Afganistán
El líder supremo talibán abandona su refugio secreto en Kandahar y visita Kabul para enviar un mensaje de unidad
Hibatullah Akhundzada se dirige desde la capital a los 34 gobernadores provinciales tras los disturbios mortales en Badajshán entre fuerzas de seguridad y los locales que protestaban contra el desbroce de adormidera
Pocos, muy pocos, pueden presumir de haber visto alguna vez a Hibatullah Akhundzada más allá de la única fotografía tamaño carnet que está en circulación. Desde el regreso al poder de los fundamentalistas en agosto de 2021, el líder supremo del movimiento talibán apenas ha abandonado su guarida secreta en Kandahar, donde parece sentirse protegido, y tampoco se ha dejado ver por otros rincones del país que gobierna con puño de hierro. Pero lo ha hecho precisamente esta semana, después de una serie de enfrentamientos a pequeña escala entre agricultores y unidades antidroga talibanes encargadas de destruir los campos de adormidera, y de las graves inundaciones que han provocado cientos de víctimas mortales.
Akhundzada visitó la capital, Kabul, según informó el sitio web talibán Al Emarah. Y lo hizo para pronunciar un discurso ante los 34 gobernadores provinciales y otros altos funcionarios afganos en la sede del Ministerio del Interior, uno de los centros del poder donde los integrantes de su gabinete, que sí residen en Kabul, materializan sus designios.
El líder político y espiritual de los talibán hizo hincapié en «la unidad y la armonía», recoge Al Emarah, algo que serviría para «imponer la disciplina interna y la unidad», según la interpretación de un diplomático occidental recogida por la agencia France-Press, tras los disturbios en la provincia de Badajshán, donde los talibán abrieron fuego para dispersar a los locales que protestaban contra el desbroce de adormidera, un cultivo lucrativo prohibido por Akhundzada en abril de 2022. Hubo varios muertos. «Cada vez que se producen fisuras o desacuerdos, Kandahar interviene para recordárselo a todo el mundo y hacer que se respete [la unidad]», subraya el diplomático.
Las autoridades afganas también han tenido que reprimir manifestaciones de nómadas asentados en la provincia de Nangarhar, y sufren desde hace meses los atentados mortales del Estado Islámico, especialmente en Kabul. Para cerrar filas en mitad del caos, el líder supremo transmitió a los suyos que «la obediencia se destacó como una obligación divina», y añadió que la aplicación de la ley sharía y los preceptos islámicos «deben tener prioridad sobre los intereses personales». Akhundzada dijo, además, que el nombramiento de funcionarios en función de «favoritismos o relaciones personales» debe de ser una práctica a evitar.
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