Municipales

Johnson, de arma infalible a lastre para los conservadores británicos

El «premier» afronta en las locales del jueves su primer examen electoral tras el «Partygate»

El "premier" británico, Boris Johnson, a la puerta del número 10 de Downing Street
El "premier" británico, Boris Johnson, a la puerta del número 10 de Downing StreetANDY RAINAgencia EFE

Boris Johnson ha sido durante mucho tiempo un arma infalible para el Partido Conservador. Solo él podía dar a los “tories” la alcaldía de Londres, cuando tradicionalmente la capital siempre había apostado por los laboristas. Solo él podía dar esperanzas de triunfo a los euroescépticos cuando el Brexit se veía imposible. Solo él podía conseguir en 2019 una aplastante mayoría no vista desde los tiempos de Margaret Thatcher cuando Westminster atravesaba una de sus peores crisis por las negociaciones de un divorcio interminable.

Y, sin embargo, la formación ha decidido excluir ahora cualquier tipo de mención al excéntrico político en los folletos que se reparten estos días, puerta por puerta, de cara a las elecciones locales del 5 de mayo. La “marca Boris” sencillamente ha dejado de ser rentable. Es más, se ha convertido en un lastre.

Todo apunta a que la oposición laborista, que saca hasta nueve puntos de ventaja, arrebate a los conservadores gran parte de los 4.000 escaños que están en juego en 146 consistorios de Inglaterra, de un total de 333. En Escocia, donde dominan los independentistas, se renuevan todos sus 32 ayuntamientos, así como los 22 de Gales. Las municipales coinciden además con las `autonómicas´ de Irlanda del Norte, donde los católicos del Sinn Fein podrían hacer historia al convertirse, por primera vez, en la formación más votada.

La cita con las urnas llega en un momento especialmente delicado para el primer ministro. Pese a que la guerra de Ucrania le dio un momento de tregua, el escándalo del Partygate vuelve a dominar la agenda de Westminster. Johnson recibió a mediados de abril una multa de Scotland Yard por la pequeña fiesta sorpresa que su pareja Carrie le organizó por su cumpleaños en plenas restricciones por covid en 2020, convirtiéndose así en el primer jefe de Gobierno en ser multado por violar la ley. Y ahora se convertirá en el primer inquilino de Downing Street en ser investigado para esclarecer si ha mentido deliberadamente al Parlamento cuando repitió en varias ocasiones que se habían seguido las normas, lo que podría acabar forzando su dimisión.

Los partidarios del primer ministro confían en que superará la crisis, aun cuando, según una encuesta reciente, la palabra más asociada con Johnson es la de “mentiroso”. Los aliados insisten que incluso una pérdida de 800 escaños en las elecciones locales podría considerarse “leve” en comparación con los 1.300 asientos perdidos bajo el mando de Theresa May en mayo de 2019.

Durante los doce años que lleva en el Gobierno, el Partido Conservador ha sido una máquina infalible de resiliencia, sabiendo vender al electorado que con cada nuevo líder comenzaba una etapa que nada tenía que ver con la atención. Poco se parece la formación de David Cameron de 2010 con la de Boris Johnson en 2022.

En los comicios locales, tradicionalmente, el partido en el poder nunca ha salido bien parado. Si hay varapalo tienen justificación para ello. En cualquier caso, por primera vez, entre las filas “tories” hay verdadero nerviosismo ante la posibilidad de perder el poder en las próximas generales, previstas para 2024.

Según la web ConservativeHome (biblia para los tories), el 58% de los miembros conservadores cree que los medios exageran con el escándalo del “Partygate” y que no es tan importante para los votantes. La encuesta interna que preocupa especialmente a los estrategas es que, en la economía, la ventaja de los conservadores sobre los laboristas se ha derrumbado. Las filas de Keir Starmer son vistos ahora como el partido de los bajos impuestos. Y ese sí es un verdadero problema porque el elevado coste de vida hace cada vez más mella en los hogares británicos.

En este sentido, si las elecciones locales suponen un fracaso para los “tories”, los rebeldes podrían empezar a organizarse. Particularmente si se pierden concejales en el llamado “Muro Rojo” del norte de Inglaterra donde -gracias al Brexit- Johnson logró en las últimas generales gran protagonismo en una zona tradicionalmente laborista.

Se necesitan reunir 54 cartas para activar una moción de confianza al liderazgo del primer ministro. Y aunque algunos medios apuntan a que el desafío podría llegar tras los comicios de mayo, es más probable que los rebeldes esperen a ver cómo se desarrollan los acontecimientos con el “Partygate”.

La investigación de Scotand Yard continúa y no se descarta que el inquilino del Número 10 reciba más multas, ya que participó en tres de los doce eventos que investiga ahora la Policía. Cuando terminen la pesquisa policial, se publicará además la investigación interna realizada al respecto por la alta funcionaria Sue Gray, quien ya adelantó a principios de este año que “hubo fallos de liderazgo y juicio”. Hay muchos rumores de que el documento es explosivo y pondrá a Johnson en una situación verdaderamente complicada.

De momento, los “tories” le mantienen como líder por la misma razón por la que mantuvieron a Theresa May durante tanto tiempo: no pueden ponerse de acuerdo sobre quién debe ser el sucesor.

El ministro del Tesoro,Rishi Sunak, que durante tiempo fue visto como el gran favorito se ha quedado ahora sin ninguna posibilidad. Y no solo por el hecho de que también ha sido multado por el “Partygate”, sino porque su popularidad ha caído en picado tras la subida de impuestos y un escándalo respecto al estatus fiscal de su mujer.

Por su parte, Ben Wallace, el titular de Defensa, es el nuevo favorito entre algunos parlamentarios conservadores, gracias a su manejo de la crisis de Ucrania. Se le atribuye haber persuadido al primer ministro para que enviara armamento defensivo antes de la invasión de Rusia, contra la oposición de su propio departamento y de Whitehall en general. Pero le falta carisma. Y otra que está en la lista es Liz Truss, responsable de Exteriores. Es muy popular entre las bases, pero dentro de las filas despiertan tantas filias como fobias. No son pocos los que dicen “cualquiera menos Truss”.