Pena de muerte
El Supremo de EE UU tumba el último recurso de la defensa de Kenneth Smith, el primer preso sentenciado a muerte por hipoxia nitrogenada
Sus abogados pedían la cautelar por la violación de los derechos constitucionales del reo, sometido a una muerte «cruel e inusual»
Kenneth Eugene Smith «sobrevivió» hace dos años a la inyección letal. Los encargados de administrar la dosis a este preso de 58 años, en el corredor de la muerte desde hace casi tres décadas por el asesinato en 1989 de Elizabeth Sennett, no encontraron a tiempo la vena. La orden de ejecución del estado de Alabama expiró, y Smith suspiró aliviado ante sus verdugos. Pero la fortuna no le acompañó demasiado tiempo.
Las autoridades recetaron para Smith un nuevo método de ejecución: hipoxia nitrogenada. Su muerte, programada en principio para las 18.00 hora local en la prisión William C. Holman de Atmore, le ha convertido por unas horas en el reo más mediático de Estados Unidos. La defensa de Smith, quizá aprovechando la cascada de titulares en medios locales e internacionales, presentó en la noche del miércoles un recurso a la desesperada ante el Tribunal Supremo y el Tribunal de Apelaciones del 11º Circuito.
Pedían una cautelar, revisar el caso y suspender la ejecución, bajo la premisa de que el hecho de someter a los condenados a múltiples intentos de ejecución supone una clara violación de la Octava Enmienda de la Constitución de Estados Unidos. Desafía, concretamente, la cláusula que protege a los ciudadanos contra los castigos «crueles e inusuales».
En esa línea, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, consideró que la sentencia podría equivaler a tortura u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes, por lo que ha pedido su inmediata paralización. El propio Smith declaró en una entrevista con la BBC que el método le parecía más bien una tortura. Y es que el método de ajusticiamiento, que consiste en bombear gas nitrógeno a través de una máscara durante aproximadamente un cuarto de hora, no tiene precedentes, según el registro del Centro de Información sobre la Pena de Muerte (DPIC, por sus siglas en inglés).
Es un recurso de ejecución nuevo, alternativo. Los fármacos utilizados en las inyecciones letales son cada vez más difíciles de encontrar, entre otras cuestiones, por la reticencia de las empresas farmacéuticas a figurar en este tipo de contratos con las administraciones.
Existen, además, dudas en la comunidad científica y sanitaria. Las autoridades esperan que Smith pierda el conocimiento en cuestión de segundos y muera al cabo de unos minutos, sin embargo, muchos expertos vienen advirtiendo de que la reacción puede ser bien distinta y provocar, por ejemplo, fuertes convulsiones o vómitos. Otros consideran que el preso puede llegar a sobrevivir y quedar en estado vegetativo.
Al no haber precedentes, tampoco hay certezas. «Nadie sabe qué efecto sentirá el condenado por el gas nitrógeno en sí», escribió el presidente del Colegio Americano de Médicos Correccionales, Jeffrey Keller. «Es un procedimiento experimental» que consiste, de acuerdo con el doctor, en «eliminar todo el oxígeno» y sustituirlo por nitrógeno.
En cambio, quien parece estar seguro de lo que va a suceder es el fiscal general de Alabama, que trasladó la pasada semana a la prensa a través de su oficina que la hipoxia nitrogenada es «el método más indoloro y humano conocido por el hombre».
Una fuga podría afectar a las personas presentes en la sala. No faltará a su cita el consejero espiritual de Smith, el reverendo Jeff Hood. Tampoco Charles Sennett Jr., hijo de la víctima, que considera que el preso «debe pagar por lo que ha hecho». Aunque fuera su padre quien orquestó el asesinato para cobrar una póliza de seguros que había suscrito contra su esposa, según la sentencia.
Alabama tiene una de las tasas de ejecución per cápita más altas de Estados Unidos y un total de 165 personas transitan en la actualidad por el corredor de la muerte.
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