Papel

Trump elogia a Duterte pese a sus abusos de poder

Ante el auge chino, el presidente de EE UU ensalza en su gira la región Indo Pacífico.

El primer ministro vietnamita, Xuan Phuc, Donald Trump y Rodrigo Duterte, ayer en la cumbre de la ASEAN
El primer ministro vietnamita, Xuan Phuc, Donald Trump y Rodrigo Duterte, ayer en la cumbre de la ASEANlarazon

Ante el auge chino, el presidente de EE UU ensalza en su gira la región Indo Pacífico.

Como si no hubiera ningún asunto de por medio, el presidente de EE UU, Donald Trump, calificó de «excelente» la relación que mantiene con el líder filipino, Rodrigo Duterte, tras un encuentro bilateral ayer al margen de la cumbre de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) celebrada en el archipiélago. En la reunión entre los dos mandatarios –caracterizados por sus constantes salidas de tono–, los derechos humanos fueron el gran ausente.

Al igual que hiciera en China o Vietnam, donde ni siquiera se interesó por el estado de los disidentes, Trump no hizo mención a las violaciones de derechos humanos derivadas de la campaña contra las drogas de Duterte, que ya se han cobrado casi 4.000 vidas, según cifras del Gobierno filipino, y 12.500, según Amnistía Internacional. Ante las inmediatas críticas, la portavoz de Trump, Sarah Hucklebee Sanders, indicó después que «el asunto de los derechos humanos salió a relucir brevemente en el contexto de la lucha de Filipinas contra las drogas ilegales», algo que Harry Roque, portavoz de Duterte, negó con rotundidad a través de un comunicado. Se tratara o no, la Casa Blanca informó de que en los 40 minutos que duró el encuentro ambos abordaron la amenaza terrorista del Estado Islámico en la región de Mindanao, donde acaba de finalizar una ofensiva de meses contra grupos extremistas; el comercio y las drogas.

Manila calificó la reunión de «cálida y amistosa» y, entre otros detalles, Roque ironizó con que ninguno de los dos siente simpatía «hacia el ex presidente de EE UU Barack Obama». Tal es la animadversión de Duterte hacia Obama que, antes de que éste dejara la presidencia, llegó a llamarle «hijo de puta» en uno de sus exabruptos. El último, el pasado fin de semana, cuando reveló que a los 16 años mató a un hombre a puñaladas porque no le gustó «la mirada» que le había dirigido. Ahora, es de prever que esas acciones, sumadas a la ausencia de una discusión sobre derechos humanos, enfurezcan a los opositores de ambos.

Manila fue la última parada de una gira asiática que también ha llevado a Trump a Japón, Corea del Sur, China y Vietnam, países en los que el comercio y la amenaza de Corea del Norte han sido asuntos prioritarios. Con un proteccionista discurso económico en el que se pone «América primero», diversos analistas consideran que el viaje de Trump ha servido para pasarle el relevo como actor de primer orden en la región a China, erigida en promotora de la globalización y los acuerdos multilaterales. No obstante, otros afirman que el periplo de Trump ha valido para dar un giro al poder económico de la región Indo Pacífico, como él ha venido a llamarla estos días, un concepto que busca otorgar mayor importancia a las relaciones entre India, Australia, Japón y EE UU (países con los que mantuvo un encuentro) en detrimento de la creciente influencia china.

Ayer, mientras miles de manifestantes protestaban contra la presencia del magnate en Manila, éste volvía al otro tema estrella de su viaje: poner fin al programa nuclear de Kim Jong Un, el único al que ha criticado por las violaciones de las libertades que sufren sus ciudadanos. A lo largo de los doce días del viaje, Trump se ha contenido verbalmente para no provocar a su contraparte norcoreana, algo que no ha hecho con su arsenal militar, ya que inició maniobras con Seúl que han enfurecido a Kim, quien calificó de «viejo lunático» a Trump y elevó la tensión con el empresario, que respondió llamándole «gordo y bajo».