
Australia
Padres reclaman a un colegio quebrado los dibujos que hicieron sus hijos y el centro responde exigiéndoles 2.000 euros
La medida pretendía saldar deudas laborales, pero ha sido calificada de “chantaje emocional” por las autoridades

El cierre del Craigslea Community Kindergarten and Preschool, situado en Brisbane (norte de Australia), ha desatado la indignación de las familias. Tras declararse insolvente, la dirección comunicó a los padres que, para saldar deudas y cubrir los sueldos de los maestros, podían comprar por 2.000 euros las carpetas con dibujos y manualidades de sus hijos, elaboradas durante el curso. El centro acumula una deuda de unos 46.000 euros.
La propuesta, enviada por correo electrónico, pedía a cada familia confirmar si aceptaba abonar la cantidad, destinada a cubrir especialmente los 40.300 euros en salarios pendientes. Entre los padres, la reacción fue de malestar y desconcierto. Una madre llegó incluso a acudir al colegio para reclamar los trabajos de su hijo pero, al no obtenerlos, se los llevó por su cuenta. Posteriormente recibió una denuncia por “robo y allanamiento”, lo que motivó la apertura de una investigación policial.
El portavoz de la institución, Thomas de Souza, defendió la medida asegurando que “las carpetas creadas por los profesores con trabajos de los niños pertenecen al colegio”. En su opinión, los padres pueden comprarlas para garantizar que los profesores reciban sus sueldos. El planteamiento ha sido interpretado por las familias como un “chantaje” y ha generado un intenso debate público en Australia.
Reacciones y debate sobre la propiedad de los trabajos escolares
El primer ministro de Queensland, David Crisafulli, calificó la propuesta de “chantaje emocional” hacia cientos de familias. “No son Picassos, pero cada dibujo representa mucho para los padres. Deberían devolvérselos, no reclamar dinero a cambio”, indicó. También expresó sorpresa por la intervención policial contra la madre que se llevó las carpetas de su hijo.
El caso ha abierto un debate más amplio en torno a la propiedad de los trabajos escolares y al modo en que los centros privados afrontan crisis económicas. Mientras los padres consideran abusiva la medida, los responsables del colegio insisten en que se ha actuado conforme a la normativa laboral y de gestión para liquidar deudas.
La guardería continúa cerrada a la espera de que se resuelva su situación financiera. Mientras tanto, el destino de los dibujos y manualidades de los niños sigue sin aclararse, en un conflicto que expone tanto la fragilidad de las escuelas privadas como los dilemas sobre la gestión del material escolar y su valor emocional para las familias.
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