Política

El Futuro de Venezuela

Un ejército de voluntarios sin miedo a las balas chavistas

La población fronteriza venezolana fue escenario de reunión para cientos de voluntarios que esperaban acercarse al puente Simón Bolívar para recibir la ayuda humanitaria que estaba dispuesta en Colombia para ser entregada.

Varios venezolanos se encaran con la Policía Nacional Bolivariana en el Puente Simón Bolivar, en la frontera de Venezuela / Efe
Varios venezolanos se encaran con la Policía Nacional Bolivariana en el Puente Simón Bolivar, en la frontera de Venezuela / Efelarazon

La población fronteriza venezolana fue escenario de reunión para cientos de voluntarios que esperaban acercarse al puente Simón Bolívar para recibir la ayuda humanitaria que estaba dispuesta en Colombia para ser entregada.

San Antonio del Táchira amaneció en tensión. La población fronteriza venezolana fue escenario de reunión para cientos de voluntarios que esperaban acercarse al puente Simón Bolívar para recibir la ayuda humanitaria que estaba dispuesta en Colombia para ser entregada. El paso fronterizo fue cerrado la noche del viernes por orden de Nicolás Maduro, instalando barricadas en los puentes que conducen a territorio vecino.

Pero la convocatoria opositora se mantenía: hoy entra la ayuda sí o sí. Desde temprano, voluntarios y manifestantes en esa ciudad salieron a las calles a protestar y a exigir la apertura de los puentes. Pero la respuesta fue con plomo. Desde las 11 de la mañana se registraron disparos por parte de la Guardia Nacional y por colectivos paramilitares chavistas que intentaron replegar a los civiles. Durante las siguientes horas hubo heridos, asfixiados por gases lacrimógenos y hasta víctimas de hampa. Un equipo de televisión fue asaltado y golpeado por los grupos paramilitares portando armas largas.

Heriberto Gutiérrez se acercó a la frontera pues está «cansado de que no haya oportunidades para mí y mi familia». Contó que se mueve habitualmente hacia Cúcuta para buscar trabajo en una moneda fuerte y poder enviar remesas a su familia. «En Venezuela se escuchan disparos pero no se puede tener miedo. Seguir con miedo es mantenerse con los opresores. Hoy no tenemos miedo, y hay que avanzar contra la dictadura».

La situación violenta no solo estaba en San Antonio, sino también en Ureña. Allí los civiles comenzaron a instalar barricadas encendidas en fuego para evitar que la Guardia Nacional pudiera enviar más uniformados al paso fronterizo. Hubo represión y asfixiados.

En el lugar, Marino Herrera llamaba a sus vecinos a salir a la calle. «Es ahora o nunca, cuando pasen esos camiones con la ayuda es que el Gobierno se caerá», clamaba a viva voz. Otros lo acompañaban en su confrontación con la fuerza pública. En el puente, también hubo disparos, quedejaron varios heridos.

Entretanto, en las calles de Ureña aumentaba la preocupación. En algunas viviendas hubo personas que comenzaron a preparar un equipamiento mínimo para enfrentar los gases lacrimógenos, como pañuelos impregnados de vinagre, pasta de dientes o antiácidos. «Tenemos que ayudarnos entre todos, no podemos perder esta oportunidad», soltó Rosa Villegas, de 67 años. Ella no salió a protestar. «Eso es para los jóvenes, a mi me toca otro papel».

Pero en la frontera hacía falta más que implementos contra las bombas lacrimógenas. Al cierre de esta edición, la Policía Nacional Bolivariana había comenzado a quemar los camiones de ayuda estadounidense que lograron pasar a territorio venezolano desde Colombia. Tres de las camiones de los cinco que cruzaron el puente. «Estábamos acá protestando, llevando la ayuda humanitaria de manera pacífica y hemos sido emboscados por la Policía Nacional Bolivariana. Nos bloqueó la gandola (camión) y nos comenzó a tirar perdigones y bombas lacrimógenos», relató uno de los manifestantes en declaraciones a la televisión colombiana Caracol. «Aquí hay bastantes heridos. Nos secuestraron dos gandolas y nos las quemaron», añadió este activista de la oposición.

Hasta el momento no se ha confirmado el número de lesionados, pero diversas fuentes constataron que varias personas abandonaron el puente con heridas. Tras ese enfrentamiento, varias personas fueron bajo el puente y recogieron piedras que luego lanzaron contra las autoridades venezolanas.

Del otro lado de la línea fronteriza, varios emigrados se agruparon por montones para volver a pisar tierra venezolana. «Yo hoy vuelvo a mi tierra y no lo hago solo sino con esta ayuda humanitaria, mi familia está allá adentro. Lo hago por ellos, dispuesto a todo», explicó Carlos Alberto Longart, residente en Cúcuta desde hace dos años.