Parálisis política
Irlanda del Norte cumple un año sin Gobierno tras el último fracaso
Los unionistas del DUP mantienen su bloqueo a una coalición con el Sinn Fein hasta que no se reforme el Protocolo de Irlanda
La política en Irlanda del Norte sigue convertida en un paciente en estado de coma. No hay actividad. Y lo más preocupante es que no hay perspectivas de mejora. Los partidos del Parlamento de Belfast agotaron ayer el nuevo plazo que tenían para formar Gobierno de coalición sin ningún tipo de avance. Por lo que los norirlandeses llevan ya cerca de un año sin Ejecutivo en Stormont en plena crisis económica y huelgas de todo tipo por parte del sector público reclamando mejoras salariales ante la peor inflación de los últimos cuarenta años. El colapso es la consecuencia directa del Brexit.
Los nacionalistas del Sinn Fein consiguieron un triunfo histórico en las últimas elecciones autonómicas al convertirse, por primera vez, en el partido más votado. El Acuerdo de Viernes Santo de 1998, que selló la paz entre católicos y protestantes, obliga a ambas comunidades a gobernar en coalición.
Sin embargo, los unionistas del Partido Democrático del Ulster (DUP) se niegan a mover ficha hasta que el Gobierno central de Londres cambie el Protocolo de Irlanda, pieza clave del pacto de divorcio que se cerró con Bruselas y que obliga ahora a realizar nuevos controles aduaneros en la provincia británica.
El ministro británico para Irlanda del Norte, Chris Heaton-Harris, señaló ayer que, de momento, no convocará nuevas elecciones anticipadas en la región. No obstante, recordó que está obligado a designar una fecha para celebrar esos comicios “en las próximas doce semanas”. Las prórrogas intentan ganar tiempo mientras el Gobierno central negocia con la UE una solución respecto a la polémica.
Pese a que los británicos abandonaron oficialmente el bloque en enero de 2020, los controles aduaneros en Irlanda del Norte nunca se han llegado a implementar en su totalidad. Durante todo este tiempo, el ala dura del Partido Conservador y los unionistas norirlandeses del DUP han tratado de reescribir lo pactado con la UE asegurando que no funciona.
Las tensiones entre Londres y Bruselas llegaron a su clímax cuando el ex primer ministro Boris Johnson llegó a amenazar con romper unilateralmente el tratado internacional. Pero con el moderado Rishi Sunak - que a pesar de ser un euroescéptico convencido es un político pragmático- las cosas han cambiado considerablemente.
Por primera vez existe optimismo para que Londres y Bruselas lleguen a un consenso. Ambas partes han entrado en lo que se conoce como la `fase túnel´, en la que se encierran sin filtrar detalles con el objetivo de conseguir la esperada fumata blanca.
A principios de este año, cerraron un acuerdo respecto al acceso de la UE a los sistemas digitales británicos de información aduanera. Las bases, por tanto, para relajar los controles fronterizos parece que ya se han conseguido. Pero el gran problema de fondo sigue siendo la cuestión de la soberanía.
Tras el Brexit, a fin de evitar frontera dura con la República de Irlanda -tal y como se establece el Acuerdo de paz de Viernes Santo-, la provincia británica de Irlanda del Norte quedó con un estatus diferente al del resto del Reino Unido, ya que se quedó dentro del mercado único y la unión aduanera. Y eso supone que está ahora en la órbita regulatoria de Bruselas con el Tribunal de Justicia de la UE como árbitro final para los asuntos relacionados con el IVA, comercio y las ayudas estatales, algo que tanto el DUP como los `tories´ del núcleo duro se niegan a aceptar.
Sunak, por tanto, lo tiene complicado. En abril se cumple el 25º aniversario del pacto que selló la paz entre católicos y protestantes. Estados Unidos -donde hay un gran “lobby” irlandés- estuvo muy implicado en estas negociaciones, por lo que no se descarta que Joe Biden acuda a la ceremonia. Aunque los festejos podrían quedar completamente arruinados si Belfast sigue para entonces sin Ejecutivo.
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