el gas que consume y del 90% restante, las importaciones rusas suponen el 40%. Estados Unidos posee gas de sobra, ya que en los últimos años ha utilizado la controvertida técnica del «fracking» para extraer gas esquisto de las rocas. De momento, el 20% del gas que consume la UE es licuado y esta cifra puede aumentar vertiginosamente en los próximos meses. Además, Bruselas ha puesto en marcha un plan para que los Estados miembros cuenten con reservas de gas de un 80% antes del próximo invierno. Ya antes de la invasión de Ucrania, Moscú había reducido significativamente el gas que estaba bombeando a los Veintisiete y Bruselas está investigando una posible práctica anticompetitiva por parte de Gazprom.

De momento, el único país europeo que había expresado sus intenciones de cumplir la nueva exigencia de Putin había sido la Hungría de Viktor Orban. Sin embargo, la agencia Bloomberg informaba ayer de que hasta diez empresas energéticas estaban dispuestas a ceder ante el Kremlin. Al ser preguntada sobre este tema, Von der Leyen recordó que el 97% de los contratos firmados estipulan «explícitamente» que el pago debe realizarse en euros o dólares y avisó de que aceptar esta petición rusa supondría un «alto riesgo para las compañías» y una violación de las sanciones impuestas por los Veintisiete tras la invasión de Ucrania.

De momento, la situación en Polonia y Bulgaria está bajo control y ninguno de los dos países está afrontando apagones. Precisamente, Varsovia es una de las capitales que más ha estado presionando en las últimas semanas para cortar por lo sano con el suministro del gas ruso. El primer ministro polaco, Mateusz Morawieki, calificó el paso dado por Gazprom como un «ataque directo a Polonia», pero ha dejado claro que el país cuenta ahora con reservas suficientes y que este corte no está afectando al abastecimiento de hogares y empresas. Aunque Bulgaria depende en un 90% del gas ruso, el Gobierno del país también ha asegurado que el suministro está al menos garantizado durante un mes.

A pesar de estas apelaciones a la tranquilidad, los mercados comenzaron ayer a reaccionar a este anuncio de Gazprom. Si bien en un primer momento el precio del gas natural vivió un repunte de un 20%, al final de la jornada este incremento se moderó un 5% respecto al día anterior en el TTF holandés.