Diplomacia
Xi Jinping acoge a uno de los principales asesores de Biden en Pekín para forjar nuevos caminos en la diplomacia con EE UU
La de Jake Sullivan es la primera visita a China de un consejero de seguridad nacional de la Casa Blanca en ocho años
El consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, concluyó este jueves su visita de tres días a Pekín con encuentros significativos, incluyendo una inesperada e «inusual» reunión con el presidente Xi Jinping y otra con el general Zhang Youxia, vicepresidente de la Comisión Militar Central de China. Estos diálogos marcan un posible avance en las complejas relaciones bilaterales, pero también evidencian la inquietud que persiste acerca de que las múltiples disputas puedan escalar hacia un conflicto bélico, especialmente en torno a Taiwán y el mar de China Meridional.
El gesto de Xi de recibir a Sullivan, a pesar de no ser un requisito del protocolo diplomático, subraya la relevancia de esta visita para allanar el camino de una anunciada cumbre con Joe Biden en un futuro cercano. Tanto Pekín como Washington buscan encontrar un punto intermedio y establecer límites en su relación. Este esfuerzo se produce en un momento en que el gigante asiático se prepara para un periodo político estadounidense potencialmente convulso, donde cabe la posibilidad de que un nuevo mandatario adopte una postura firme en su contra.
Aunque las dos potencias han intentado evitar que las tensiones se desbordaran, persisten profundas divisiones en torno a una serie de polémicas, como las reivindicaciones territoriales de China en el mar de China Meridional, el supuesto apoyo a la guerra de Rusia en Ucrania o la avalancha de vehículos eléctricos y paneles solares chinos en los mercados mundiales.
Sullivan llegó a Pekín el martes, el primer asesor de seguridad nacional estadounidense que visita China desde 2016, para mantener conversaciones con el ministro de Exteriores, Wang Yi, y otros altos funcionarios. El diálogo fue calificado de «franco, sustancial y constructivo». Hablaron de «avances y próximos pasos» para la aplicación de los compromisos adquiridos por Biden y Xi el año pasado en San Francisco. Durante sus encuentros, Sullivan mostró su preocupación por el apoyo de Pekín a la industria de defensa rusa y su impacto en la seguridad europea y transatlántica, al tiempo que reiteró su compromiso de defender a sus aliados en el Indo-Pacífico. Asimismo, trataron la lucha contra el tráfico de sustancias ilegales, las comunicaciones entre altos mandos militares y la seguridad de la inteligencia artificial.
El enviado de la Casa Blanca subrayó la importancia de mantener la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán y expresó su preocupación por las peligrosas «acciones desestabilizadoras» de China contra las «legítimas operaciones marítimas de Filipinas en el mar de China Meridional». Las cuestiones relacionadas con Corea del Norte, Myanmar y Oriente Medio también figuraron en el debate. Además, calificó de «prioritaria» la resolución de los casos de ciudadanos estadounidenses injustamente detenidos o expulsados por las autoridades chinas y reiteró su compromiso con la protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales.
En un tira y afloja, el canciller chino instó a su invitado una vez más a detener el suministro de armas a Taiwán y a no apoyar ni consentir las acciones de Manila en el mar de China Meridional. Pekín considera a la isla como parte de su territorio, que debe reunificarse con el continente, por la fuerza si es necesario. La mayoría de los países no reconocen la independencia de «la isla rebelde», pero la casa Blanca se opone a cualquier intento de tomar la isla por la fuerza y está legalmente obligado a armarla para ayudarla a defenderse. «China siempre ha estado comprometida con el mantenimiento de la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán», aclaró el Ministerio de Defensa y añadió que «la independencia de Taiwán y la paz y la estabilidad en la región son incompatibles». Por otro lado exigieron que «Estados Unidos ponga fin a la connivencia militar con Taiwán, deje de armarla y de difundir falsas narrativas». Asimismo instó a Washington a colaborar «para promover la comunicación y los intercambios entre ambos ejércitos y asumir conjuntamente las responsabilidades de grandes potencias».
A estos frentes se suma el prolongado conflicto en Ucrania, que ya entra en su tercer año, lo que complica aún más el panorama internacional y el diálogo entre las dos mayores economías del mundo.
El jefe de la diplomacia china reconoció que las relaciones bilaterales han sufrido «altibajos» en los últimos tiempos, pero también señaló que éstos han producido «experiencias y lecciones» que pueden «ayudar a encontrar la manera correcta de congeniar». Eso sí, siempre que las relaciones diplomáticas entre ambas superpotencias se basen en «el respeto a la integridad territorial y la soberanía de China, su sistema político y su legítimo derecho al desarrollo». Wang aseguró que «deberían tender más puentes para los intercambios entre los dos pueblos, en lugar de erigir obstáculos, para lograr una coexistencia pacífica».
Con todo, estos días llamó poderosamente la atención la opinión de un destacado académico chino, que apuntó que Asia corre el riesgo de convertirse en un «polvorín» que podría desencadenar la Tercera Guerra Mundial, y culpó de ello a Estados Unidos y sus aliados. Así lo advirtió Zheng Yongnian, de la Universidad China de Hong Kong en Shenzhen, quien señaló que China estará en el «ojo del huracán» cuando Estados Unidos cambie el enfoque estratégico de la OTAN, y que las tensiones nucleares en la península coreana también podrían desencadenar una crisis. «A pesar de las pretensiones de Washington de lograr la paz en Asia bajo su liderazgo, la realidad es todo lo contrario: Asia, bajo el dominio de Estados Unidos, se desliza rápidamente hacia la guerra», escribió en un artículo publicado la semana pasada en la plataforma pública WeChat. Zheng argumentó que la región de Asia-Pacífico está destinada a ser el campo de batalla de cualquier futura guerra mundial, ya que contiene todos los elementos clave: intereses económicos, implicación estadounidense, esfuerzos por crear un equivalente asiático de la OTAN, modernización militar y nacionalismo.
En los últimos años, Estados Unidos ha intensificado su red de alianzas con países como Filipinas, Japón y Corea del Sur, además de formar nuevas agrupaciones como Aukus, integrada por Reino Unido y Australia, o Quad, que reúne a Japón, India y Australia.
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