La Columna de Carla de La Lá

¿Plácido Domingo o Lunes Acosador?

¿Eliminamos a todos los golfos que traspasaron los límites de la moral contemporánea en el siglo XX?

Con aplausos, vítores y parte de los asistentes en pie ha recibido el público de Madrid al tenor Plácido Domingo (c), visiblemente emocionado, en el concierto ofrecido este miércoles en el Auditorio Nacional, que ha supuesto su reaparición tras dos años alejado de los escenarios españoles.
Con aplausos, vítores y parte de los asistentes en pie ha recibido el público de Madrid al tenor Plácido Domingo (c), visiblemente emocionado, en el concierto ofrecido este miércoles en el Auditorio Nacional, que ha supuesto su reaparición tras dos años alejado de los escenarios españoles.Ekaitz FilarmendiEkaitz Filarmendi/EFE

No son los Beatles, ni María Callas, ni Michael Jackson los que pudieran presumir del aplauso más duradero de todos los tiempos porque se lo llevó un nacional, Plácido Domingo en la Ópera Estatal de Viena, el 30 de julio de 1991; salió a saludar 101 veces en total, una hora y veinte minutos de aplausos.

El mismo artista ostenta el récord del aplauso más largo de la historia en el Teatro Real, Madrid, 32 minutos de ovación para su interpretación en ‘Simon Boccanegra’, de Verdi, el 28 de julio de 2010.

Sin embargo, ah… los tiempos cambian y el loado, el adorado por el público ya no lo es, al menos de todos, todas y todes, queridos.

Esta semana, tras ser declarado non grato en los Estados Unidos, ha ofrecido su primer gran recital en nuestro país, después de conocerse que, durante años, aprovechó supuestamente la posición de vulnerabilidad de algunas mujeres de su círculo profesional para acosarlas.

El público madrileño, no obstante, lo recibió en pie y ovacionando con fervor durante varios minutos antes de que empezase, si quiera, su actuación.

Además de los 1600 ciudadanos anónimos, también quisieron arroparlo personalidades del mundo de la cultura y de la política, como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz-Ayuso; el director general del Teatro Real, Ignacio García Belenguer, o el empresario y fundador de El País, Juan Luis Cebrián. El debate está servido.

Artistas, periodistas, mujeres de la cultura y otres han manifestado con furor en las redes sociales su descontento a causa de este aplauso, que consideran una expresión de machismo y de nula empatía con las víctimas del tenor y las de los demás, pasadas, presentes y futuras.

Veamos, es indiscutible que donde salen veinte mujeres con testimonios similares ¿comportamiento sexual inadecuado? ¿Coqueteo? ¿Descaro? ¿Desfachatez? ¿Insinuaciones reiteradas?, agua lleva el río, y que Placido Domingo ha sido un pichabrava que se extralimitaba en sus proposiciones y seguramente en el manejo de sus manos, eso está claro; pero también lo está que no se puede juzgar a un octogenario por un comportamiento inapropiado en sus años mozos con los parámetros y valores de 2021, como si hubiera sido educado por la mismísima Irene Montero.

“¿Por qué hay quienes necesitan aplaudir con estruendo a un hombre que ha confesado haber abusado sexualmente de varias mujeres? Incluso quienes piensan que la respuesta no puede ser el escarnio público deberían entender que la ovación lo es aún menos. Sobre todo me gustaría que se preguntasen qué mensaje les mandan a esas mujeres y a las que son agredidas sexualmente cada día en nuestro país. Porque son los mismos que luego se sorprenden de que las mujeres no denuncien por miedo a no ser creídas “_Ha manifestado en su cuenta de Twitter la Ministra de Igualdad, que naturalmente ha sido aplaudida (aunque no tanto como Placido Domingo), retuiteada por muchas y cuestionada por otras, como la concursante de realities, Ylenia: “¿Y por qué no apoyas públicamente a una mujer que fue violada en un programa en directo y sí llamas a la cadena que está en juicio con ella a cambio de publicidad electoral? Sois un cuadro todas. Marionetas”

Pero volvamos, amigos, a los ochenta, que tenemos mucha plancha; en la época de los hechos, los hombres no sabían que la insistencia sexual con las mujeres era un delito porque de hecho no lo era, como tampoco las mujeres lo sabían.

El machismo atroz del que venimos (¿han visto la asquerosamente vejatoria publicidad del siglo XX?) hacía que, en la generación de nuestros padres y, por supuesto antes, la minusvaloración de los sentimientos de las mujeres en cuanto a nuestra posición sexual, social y laboral fuese aceptada por todos, y perpetuada por ellas mismas. Las más espabiladas, incluso, le sacaban rendimiento.

Patricia Wulf, por ejemplo, la más mediática de sus acusadoras (o víctimas) utilizó laboralmente a Placido Domingo hasta después de dejar la opera. La soprano, que reconoce haber sido amante del “Dios de la ópera” y fue la primera en tirar de la manta y denunciarlo por acoso sexual, alardeaba de haber compartido escenario con el tenor madrileño en su linkedin y en su página web.

Por su parte el cantante que, en su momento, pidió disculpas “a quienes pudieran haberse sentido ofendidas por algunas iniciativas de dudosa interpretación”, alega que nunca se ha comportado agresivamente con nadie_ejem… Define “agresivamente”_ que jamás ha hecho nada para obstruir o perjudicar la carrera de nadie y que nunca abusó de nadie a pesar de haber sido acusado en Estados Unidos en 2019.

“Pueden decir lo que quieran, pero yo no le he faltado el respeto a ninguna mujer”, declaró tras las investigaciones que finalmente no hallaron evidencias de abusos.

Llegados a este punto (hoy cuando una mujer denuncia, lo importante es el relato, y no las pruebas)… ¿eliminamos a todos los golfos y mujeriegos irredentos que traspasaron los límites de la moral contemporánea en el siglo XX? ¿Cambiamos de nombre al aeropuerto John F. Kennedy, vetamos las películas de Charlot, descolgamos los cuadros de Picasso, el narciso diabólico que llevó a varias de sus mujeres a la depresión e incluso al suicidio? ¿Y qué me dicen del ex vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias despachándose a gusto con Tania Sánchez, después con Dina Bousselham e Irene Montero?

Pienso que el asunto bien merece nuestra reflexión dado lo exculpatorio de su nombre: Plácido Domingo; que si se hubiera llamado Lunes Acosador, otro tenor cantaría.