Reino Unido

Crece la presión contra Johnson al reconocer que sí conocía antecedentes del escándalo sexual de Pincher

El exdiputado ‘tory’ está acusado de manoseos a más de una docena de hombres en la última década

El primer ministro británico, Boris Johnson
El primer ministro británico, Boris JohnsonDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

Aumenta la presión contra Boris Johnson después de que Downing Street haya confirmado este lunes que el primer ministro sí tenía constancia de que existía malestar dentro del Partido Conservador sobre la conducta indebida del exdiputado ‘tory’ Chris Pincher, acusado de manoseos a más de una docena de hombres en la última década, cuando este febrero le nombró responsable de disciplina de la formación.

Un portavoz del Número 10 admitió que Johnson sabía que había habido acusaciones contra Pincher por comportamiento sexual inapropiado, que o bien se habían resuelto o no habían generado ninguna queja formal, pero que en ese momento no se consideró necesario bloquear su nombramiento.

“No puedo entrar en demasiados detalles pero (Johnson) tomó nota sobre algunas de las alegaciones que se hicieron, si bien no hubo quejas oficiales en aquel momento y se consideró que no era apropiado frenar un nombramiento simplemente por acusaciones sin sustancia”, explicó el portavoz.

El parlamentario, que ha pedido perdón y ha especificado que está buscando apoyo médico profesional, ha sido suspendido del partido. Pero es el futuro de Johnson el que vuelve a ser objeto de un frenético debate porque el manejo de la crisis ha revelado un patrón de comportamiento que para muchos comienza a ser ya “preocupante”.

Primero mutismo absoluto, para mandar luego a un ministro del Gabinete a dar la cara. Negar que estuviera al tanto de la información, para luego reconocer que lo sabía. Cálculo erróneo, evasión de responsabilidades, ofuscación, demora en la toma de acciones y desaparecer de escena. Así funciona, o mejor dicho, no funciona el Número 10.

El episodio coincide con las elecciones a la dirección del llamado Comité 1922, que reúne a los `tories´ sin cartera. Y todo apunta a que los rebeldes obtendrán los votos necesarios para poder cambiar las normas del partido y así celebrar otro desafío al liderazgo del primer ministro.

Cuando Johnson ganó por un estrecho margen un voto de confianza el mes pasado -por 211 votos contra 148- se le otorgó un año de inmunidad. Pero las reglas podrían ahora cambiarse para celebrar otra votación si así lo demanda el 25% de los diputados conservadores.

En 2017, Pincher ya tuvo que dimitir como “whip junior”, acusado de haber hecho proposiciones sexuales a un atleta olímpico y potencial candidato conservador en las elecciones. Fue absuelto después de una investigación interna. Reincorporado por la ex primera ministra Theresa May, se unió al ministerio de Asuntos Exteriores como secretario de Estado cuando Johnson llegó al poder en julio de 2019.

Más allá del futuro del inquilino de Downing Street, el escándalo revela una cultura generalizada de abuso. Un diputado sospechoso de violación, sin ser nombrado, fue detenido y puesto en libertad bajo fianza a mediados de mayo. Otro renunció en abril por mirar pornografía en su móvil en pleno debate en la Cámara de los Comunes y un tercero fue condenado en mayo a 18 meses de cárcel por agresión sexual a un adolescente de 15 años.

Estos dos últimos casos forzaron recientemente elecciones parciales donde los conservadores no lograron retener los escaños. Tras las humillantes derrotas, Oliver Dowden, presidente del Partido Conservador, presentó su dimisión agregando que “alguien debe asumir la responsabilidad”. Toda una indirecta para un Johnson que está en sus horas más bajas.