Guerra de Ucrania
Ucrania siembra la confusión en la antesala de la contraofensiva
El principal asesor de Zelenski asegura que la operación “lleva varios días en curso”, mientras el jefe de la inteligencia militar garantiza “que empezará pronto”
Ucrania juega al despiste con Rusia y, de paso, con sus aliados. Mientras Myjailo Podolyak, la mano derecha del presidente Volodimir Zelenski, asegura que la contraofensiva “lleva varios días en curso”, el jefe de la inteligencia militar, Kyrylo Budanov, dice disponer de “la cantidad básica de armas y otros equipos” para poner en marcha la operación. “Sólo puedo decir que empezará pronto”, respondió este último en una entrevista con la radiotelevisión pública japonesa NHK.
Las fuerzas de Kyiv cuentan ya con los misiles de largo alcance británicos Storm Shadow y los carros de combate Leopard, de fabricación alemana. Aunque, para Podolyak, los cazas F-16 comprometidos la semana pasada por el presidente de Estados Unidos,Joe Biden, serán el factor diferencial. El principal asesor de Zelenski dijo en una entrevista con la televisión pública italiana RAI que la guerra “habría llegado a su fin” hace un año en caso de haber recibido antes con los aviones de combate estadounidenses.
Podolyak explicó que las armas suministradas por sus aliados serán utilizadas “para destruir las posiciones rusas en los territorios ocupados por Moscú, incluidos Donbás y Crimea”, y dejó claro que “las acciones ya han comenzado”, en referencia a la esperada contraofensiva. Sin embargo, el encargado de controlar la política de comunicación del Gobierno de Ucrania negó cualquier implicación en la incursión de las milicias opositoras a Vladimir Putin en la región fronteriza de Bélgorod.
“Es muy poco probable que la decisión de asaltar la región rusa de Bélgorod se llevara a cabo sin la participación de Kyiv”, explica a este periódico Ivan Fomin, investigador del Center for European Policy Analysis (CEPA). Los analistas militares creen que la ofensiva en suelo ruso sirvió para dos propósitos. En el plano militar, obliga a Rusia a desviar a sus tropas en suelo ucraniano en la antesala de la contraofensiva. En el plano político, desestabiliza al Kremlin y refleja la vulnerabilidad de Putin.
Los enfrentamientos en Bélgorod entre los milicianos y las fuerzas de seguridad rusas continúan a pesar de la versión del Ministerio de Defensa que dirige Serguéi Shoigú, que aseguró haber expulsado del país a los grupos armados proucranianos. En la mañana del miércoles, el gobernador de la región fronteriza, Viacheslav Gladkov, confirmó que los ataques con un “gran número” de drones habían provocado daños y un incendio en un gasoducto.
“Muchos civiles siguen bajo la ocupación rusa y no podemos perder más tiempo”, trasladó Budanov. Tiempo es, precisamente, lo que pidió a mediados de mayo Zelenski antes de dar comienzo la contraofensiva. El presidente ucraniano se embarcó en una exitosa gira europea para acelerar el suministro de armas de los países aliados. Ahora, Kyiv siembra la confusión. Los especialistas han asumido que Ucrania no revelará sus cartas ni anunciará el inicio de la operación, sino que esta se dará a conocer con los primeros resultados tangibles.
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