Estados Unidos

El descanso del guerrero

En un impactante artículo en «The Washington Post», Rebecca Sinclair ha contado que su marido, el general Sinclair, le ha sido infiel. Le espera un Consejo de Guerra. Petraeus no es el único caso

El descanso del guerrero
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El pasado viernes 16 de noviembre, el periódico «The Washington Post» incluyó en su sección de opinión un artículo que sorprendió a la opinión pública norteamericana, tanto por la identidad de su autora como por el asunto que abordó en las 800 palabras de dicho texto. Firmado por Rebecca Sinclair, la esposa del general de brigada Jeffrey Sinclair, redactó una gran defensa de su marido bajo el título «Cuando la presión de la guerra conduce a la infidelidad», donde trató abiertamente la infidelidad de este general de una estrella, que ahora se enfrenta a un consejo de guerra en el Fuerte Bragg (Carolina del Norte).

Acusado, entre otros cargos, de sodomía (castigado en el artículo 125 del Código Militar estadounidense), adulterio y posesión de material pornográfico (contemplados en el artículo 134) y consumo de alcohol durante el servicio (en el artículo 112), Rebecca Sinclair espera que salga absuelto de la mayoría de estos cargos. Mientras, la pareja intenta reparar su matrimonio, ahora en el centro del ojo público.

Más difícil le será para el general Sinclair restablecer su reputación entre sus hombres y mujeres tras décadas de despliegues en numerosas misiones de guerra, recompensadas con el prestigio y las condecoraciones. Corren días en los que está en tela de juicio el supuesto comportamiento intachable y ejemplar de los altos mandos militares del Ejército de los Estados Unidos, que sigue siendo la institución más valorada del país.

En su artículo, Rebecca Sinclair destaca que, «como la mayoría de los estadounidenses, he sido incapaz de escapar del actual ciclo de noticias acerca de algunos altos militares involucrados en escándalos sexuales. Al contrario que para la mayoría de los estadounidenses, sin embargo, para mí este asunto es personal. Mi marido, el general de brigada Jeffrey Sinclair, es uno de estos oficiales», escribe sobre su esposo. Su confesión parte de otros casos impactantes, como los del ex jefe de la CIA, el general David Petraeus, y el general John R. Allen, al frente del comando de Afganistán, aunque no los mencionó por su nombre.

Consejo de Guerra

Fuentes consultadas en el Fuerte Bragg (Carolina del Norte) sobre el caso del general Jeffrey Sinclair admiten que «debido a su cargo es un asunto muy serio». «La cuestión del adulterio puede llamar la atención. Pero se espera de un soldado que tenga cierto carácter. Sobre todo cuando está a cargo del XVIII Cuerpo de las Fuerzas Aerotransportadas (en referencia al general Sinclair). Hay dos códigos: el civil y el militar, que corresponden a los dos mundos en los que vive un militar. No se espera que un soldado estadounidense sea perfecto. Pero si cometes un error te hacen pagar por él. En este caso, al general Petraeus le pueden llamar a filas para juzagarle en un Consejo de Guerra por adulterio, aunque haya abandonado las Fuerzas Armadas para ponerse al frente de la CIA. Es posible. Pero no creo que se dé el caso», explican dichas fuentes, que han preferido mantenerse en el anonimato al no tener autorización del Pentágono para hablar de este asunto.

Al contrario que Rebecca Sinclair, la esposa del general de cuatro estrellas David Petraeus, Holly Knowlton, se ha mantenido al margen de la controversia pública abierta por la infidelidad de su marido. Siempre en un segundo plano, a pesar de su ilustre apellido dentro de la historia militar de Estados Unidos: hija del general William A. Knowlton, jefe de la Academia Militar de West Point. Hermana, nieta, bisnieta y tataranieta de militares, su apellido se remonta a la Guerra Civil americana y está grabado en oro en el historial de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Pero Holly Knowlton se ha hecho un nombre independiente del de Petraeus poniéndose al frente de la lucha contra los embargos que amenazan a las familias de los soldados.

