
Conflicto israelí-palestino
¿Israel o Palestina? Cómo está influyendo el "activismo algorítmico" de las redes sociales en tu postura sobre el conflicto
La retransmisión en directo de este conflicto atrae a perfiles con influencia política y social para sacar rédito de la tragedia

En los últimos meses, el mundo ha vuelto su mirada hacia Gaza ante una de las ofensivas más devastadoras en la historia reciente del conflicto israelí-palestino. Las cifras de muertos civiles palestinos superan ya los 64.000 difuntos, según organizaciones internacionales, mientras se denuncian ataques a hospitales, escuelas y zonas residenciales. Diversos organismos de derechos humanos y expertos en derecho internacional han comenzado a utilizar el término "genocidio" para referirse a la sistemática destrucción de la población palestina, mientras que Israel defiende sus acciones como respuesta a los atentados perpetrados por Hamas el 7 de octubre de 2023, que también dejaron un alto número de víctimas israelíes.
En paralelo a esta tragedia, una coalición internacional de activistas ha impulsado la Global Sumud Flotilla, una serie de barcos con ayuda humanitaria que intenta romper el bloqueo marítimo a Gaza. Esta iniciativa busca visibilizar el sufrimiento de los civiles palestinos y presionar a la comunidad internacional para que actúe. Las imágenes de voluntarios de distintas nacionalidades, médicos y periodistas a bordo de estos barcos se han vuelto virales, generando una ola de apoyo popular en redes sociales. Este tipo de movilizaciones humanitarias no solo alimentan la conversación pública, sino que también se convierten en terreno fértil para la formación de opinión, especialmente en espacios digitales.
La influencia de las redes sociales en el discurso político
Las redes sociales, particularmente plataformas como TikTok, Instagram y X, se han convertido en el principal campo de batalla informativo. Videos cortos, transmisiones en vivo y formatos más especializados moldean la percepción de millones de usuarios sobre el conflicto. A menudo, el contenido se difunde fuera de contexto, lo que alimenta narrativas parciales y polarizadas. En este sentido, los algoritmos, diseñados para maximizar la interacción, priorizan emociones fuertes como la indignación, el dolor o el odio. Esto no solo condiciona el tipo de información que vemos, sino también la forma en que la interpretamos y la percepción sobre a quién decidimos apoyar.
Este fenómeno de "activismo algorítmico" tiene una capacidad extraordinaria de formar lealtades políticas rápidas y viscerales. Pero también es aprovechado por figuras políticas y públicas con agendas propias. Desde influencers que usan el conflicto para aumentar su audiencia, hasta líderes políticos de distintos pareceres del espectro ideológico que se apropian de la causa palestina o israelí para ganar capital político. Por ende, el conflicto es utilizado como causa propia para legitimizar sus propios ideales, independientemente de su relación con el genocidio y la implicación moral y ética que tienen esta clase de apropiaciones indebidas.
La banalización del conflicto en Internet
Este uso instrumental del conflicto tiene un efecto perverso: la tragedia real se convierte en un espectáculo simbólico, y las víctimas, en herramientas de marketing político. Al ver miles de publicaciones que reducen el conflicto a un simple comentario, muchos usuarios creen estar tomando decisiones informadas, cuando en realidad están reaccionando emocionalmente a piezas diseñadas para generar clics. Así, la empatía se mezcla con tribalismo digital, es decir, el apoyar a un bando se vuelve una afirmación de identidad personal más que un juicio racional, consensuado y reposado.
Sin embargo, este espejo en el que se reflejan muchas injusticias cuenta con una función de comunicación realmente importante. No es la primera vez que las redes sociales moldean narrativas globales de esta forma. Durante la Primavera Árabe en 2011, plataformas como Facebook fueron esenciales para coordinar protestas. En la guerra de Ucrania, TikTok se convirtió en un frente más del conflicto, donde soldados y civiles subían contenido entre bombardeos. En ambos casos, la exposición digital fue clave para generar presión internacional, pero también alimentó desinformación y narrativas contradictorias. El caso de Israel y Palestina no es distinto, aunque sí más prolongado y cargado de historia simbólica.
¿Cómo afecta todo esto a la causa israelí-palestina?
En última instancia, la pregunta "¿Israel o Palestina?" ha dejado de ser una simple cuestión política o ideológica. En la era digital, también es una pregunta emocional, mediática y algorítmica. La forma en que tomamos postura está profundamente influenciada por lo que vemos, lo que no vemos, y cómo se nos presenta la información. Por lo que, a medida que consumimos contenido de uno de los dos bandos, estamos siendo influenciados directamente por lo esclarecido por dicho altavoz, interiorizando dicha información en nuestro subconsciente sin llegar a tener un pensamiento propio y crítico sobre ella.
Comprender esto no implica dejar de apoyar causas justas, sino hacerlo con una conciencia crítica, pues detrás de cada post, hay un conflicto más profundo que el que cabe en treinta segundos de video. Por lo que cabe llevar a cabo un reposo introspectivo sobre la información que recibimos y cómo hemos dejado de educar al algoritmo para que nos eduque él. Al mismo tiempo, en estos vídeos no se establecen los antecedentes ni ninguna de las cargas que arrastra cada incidente. El conflicto de oriente medio solo es un ejemplo más de lo poco informados que estamos en el momento de la historia donde más estímulos recibimos.
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