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May expulsa a 23 espías rusos

Da un plazo de siete días para que los diplomáticos moscovitas abandonen Reino Unido en la mayor crisis en 30 años. Ningún miembro del Gobierno ni la realeza acudirá al Mundial de Fútbol. El Kremlin ultima su respuesta.

Theresa May durante su intervención en el Parlamento británico
Theresa May durante su intervención en el Parlamento británicolarazon

Da un plazo de siete días para que los diplomáticos moscovitas abandonen Reino Unido en la mayor crisis en 30 años. Ningún miembro del Gobierno ni la realeza acudirá al Mundial de Fútbol. El Kremlin ultima su respuesta.

El Gobierno británico anunció ayer la expulsión de 23 diplomáticos rusos después de que Moscú agotara el plazo ofrecido por Londres para cooperar en el caso del ex espía Sergei Skripal, envenenado con un agente nervioso. La sanción contra esos funcionarios, que tienen una semana para dejar el país y han sido identificados como «agentes de los servicios secretos encubiertos», es la mayor efectuada por Reino Unido en tres décadas.

La «premier» Theresa May aseguró que no le quedaba otra opción después de que el Kremlin haya mostrado un «completo menosprecio ante la gravedad» del ataque, ocurrido el día 4 en la localidad inglesa de Salisbury. El ex espía, de 66 años, y su hija Yulia, de 33, fueron encontrados inconscientes en un banco cercano a una céntrica plaza. Al cierre de esta edición, continuaban luchando por su vida.

La líder «tory» especificó que Moscú no había aportado ninguna explicación «creíble», como se le requirió antes de la pasada medianoche de ayer, sobre el componente químico de tipo militar que dejó «en estado crítico» a las víctimas o sobre cómo Rusia pudo haber «perdido el control» del mismo para que cayera en otras manos. «En lugar de proporcionar alguna argumentación, Moscú ha respondido con sarcasmo, desprecio y resistencia y no ha aclarado por qué cuenta con un programa de armamento químico no declarado, contraviniendo la legislación internacional», explicó May en una esperada intervención en la Cámara de los Comunes.

La «premier» aseguró que, si bien «romper todo tipo de diálogo» entre ambos países «no redunda en los intereses nacionales», tras «un incidente tan espantoso» la relación «no puede ser la misma». Se trata de la mayor expulsión de diplomáticos desde 1985, cuando 31 fueron obligados a abandonar el país tras la deserción del agente doble Oleg Gordievsky. La decisión forma parte de una serie de medidas detalladas ayer que incluyen la revocación de una invitación cursada por Londres al ministro ruso de Exteriores, Sergei Lavrov, para visitar Reino Unido y para la que aún no había fecha.

Horas después, Rusia anunció que dará una respuesta rápida, dura y proporcional, declaró la presidenta del Senado ruso, Valentina Matviyenko. La senadora lo calificó de «despreciable e inescrupulosa provocación». Para Matviyenko, se trata de «una campaña diaria dirigida a proyectar en la comunidad internacional una imagen negativa de Rusia». En línea con la postura que ha adoptado Moscú desde el primer momento, Matviyenko dijo que Londres «ha acusado a Rusia sin pruebas». May adelantó que tampoco habrá representación británica, por parte de ningún miembro de la familia real ni dignatarios de este país, en el Mundial de Fútbol que se celebrará en Rusia este verano.

Por otro lado, el Consejo de Seguridad Nacional –al que acuden ministros, jefes de la Policía y representantes de los servicios secretos– desarrollará «nuevos poderes para erradicar toda forma de actividad estatal hostil y para garantizar que aquellos que persiguen perpetrar tales actividades no puedan entrar en Reino Unido». El Gobierno británico incrementará también los controles a ciudadanos rusos que pretendan acceder a Reino Unido y supervisará a los visitantes que pudieran «involucrarse en actividades que amenacen la seguridad nacional». Esto incluirá un aumento de los controles en vuelos privados, de las aduanas y del coste del transporte, según detalló la primera ministra británica. «Congelaremos los activos del Estado ruso en cualquier parte donde encontremos evidencias de que podrían ser empleados para amenazar la vida o propiedad de nacionales o residentes en Reino Unido», pormenorizó May, quien reveló que se valorará introducir una nueva legislación contra las redes de espionaje, al «no haber lugar en este país para las élites corruptas».

Londres informó ayer de estas medidas al Consejo de Seguridad de la ONU con el objetivo de conseguir el respaldo internacional. El encuentro de urgencia fue solicitado por la delegación británica que informó al máximo órgano de decisión de Naciones Unidas sobre la intoxicación del ex espía y su hija. También a otros organismos internacionales a los que pertenece. La OTAN y la UE ofrecieron su apoyo expreso y directo al Gobierno británico para esclarecer y llevar ante la justicia a los responsables del envenenamiento con un gas nervioso de uso militar. «Los aliados han expresado profunda preocupación por el primer uso ofensivo de un agente nervioso en el territorio aliado desde la fundación de la OTAN», subrayó el Consejo del Atlántico Norte al término de la reunión en la que Reino Unido les ha informado del «ataque indiscriminado y temerario, que ha puesto la vida de civiles inocentes en riesgo».

El embajador ruso en Reino Unido, Alexander Yakovenko, mantuvo un encuentro en la sede de Exteriores británico, tras la que afirmó que las medidas anunciadas contra su país son «absolutamente inaceptables» y las calificó de «provocación».

Mientras las relaciones entre ambos países se agravan a consecuencia del incidente en Salisbury, cientos de agentes y militares continúan trabajando para tratar de identificar a los autores del intento de asesinato. Como parte de la investigación, las autoridades acordonaron ayer algunas calles de Gillingham, al norte de Dorset, donde supuestamente está el camión con el que se recuperó el coche del ex agente.

Alrededor de 180 efectivos han sido desplegados en Salisbury para ayudar a retirar vehículos y objetos de las áreas afectadas. El restaurante Zizzi y el pub Bishop’s Mill, donde Skripal y su hija estuvieron antes de colapsar, continuaban con cordón policial. Otras 36 personas han sido atendidas por los servicios médicos ante una posible exposición al citado componente químico, todos sin aparentes síntomas, a excepción del policía Nick Bailey, que anoche seguía ingresado con pronóstico grave, aunque su estado ha mejorado en las últimas horas.

El caso de Skripal recuerda al asesinato en Londres en 2006 del ex espía ruso Alexander Litvinenko con la sustancia radiactiva Polonio 210 y ha motivado que la ministra británica del Interior, Amber Rudd, acepte una petición para volver a estudiar 14 fallecimientos ocurridos en Reino Unido en los últimos años que podrían guardar alguna relación con Rusia. Al envenenamiento de Skripal se sumó el lunes la muerte por motivos desconocidos del exiliado ruso Nikolai Glushkov, asilado en Reino Unido y amigo íntimo del oligarca Boris Berezovsky, quien aparentemente se suicidó en 2013. Todos ellos críticos con el presidente ruso, Vladimir Putin.