Análisis
Trump II: un equipo de políticos fieles y buenos comunicadores
Trump no quiere cometer los errores de su primer mandato
Trump ha aprendido a las duras. Su victoria de 2016 fue inesperada para casi todos, y un poco también para él. La Administración en EEUU no se improvisa, cada presidente nombra más de 4.000 altos cargos incluyendo los secretarios (ministros) y otros altos cargos que tienen rango de ministro («Cabinet Rank»), así como miles de subsecretarios, secretarios adjuntos, administradores de agencias federales, de Inteligencia, fiscales federales, o jueces del ámbito federal. Muchos de estos puestos, la mayoría, requieren confirmación por el Senado, los de su equipo más directo no; el «zar» de la frontera (un puesto de nueva creación con amplios poderes de coordinación en la seguridad aérea y de fronteras) tampoco. Pero piensen que los que llevan el peso de la administración de los EEUU son los DAS (Deputy Assistant Secretary), que es más que un subdirector general en España, casi un director general, no requiere de confirmación. Los DAS son cientos de cargos con mucho poder y que no pasan por el escrutinio de la confirmación.
La falta de experiencia y la improvisación pasaron factura a Trump 1, su Administración, su imagen y credibilidad. Los interminables castings que casi nunca acababan bien. Tres ejemplos: Rex Tillerson que fuera presidente y CEO de Exxon-Mobil, compañía que opera en 200 países o territorios, 80.000 empleados y 400.000 millones de dólares de ingresos. En principio, credenciales impecables. Sin embargo resultó un desastre de secretario de Estado, uno de los peores que se recuerda. Lo mismo con su segundo jefe de Gabinete, el general de Marines de 4 estrellas John F. Kelly, cuya relación con Trump acabó como el rosario de la aurora y que no deja de declarar a quien le ponga un micrófono delante que «Trump gobernará como un dictador en su segundo mandato». El caso más sangrante fue el de su primer asesor de Seguridad Nacional, uno de los puestos más influyentes de la Administración, convertido en el verdadero director de orquesta de la diplomacia, seguridad y defensa de los EEUU sin tener que gestionar a los ejércitos, las agencias de inteligencia y seguridad o la diplomacia, pudiendo dedicarse a diseñar la estrategia de los EEUU en el complejísimo frente de la Defensa, Seguridad y Política Exterior. Era el teniente general Michael Flynn, que tuvo que dimitir a los 22 días de ser nombrado por haber mentido al FBI sobre sus contactos con el embajador de Rusia.
El fracaso de los castings para reclutar a su equipo le ha llevado ahora a tener decidido a su gabinete antes de la elección para evitar también la grave parálisis política y administrativa por la tardanza en nombrar y las dificultades en confirmar a muchos de sus nombramientos. De hecho, recurrió en su primer mandato a mantener en sus puestos a los segundos de los departamentos para evitar el proceso de confirmación.
El perfil que busca Trump en los miembros de su equipo es muy claro: Primero, lealtad personal y política sin fisuras, incluso si en el pasado hubiesen tenido roces serios como fue el caso del vicepresidente JD Vance o el cruce de reproches entre el senador Marco Rubio y Trump en las primarias republicanas de 2016 y que a pesar de eso ha sido nominado para ser secretario de Estado, quizás el puesto más visible del gobierno. Segundo, defensores a ultranza de la agenda MAGA (Make America Great Again). Tercero, muchos de ellos tienen puesto de elección popular directa o los han tenido. Cuarto, reconocida competencia y capacidad de comunicar, ya sea periodistas, políticos, analistas o profesionales con experiencia en o ante los medios de comunicación. Quinto, buena parte de los nominados son personas con experiencia en los ámbitos para los que han sido designados, aunque hay notables excepciones como Tulsi Gabbard, la polémica ex representante por el Estado de Hawái, nombrada directora de Inteligencia Nacional (DNI), sin tener experiencia en inteligencia a pesar de ser teniente coronel de la Guardia Nacional, hoy en la reserva activa. Se trata de un puesto de coordinación de todas las agencias federales con competencias de inteligencia, pero sin un poder real, las agencias más importantes como la CIA o la NSA son extraordinariamente autónomas y solo despachan realmente con el presidente. Sexto, muchos de los elegidos tienen una buena formación académica y experiencia militar, alguno de ellos condecorado varias veces por valor y servicios distinguidos. Destaca el nominado a secretario de Defensa Pete Hegseth, a quien algunos medios despachan como un presentador de TV sin experiencia, ni formación; fue el alumno más destacado de su Instituto (Veledictorian). Tiene una licenciatura por Princeton y Doctorado por la muy prestigiosa Kennedy School of Government de Havard, y tiene el rango de comandante de infantería en la reserva habiendo servido en Irak y Afganistán y condecorado varias veces por valor en el combate. Ahora algunos medios le acusan de agresión sexual. Sin embargo no faltan voces que dicen que dirigir los ejércitos más poderosos del mundo pueda ser un traje que le quede demasiado grande.
Los nominados deben someterse a una exhaustiva investigación previa por parte del proponente y luego la oficial llevada a cabo por el FBI que la envía al Senado. Mucho antes de haber empezado la investigación del FBI, los medios han empezado a desenterrar todo lo que han podido de algunos candidatos. Analizaremos caso a caso en la segunda parte de este artículo. Lo que debemos subrayar es que Trump está buscando en este segundo mandato, disciplina y obediencia de su equipo, coordinación en las competentes manos de su jefa de gabinete Susie Wiles, y ejecutar sus planes y estrategia hasta sus últimas consecuencias.
La cuestión clave para que Trump pueda tener éxito es ganar la batalla de la comunicación, dominar el relato, como se dice ahora, munición de buenos comunicadores a Trump 2 no le falta.
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