Segundo mandato

Macron II resiste a los extremismos en Francia

Las elecciones cambiaron el equilibrio de fuerzas en una Asamblea Nacional en la que el presidente francés pierde poder en favor de unos partidos radicales en alza

Emmanuel Macron abraza a Kylian Mbappe tras la final del Mundial de fútbol
Emmanuel Macron abraza a Kylian Mbappe tras la final del Mundial de fútbolDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

Un segundo mandato para Emmanuel Macron, una transición en la ultraderecha y la confirmación de la casi irrelevancia para los partidos tradicionales. Así podríamos resumir en tres brochazos lo que ha sido un intenso año político 2022 en Francia. Doce meses en los que se han sucedido las elecciones presidenciales y legislativas que cambiaron en parte el mapa político francés: no en cuanto al poder en el Elíseo, pero sí en el equilibrio de fuerzas de la Asamblea Nacional. Los franceses dejaron un mensaje nítido tras su paso por las urnas cuatro veces (dos elecciones a doble vuelta en mayo y junio) querían renovar a Macron en la presidencia, pero despojándolo de su corona de poder absoluto. Y eso hicieron. Las legislativas no otorgaron el tradicional rodillo legislativo al presidente, que se ha visto forzado desde entonces a tener que llegar a acuerdos parlamentarios a derecha e izquierda para pasar leyes o a utilizar en algunos casos el arma del decreto lo cual ya le ha costado alguna moción de censura al Gobierno de la primera ministra, Elisabeth Borne. Así los franceses están descubriendo la actividad parlamentaria, algo tan común en cualquier democracia occidental, pero que en el caso de la V República venía perdiendo interés por las mayorías absolutas presidenciales.

Francia arrancó el año con la presidencia rotatoria de la Unión Europea que tuvo que readaptarse por completo a la guerra. Putin y su invasión de Ucrania condicionaron los tiempos de la política internacional y también de la francesa. Ucrania formó parte de la campaña francesa, aunque más que de geopolítica, las preocupaciones apuntaran a las consecuencias del conflicto bélico como la subida de precios o la crisis energética. La ultraderecha francesa tuvo el difícil equilibrio de lidiar con su historial con Putin mientras Macron se desentendió de la campaña para proyectar en el exterior su imagen de hombre de Estado. Le salió bien la jugada para renovar en el cargo tras un quinquenio gobernado a golpe de crisis: sanitaria, pandemia y guerra.

La pimienta de las elecciones la puso el izquierdista Jen Luc Mélenchon que por un puñado de votos casi roba a Marine Le Pen la segunda plaza. Estos tres grandes personalismos de la política francesa (Macron, Le Pen y Mélenchon) son las cabezas de una estructura tripolar de tres movimientos ya consolidados en la Francia actual. En un congreso a principios de noviembre, Le Pen pasó el testigo de la presidencia del Reagrupamiento Nacional a Jordan Bardella, su mano derecha.

Le Pen sigue siendo la líder indiscutible, pero la elección de un nuevo presidente responde a la voluntad de homologar al RN como un partido al uso, un paso más en la estrategia para conquistar el poder. Los demás buscan su brújula. Lo hacen Los Republicanos, el gran partido de Chirac y de Sarkozy ahora hecho trizas que acaba de celebrar primarias hace unos días y ha escogido con su nuevo líder, Eric Ciotti, el camino de derechizarse aún más y romper cordones sanitarios con los ultra Le Pen o Éric Zemmour. También buscan su camino los socialistas, cuya voz parece ahora menguada en la gran coalición de izquierdas con la que se presentaron a las legislativas y cuya adhesión provocó un cisma.