Defensa
EE. UU. tiene un arma que se lanza desde Tierra y que lo cambia todo
La armamentística estadounidense Raytheon ha probado con éxito una nueva versión terrestre de su bomba inteligente StormBreaker, capaz de abatir blancos móviles a más de 72 kilómetros de distancia sin depender de la señal GPS
La guerra electrónica se ha convertido en una de las mayores amenazas en los conflictos actuales, donde interferir o anular la señal de GPS puede dejar ciegos a los sistemas de guiado más avanzados. Para sortear este escollo, la compañía de defensa norteamericana Raytheon ha desarrollado un arma inteligente que opera con total independencia de esta tecnología. La clave reside en un sofisticado buscador trimodal, que combina radar, infrarrojos y guiado por láser para asegurar la precisión en los escenarios más adversos. Esta creciente sofisticación en el campo de batalla ha llevado a que las capacidades de guerra electrónica sean consideradas un pilar fundamental en la estrategia de defensa de cualquier nación.
De hecho, esta triple tecnología confiere al proyectil una inteligencia embarcada notable. Gracias a ella, el StormBreaker no se limita a seguir unas coordenadas, sino que puede detectar, identificar y clasificar sus objetivos de forma completamente autónoma. Esta capacidad le permite operar con una fiabilidad asombrosa en condiciones de visibilidad nula, ya sea en la oscuridad, bajo lluvias torrenciales o a través de densas cortinas de humo y polvo.
Este sistema acaba de demostrar su valía en un ensayo exitoso realizado en el Desierto de Mojave, en Estados Unidos. Lo más llamativo del hito es la celeridad del desarrollo: se pasó del diseño a la prueba real en apenas cincuenta días. El proyectil, concebido para neutralizar objetivos móviles, fue lanzado desde tierra, una novedad para un arma que hasta ahora era de dominio aéreo, tal y como han publicado en Interesting Engineering.
Un arma versátil para el campo de batalla moderno
Asimismo, las cifras de la prueba son elocuentes. El misil fue diseñado para abatir blancos a más de 72 kilómetros de distancia, una capacidad que permite a las fuerzas atacar desde una posición segura, lejos del alcance de muchas defensas enemigas. Durante el ensayo, el StormBreaker alcanzó una altitud superior a los 6.000 metros antes de descender con precisión sobre el objetivo que se le había asignado. Este esfuerzo por mejorar el armamento se enmarca en una estrategia más amplia, ya que recientemente Estados Unidos ha ordenado la fabricación de miles de misiles para mantener su superioridad estratégica.
Por otro lado, la gran baza de esta nueva versión terrestre es su polivalencia. Puede emplearse contra objetivos estáticos o en movimiento, tanto en tierra como en el mar, y bajo cualquier condición meteorológica. Este sistema no llega para reemplazar, sino para complementar a su homóloga aérea, ya operativa en cazas como el F-15E o el F/A-18-E/F. El Pentágono, además, sigue trabajando en su integración en la flota de F-35. La elección de esta plataforma no es casual, puesto que los aviones de combate F-35 constituyen la punta de lanza de las fuerzas aéreas de la OTAN.
Con todo, el desarrollo de esta variante terrestre no ha hecho más que empezar. Raytheon ya ha confirmado que se llevarán a cabo pruebas adicionales a lo largo de 2025 para continuar validando las capacidades de un sistema de armas que promete cambiar las reglas del juego en los enfrentamientos desde tierra.