Política

Bruselas

Los Veintisiete ven más cerca un «Brexit caótico»

Francia y Alemania barajan retrasar un año el divorcio, hasta marzo de 2020, según «The Times».

El artífice del Brexit, Nigel Farage, ayer en su escaño del Parlamento Europeo en Estrasburgo
El artífice del Brexit, Nigel Farage, ayer en su escaño del Parlamento Europeo en Estrasburgolarazon

Francia y Alemania barajan retrasar un año el divorcio, hasta marzo de 2020, según «The Times».

Bruselas aprieta los dientes. Ante el marasmo al otro lado del Canal de la Mancha, las instituciones comunitarias se aferran a un discurso bien aprendido. Solo han cambiado las circunstancias y la gravedad de la situación. Los Veintisiete saben que apartarse de los dogmas del Brexit puede ser percibido como un síntoma de debilidad por Londres, que ansía dividir a los socios para acabar venciendo y sofocar su propia guerra interna. Tras el voto negativo del Parlamento del Westminster, el argumentario de los socios europeos permanece invariable: es Londres quien debe mover fichar y aportar soluciones, ya que este divorcio fue iniciativa suya. Los Veintisiete se preparan para el Brexit caótico, aunque no deseen este temido desenlace y, el colofón, el acuerdo de 585 páginas no se renegocia. «El Consejo Europeo dijo en diciembre que el acuerdo de retirada, y repito, el acuerdo de retirada, acordado por los Veintisiete y Reino Unido, no está abierto para una renegociación», declaró ayer el portavoz de la Comisión Europea, Margaritis Schinas.

A la capital comunitaria no le ha sorprendido el resultado del martes, pero ni en sus peores pesadillas imaginaba una derrota tan severa para Theresa May. Ante la gravedad de lo que se venía encima, el presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, decidió abandonar el martes Estrasburgo para trasladarse a Bruselas y coordinar el mensaje de las capitales. Las gestiones han tenido efecto, ya que en las últimas horas ha sido imposible encontrar alguna pequeña disonancia, a pesar de que el miedo a un Brexit apocalíptico amenaza con quebrar la tan cacareada unidad en las horas cruciales.

«Estamos a 16 de enero [por ayer], a solo diez semanas del final de marzo, que es el momento que eligió el Gobierno británico para pasar a ser un país tercero. Nunca como hoy, el riesgo de un ‘no acuerdo’ parecía tan elevado», aseguró el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, en el pleno de la Eurocámara repitiendo un mensaje muy similar al de Juncker y otros líderes europeos horas antes. Para el político francés, es inútil comenzar a especular sobre las verdaderas intenciones de Reino Unido, ya que la votación negativa del Brexit correspondió a diferentes motivos.

Los Veintisiete están dispuestos a escuchar a Theresa May. Antes de mostrar ningún as sobre la manga (si es que existe), creen que debe ser la primera ministra la que dé pistas sobre qué piensa hacer. La obligación de que May mueva ficha y muestre sus cartas (se espera que este lunes presente su plan) da algo de tiempo a las cancillerías europeas. En las últimas semanas, la posibilidad de una extensión del artículo 50 más allá del 29 de marzo, si Londres lo solicita, ha ganado terreno. Incluso en los últimos días se ha venido debatiendo un plan que consiga superar el escollo de las elecciones europeas, con la fecha de julio (antes de la primera sesión de la Eurocámara salida de las urnas) como escenario más probable, pero no definitivo.

«The Times» informó ayer de un plan perfilado en las últimas horas para extender el Brexit durante un año, hasta marzo de 2020. El rotativo británico cita fuentes comunitarias anónimas que dan por hecho la plena sintonía entre Francia y Alemania con esta iniciativa. Los portavoces comunitarios consultados por LA RAZÓN, sin embargo, no confirmaron este información. Durante toda la jornada de ayer, los mensajes públicos estuvieron dirigidos a dejar la pelota en el tejado de Londres, evitando especulaciones sobre la respuesta de los Veintisiete. Aunque el jefe de la diplomacia alemana, Heiko Maas, prometió un debate constructivo si Downing Street realiza esta petición, la canciller Ángela Merkel se mostró confiada en que el tiempo restante hasta el 29 de marzo sea suficiente para encontrar una solución que no pase por renegociar el acuerdo.

El temor a que una posible petición de prórroga no venga acompañada de un plan claro sobre qué aspira a conseguir Londres puede hacer que algunas capitales comunitarias (se necesita la unanimidad) empiecen a tener dudas. La debacle sufrida por la «premier» ha complicado las cosas.

Como único guiño a Reino Unido durante el día de ayer, la invitación de Barnier a que abandone sus «líneas rojas» y reconsidere su estatus futuro con una relación «más ambiciosa» que un mero acuerdo comercial (en una referencia velada a la permanencia en el mercado único). Aunque la relación futura todavía no se está negociando formalmente, esta solución haría innecesaria la aplicación del «backstop» irlandés –la madre de todas las batallas en estas negociaciones– para evitar una frontera dura en el Ulster y los Veintisiete, a cambio, serían generosos en el resto de los capítulos sobre la relación futura. Pero Londres se ha negado a esta posibilidad y nada indica que vaya a producirse un cambio milagroso.