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España

Lucha contra los fundamentalismos

La Razón
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No basta con condenar el horrendo atentado de París contra el Charlie Hebdo hay que sacar enseñanzas contra los fundamentalismos de nuestra época que se resumen en dos la religión entendida como sangrienta cruzada y el nacionalismo agresivo. En España hemos experimentado esta última lacra y conocemos la brutalidad del odio, que no es histórico como se dice ya que ha habido una convivencia de siglos turbada por el nacimiento en el siglo XIX de movimientos racistas y xenófobos. En nuestro país sabemos de Inquisiciones desde el tiempo de los Reyes Católicos. Es decir que España es un país que conoce y padece el problema de ambas amenazas que secularmente se han abierto paso a sangre y fuego. No se trata de condenar religiones o ideologías políticas es vacunarnos contra los efectos de la intolerancia cómo arma política. Hablar de Derechos Humanos, que no es una ideología de izquierdas, sino de centro, derechas e izquierdas, es decir de todos, supone un marco de convivencia una defensa de las libertades, que nos permite vivir en paz y concordia y se traduce en la palabra democracia, educación cívica, respeto a los demás, resolución de conflictos sin utilizar la violencia. Ciertamente no se debe caer en condenas globales como si fuéramos hinchas de futbol, no puede generalizarse de forma irracional. Amar al prójimo como a ti mismo, respetar las leyes, derecho ilimitado a la información y a la formación implica deberes ineludibles de erradicación del fanatismo que impide una convivencia pacífica, una concordia y un clima de solidaridad. Debe ponerse un límite y un freno a estas ideologías del odio. La intolerancia no puede aceptarse, sino acepto tu credo o tu patria. El Dios del Antiguo Testamento y las religiones medievales y los profetas de países inexistentes no pueden tener patente de corso en nuestro país. Los derechos de la mujer son sagrados para nosotros, son innegociables, son enemigos que quieren terminar con nuestro tablero de juego. Defender nuestros valores democráticos es la máxima asignatura de nuestros políticos, de las asociaciones de la sociedad civil y en definitiva de todos los ciudadanos. Tenemos que avanzar en la aplicación de nuestros derechos sociales, en la lucha contra la desigualdad, tenemos que combatir las raíces de la ira y hacerlo con la cabeza muy alta. Francia ha puesto de luto a los periódicos de todo el mundo y refuerza precisamente lo contrario de lo que estos nuevos bárbaros pretendían alcanzar que sea la libertad de información, el derecho a la información. Un abrazo a todas las familias de las víctimas y un Viva emocionado a todos los compañeros que ejercen su libertad de crítica, de formación de la opinión pública en países y en climas sociales que lo impiden. Son los nuevos mártires y los héroes de una humanidad que se quiere no violenta, convivial y solidaria.