Los compañeros de promoción del general Petraeus le dieron la enhorabuena cuando se enteraron de que el entonces joven cadete salía con la guapa hija del jefe. Dos meses después de la graduación del joven Petraeus, la pareja anunció su compromiso en el periódico «The New York Times», el rotativo más importante del Estado donde se ubica la Academia de West Point. Durante los siguientes 38 años, la pareja vio aumentar su familia con la llegada de dos hijos. Se cambiaron de casa veintitrés veces mientras Petraeus subía en el escalafón militar. Holly estaba más que acostumbrada. Lleva el sentido del servicio militar en su ADN.

Descubrió su verdadera vocación ayudando a los jóvenes soldados y a sus familias con dificultades económicas. Es su manera de intentar subsanar las malas decisiones económicas que tomó tras casarse con Petraeus. Se compraron un buen coche que nunca necesitaron. También, a su juicio, gastaron demasiado en su primera vivienda. Hoy enseña a otros jóvenes militares a no cometer sus errores.

Incluso ha llegado a testificar ante el Congreso sobre los problemas a los que se enfrentan los veteranos de guerra cuando regresan a sus casas y no consiguen adaptarse a la vida fuera del campo de batalla.

Holly Knowlton conoce muy bien los diferentes informes donde se destaca que no sólo los militares sufren estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés). También, sus esposas. Sobre todo después de una guerra tan prolongada, con múltiples despliegues como en el caso de Afganistán, en la que las primeras operaciones tuvieron lugar días después del ataque a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001.

«Desde 2001, las guerras en Irak y Afganistán han desestabilizado nuestras vidas. Nos hemos trasladado seis veces en once años. De media, nuestros hijos cambian de colegio cada dos años. Entre cinco despliegues, estudios sobre el terreno y operaciones de entrenamiento, Jeff ha estado más de seis de los últimos diez años fuera de casa», explica Sinclair de su vida, aunque no analiza si su marido ha sufrido alguna vez los síntomas de la enfermedad de estrés postraumático. Todavía es un estigma dentro de las filas de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, sobre todo entre los altos mandos.

En su artículo, Rebecca Sinclair sí indica que «desde 2001, el estrés de la guerra ha llevado a muchos hombres de servicio a comprometerse en tremendos comportamientos autodestructivos. El cuerpo de oficiales está plagado de líderes que abandonan sus familias y forjan nuevas vidas con otros hombres y mujeres. Y muchas esposas de militares conocen las infidelidades de sus maridos, pero guardan silencio. Para muchas mujeres del Ejército, las opciones son entre malas y peores. Estar con un marido infiel y mantener la familia o perder al marido, a la familia y la seguridad económica que trae el sueldo militar, la pensión, el seguro médico y la vivienda», explica del silencio de algunas esposas al conocer las infidelidades de sus esposos.

En este caso, Holly Knowlton también ha decidido ofrecer la callada por repuesta. Sus hijos tampoco han hecho declaraciones. No las habrá. Todos los saben. También se sabe –es de imaginar– que está muy enfadada y triste. En su caso, el silencio no es por miedo a perder la estabilidad financiera que le reporta el sueldo de su marido. En la familia es ella la que tiene el apellido de peso, la fama, el reconocimiento y el respeto de la gran familia de las Fuerzas Armadas.

Como buen militar, no mostrará sus sentimientos. Su sentido del servicio y del honor están primero, aunque no lleve ningún galón ni ninguna estrella. Al fin y al cabo, es hija, esposa, hermana, nieta, bisnieta y tataranieta de soldados. Nunca ha jurado bandera, pero es una de las personas más respetadas dentro de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Y lo es por algo.

Las mujeres del ejército se desnudan

Tradicionalmente, las esposas de los militares intentan seguir el supuesto comportamiento intachable de sus maridos. Pero Ashley Wise, que es y está casada con un soldado, ha decidido desnudarse junto con otras mujeres en una iniciativa para llamar la atención sobre el problema de estrés postraumático que sufren muchos veteranos de guerra. El estigma de esta enfermedad dentro de las filas de las Fuerzas Armadas impide saber los números reales de los soldados que luchan contra los fantasmas de la guerra.

Precisamente, Ashley Wise quiere desmitificar la imagen de esposas perfectas que intentan proyectar las mujeres de los militares. Con su idea, pretende crear un espacio donde las familias de los veteranos puedan compartir sus historias. A su juicio, nadie tiene un lugar concreto en el que comunicarse. Decidió lanzar esta iniciativa después de que un compañero de filas se suicidara.