Testigo directo
“Nos robaron nuestra graduación, nuestra infancia. Pero queremos mostrar que la vida continúa”
Finales de mayo y principios de junio suele ser un momento feliz para los millones de estudiantes ucranianos, pero con la invasión rusa, todo ha sido diferente
Diana Inshyna es una estudiante de medicina de sexto año de Leópolis, en el oeste de Ucrania. En lugar de reunirse con sus compañeros de estudios para la ceremonia de graduación, marca el final de sus estudios caminando sola por su alma mater por última vez como estudiante. Mientras camina, empieza a sonar la sirena del alarme aéreo. “Hace unos meses estaba pensando en cómo voy a celebrar mi graduación. ¡Ahora solo quiero desesperadamente que esta guerra termine y que celebre la victoria de Ucrania!”.
Finales de mayo y principios de junio suele ser un momento feliz para los millones de estudiantes ucranianos que dejan sus escuelas y universidades y se preparan para disfrutar de largas vacaciones. Quienes se gradúan marcan el final del año escolar en una serie de festividades. La ceremonia oficial, con discursos de los profesores y algunos rituales, como el último sonido de la campana de la escuela, suele ir seguida de una fiesta que dura hasta la mañana. Está precedido por una serie de sesiones de fotos en la escuela y los sitios más bellos de su ciudad para el álbum de graduación.
La invasión rusa puso todo patas arriba. 10 de las 24 provincias ucranianas han visto combates con las tropas rusas sobre su terreno. Al menos tres millones de niños ucranianos abandonaron el país o tuvieron que trasladarse a otra región de Ucrania. 111 escuelas y 5 universidades fueron destruidas completamente, mientras el número total de las instituciones escolares dañadas por las bombas y tanques rusos casi alcanza 2000.
Aun así, después de una pausa de algunas semanas o meses tras el comienzo de la invasión rusa, la mayoría de las escuelas y universidades renovaron sus estudios online. Miles de maestros continuaron su trabajo desde refugios antibombas, mientras cientos de miles de niños refugiados se conectaron desde todo el mundo. Sin embargo, no se puede ni hablar de grandes ceremonias y festividades mientras los misiles rusos continúan cayendo sobre las ciudades ucranianas y los ucranianos están de luto por sus compatriotas caídos cada día.
Chernigiv y Járkiv vieron algunas de las mayores destrucciones hasta que las tropas ucranianas lograron alejar a las tropas rusas. A pesar del dolor, muchos estudiantes han optado por ser desafiantes ante la barbarie rusa.
Una foto de Valeria, de 16 años, con su vestido rojo de graduación en el fondo de su escuela destruida en Járkiv se volvió viral en Ucrania. Fue publicado en Facebook por su tía Anna Episheva: “La escuela de mi sobrina fue destruida el 27 de febrero. Volvió a lo que quedaba del edificio y de sus planes para la graduación. Gracias, mi querida Valerie, por ser fuerte y valiente, ¡muy orgullosa de ti!”.
Anna cuenta las palabras de Valeria: “Tenía tantos amigos en la escuela, todos éramos como una gran familia. Estábamos eligiendo nuestros vestidos y estábamos felices de que todos estarían tan guapas el día de la graduación. ¡Pero el “Mundo Ruso” vino a nosotros y destruyó todos nuestros planes, todo lo que soñábamos tanto!”.
La escuela número 134 en Járkiv, donde estudiaba la joven ucraniana, se convirtió en el epicentro de los combates intensos cuando las fuerzas de élite rusas entraron en la segunda ciudad más grande de Ucrania en los primeros días de la invasión. El medio ucraniano “Hromadske” relata cómo varias unidades ucranianas decidieron asaltar la escuela para evitar que las fuerzas especiales rusas recibieran refuerzos y se adentraran más en la ciudad. La batalla duró todo el día, piso por piso, y terminó con la victoria de las fuerzas ucranianas. Sin embargo, la escuela fue quemada hasta los cimientos.
Chernigiv vio una destrucción aún mayor con la ciudad casi convirtiéndose en otro Mariupol. Los misiles rusos mataban a personas en sus hogares y en las colas para el pan y el agua. La mitad de la población de la ciudad huyó, casi todas las escuelas fueron dañadas, así como cientos de otros edificios.
Un joven fotógrafo, Stanislav Senyk, decidió que debía preservar la realidad de la guerra para las próximas generaciones. Encontró tres clases de estudiantes en Chernigiv que eligieron los lugares donde querían tomarse las fotos para sus álbumes de graduación. Una de las alumnas, Kateryna, cuenta: “Nos robaron nuestra graduación, nuestra infancia. Pero queríamos mostrarle al mundo que la vida continúa”.
“Estos estudiantes tendrán hijos que comenzarán a hacer preguntas sobre lo que está sucediendo ahora en Ucrania. Al igual que les preguntamos a nuestros abuelos que sobrevivieron a la hambruna creada por el gobierno soviético o la Segunda Guerra Mundial. Si tuvieran fotos, habría llevado sus historias más cerca de mi corazón”.
En lugar de realizar ceremonias de graduación, la mayoría de las escuelas y universidades optaron por publicar online los saludos de los profesores a sus alumnos. Esta vez los profesores desearon a sus alumnos sobre todo paz y victoria. “Recuerden, incluso la lluvia más fuerte es seguida por un arcoíris. ¡Todo será Ucrania!”.
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