Defensa
"Realmente escalofriante": así es por dentro una fábrica de drones rusos
Rusia acelera su producción militar doméstica con un foco particular en la fabricación de drones, un movimiento que reconfigura alianzas estratégicas
Rusia ha desvelado su mayor fábrica de drones, la planta de Alabuga, a unos 966 kilómetros al este de Moscú. Esta instalación, clave en la producción masiva de los vehículos aéreos no tripulados Shahed-136, conocidos como Geran, destaca por la fabricación local de motores de dos tiempos, algo inédito.
El consejero delegado de la factoría, Timur Shagivaleev, ha asegurado que Alabuga es una instalación "completa", ya que la mayoría de los componentes se fabrican íntegramente en Rusia, generando un ciclo propio.
Esta autonomía productiva integra el diseño iraní del Shahed en la maquinaria rusa. De hecho, expertos indican que el 90 por ciento de la producción se realiza en Alabuga o en otras instalaciones rusas, según desde la CNN informan. En este sentido, imágenes satelitales confirman la expansión del complejo con nuevas plantas para aumentar su capacidad.
El rearme autónomo y la tensión con Teherán
Esta autonomía productiva integra el diseño iraní del Shahed en la maquinaria rusa. De hecho, expertos indican que el 90 por ciento de la producción se realiza en Alabuga o en otras instalaciones rusas, según desde la CNN informan. En este sentido, imágenes satelitales confirman la expansión del complejo con nuevas plantas para aumentar su capacidad.
Sin embargo, esta integración ha provocado un distanciamiento notable con Irán. Teherán lamenta el escaso retorno por su apoyo militar a Rusia.
La frustración iraní se hizo patente durante los bombardeos israelíes a su programa nuclear. Las condenas rusas se consideraron un apoyo insuficiente, evidenciando la "naturaleza puramente transaccional y utilitaria" de su cooperación, según un oficial occidental.
Tras la invasión de Ucrania en 2022, Rusia importó Shaheds. A principios de 2023, Moscú y Teherán firmaron un acuerdo de 1.750 millones de dólares para la fabricación doméstica, entregando los 6.000 drones estipulados un año antes. Así pues, Alabuga produce ahora más de 5.500 unidades al mes, con costes reducidos: de 200.000 dólares por unidad en 2022 a cerca de 70.000 dólares en 2025.
Ucrania también señala que Rusia ha modernizado el dron con mejoras en las comunicaciones, baterías y cabezas explosivas más grandes, haciéndolos más letales. Esta evolución ha tomado desprevenida a Teherán, que ha perdido el control sobre el producto final. El objetivo de Moscú es dominar por completo el ciclo de producción y liberarse de futuras negociaciones con Irán.
A ello se suma la imposibilidad de Alabuga de cumplir obligaciones con sus socios iraníes, que denuncian la falta de pagos por las sanciones. Esto agrava la frustración iraní por el bloqueo de la transferencia de tecnología rusa prometida a cambio de su respaldo.
No obstante, Moscú podría ofrecer un respaldo material considerable a Teherán. Un exinspector de armas de la ONU sugiere que Alabuga podría enviar Shaheds actualizados a Irán para reconstruir sus existencias. Además, un Ilyushin-76 militar voló de Moscú a Teherán en julio. Medios iraníes informaron que transportaba componentes de un sistema S-400, aunque la carga no se confirmó.
En suma, pese a las tensiones evidentes, la relación entre ambos países sigue siendo mutuamente beneficiosa. Irán ha obtenido y probablemente seguirá obteniendo los recursos que necesita para su seguridad nacional, ya sea material militar o soporte tecnológico.