Tensión

Intercambio de golpes entre barcos de China y Filipinas por el control del arrecife Scarborough

Pekín dispara cañones de agua contra barcos filipinos que, según Pekín, embistieron contra un buque chino

Filipinas acusa a China de dañar un buque con el uso de cañones de agua en el mar de China Meridional, en una foto de archivo
Filipinas acusa a China de dañar un buque con el uso de cañones de agua en el mar de China Meridional, en una foto de archivoEuropa Press

El Mar del Sur de China vuelve a ser escenario de un peligroso rifirrafe entre China y Filipinas. En esta ocasión, la Guardia Costera china ha acusado a un buque filipino de colisionar de forma "intencionada" con una de sus embarcaciones cerca del atolón de Scarborough, conocido como Huangyan en China y Panatag o Beting en Filipinas. El incidente, ocurrido este martes, ha desatado una nueva ola de duros reproches mutuos en una zona ya marcada por años de disputas territoriales. Manila, por su parte, no se ha quedado de brazos cruzados y ha tildado las acusaciones de Pekín de "propaganda barata" y "desinformación".

Según el portavoz chino Gan Yu, más de diez embarcaciones gubernamentales filipinas irrumpieron "ilegalmente" en aguas que China considera suyas, acercándose al atolón desde múltiples direcciones. El buque filipino PCG 3014, tras desoír advertencias y restricciones de navegación, habría embestido a un barco de la Guardia Costera china en una maniobra que Pekín calificó de "peligrosa y poco profesional". Como respuesta, los chinos desplegaron cañones de agua y otras "medidas de control" para expulsar a las naves filipinas, asegurando que actuaron "conforme a la ley".

Desde Manila, la reacción no se hizo esperar. Un portavoz del Consejo Marítimo filipino desmintió categóricamente las acusaciones, acusando a China de orquestar una campaña de desinformación para justificar sus tácticas agresivas. Según Filipinas, son los chinos quienes provocan con maniobras intimidatorias, como el uso de cañones de agua o el sobrevuelo de cazas sobre aviones filipinos en la región. "Esto no es más que otro capítulo en el manual de Pekín para imponerse por la fuerza", señaló la fuente.

El choque llega en un momento especialmente delicado, apenas una semana después de que China anunciara su intención de convertir el atolón en una reserva natural, una decisión que Filipinas ve como un movimiento estratégico para afianzar su control sobre la zona. Este arrecife triangular de 150 kilómetros cuadrados, rico en recursos pesqueros, es un punto clave en una ruta comercial por la que circulan más de 3 billones de dólares anuales. Analistas consultados coinciden en que Pekín está poniendo a prueba la respuesta de Manila, mientras refuerza su narrativa de soberanía con gestos como la declaración de la reserva.

Las tensiones en Scarborough no son nuevas. Durante años, ambos países se han acusado de provocaciones, desde bloqueos a pesqueros hasta maniobras navales arriesgadas. Aunque hasta ahora no se ha llegado a un conflicto armado, la escalada de incidentes —cañones de agua, colisiones y despliegues militares— hace temer un error de cálculo que podría tener consecuencias imprevisibles. Mientras la segunda potencia mundial defiende su "línea de nueve puntos", Filipinas apela al derecho internacional y a los fallos de la ONU que deslegitiman las reclamaciones de Pekín. En este polvorín geopolítico, la diplomacia parece cada vez más lejos de apagar el fuego.