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Con más de 390.000 seguidores, el Museo Del Prado es todo un fenómeno en TikTok

Los trazos ocultos bajo los cuadros o por qué hay obras que parecen duplicadas son algunos misterios que se resuelven en esta visita virtual

Visitantes observan El jardín de las Delicias, de El Bosco, en el Museo del Prado | Fuente: Víctor Lerena
Visitantes observan El jardín de las Delicias, de El Bosco, en el Museo del Prado | Fuente: Víctor LerenaVíctor LerenaAgencia EFE

Decía Edvard Munch que “el arte deriva del deseo de comunicarse con el otro”. Quizá, sin saberlo, el autor de ‘El Grito’ dio hace unas cuantas décadas con la clave para entender un fenómeno contemporáneo, quizá inesperado, como es el triunfo del arte en las redes sociales. Twitter, Instagram y TikTok se han convertido en el nuevo espacio en el que debatir sobre el futuro, conocer a nuevos artistas y aprender de los clásicos. Porque todo tiene cabida. Gracias a las redes se están dando a conocer nuevas formas de plasmar el arte, como los NFTs, y también a nuevos creadores.

Sonado ha sido el caso del artista Ben Labuzzetta, que relataba en ‘Business Insider’ cómo, a sus 19 años había logrado unos ingresos de 800.000 euros con sus obras gracias a las redes. No es el único que ha encontrado aquí su hueco. En nuestro país, la ilustradora Cristina Luengo se ha convertido en una estrella con cerca de 2,2 millones de seguidores. “Cuando descubrí TikTok en 2019, pensé que en la aplicación solo se compartían bailes, lipsync, humor… y que estaba dirigida sobre todo a un público más joven”, nos cuenta. “Pero después de descargarla y ver que había mucha variedad, decidí animarme a publicar mis vídeos de arte”. Comenzó así una andadura con una labor divulgativa que la ha ayudado “a conseguir una comunidad por la que estoy muy agradecida y oportunidades que jamás hubiese imaginado”.

Museos y redes sociales

Si Munch nunca hubiera podido ni pensar que su cuadro sería la inspiración para uno de los emojis más utilizados, probablemente Leonardo Da Vinci tampoco hubiera creído que ‘La Gioconda’ se batiría el cobre por las visualizaciones en Instagram con las influencers de turno. Sin la vanguardia no habría forma de entender el arte, pero adaptarse a un mundo que avanza a la velocidad de la luz no es sencillo para quienes se dedican a preservarlas obras más destacadas de la historia. Aún así, clásicos e instituciones están aguantando bien el tipo. El MoMA de Nueva York tiene cerca de 5,5 millones de seguidores en Instagram, el Louvre alcanza ya los 4,8 millones y el de Van Gogh, 2,1. Hasta los Museos Vaticanos tienen su hueco, con 229 000 seguidores. ¿Y cómo se han adaptado? Pues viendo las redes como una suerte de pinacoteca virtual, en la que ofrecer además contenidos alternativos.

El Prado, un fenómeno en TikTok

El Museo Thyssen, el del Greco, el Reina Sofía y, por supuesto, el Museo del Prado están presentes en el ciberespacio. Este último nos invita a pasear por sus estancias en Instagram, donde se acerca ya al millón de seguidores, e informa de sus novedades en Twitter, donde 1.300.000 personas leen a diario sus publicaciones. Sin embargo, es su cuenta de TikTok la que está marcando la diferencia. Con más de trescientos noventa mil seguidores, el Museo del Prado ha logrado encontrar no solo una vía para mostrar sus colecciones, también crear una gran comunidad.

El departamento de comunicación digital, con Javier Sainz a la cabeza, es el responsable de un giro que les está dando muchas alegrías. “Teníamos que intentar transmitir por qué el arte sigue siendo relevante para la sociedad”, nos cuenta Sainz. “La idea es hacer una visita por el museo como si te acompañara un amigo”, dice. Y en ese paseo además de ver las obras se encargan de mostrar “cosas muy curiosas que, para los expertos parecen obvias, pero para el resto quizá no”. Los trazos ocultos bajo los cuadros o por qué hay obras que parecen duplicadas son algunos de esos misterios que se resuelven. Y en eso está involucrado todo el personal. “Uno de los vídeos que mejor ha funcionado es uno del director respondiendo a un usuario sobre si era cierto que había un agujero en ‘El Lavatorio’ de Tintoretto”, relata. El resultado es que han logrado conectar con el público gracias a vídeos concisos, originales y con ritmo.

Una cosa que nos gusta de TikTok es que en el resto de las redes tú eliges seguir al museo. Pero en esta no. Ahí lo que funciona es el algoritmo. Yo imagino a alguien de 16 años, que está viendo lo que le gusta, y de repente ve este vídeo, que no ha elegido, pero le gusta, lo comenta y lo comparte. Eso es una riqueza tremenda para los museos”. Así se ha generado una comunidad abierta y muy fiel, aunque es difícil cuantificar si esa interacción ha hecho aumentar las visitas físicas. “No tenemos los datos concretos, pero cualitativos, muchísimos. A veces, como siguen los directos o TikTok, nos dejan unas galletas. Una seguidora de México nos dejó unas mascarillas con un colibrí pintado… Se ha creado una comunidad en torno al museo y es algo muy bonito”.

Seguidores, visitas y la lucha con el algoritmo

Ellos han conseguido que se hable de arte en las redes, un espacio que parecía copado por la frivolidad, pero en el que, sin embargo, existen normas férreas. Especialmente en lo que respecta a los desnudos y escenas violentas. Hay obras que son censuradas por los algoritmos, programados para alertar sobre el contenido inapropiado. El debate se reabrió hace unos meses con la retirada del cartel de la película ‘Madres paralelas’, pero no es nuevo. Hace un par de años, un museo italiano pensó denunciar a la compañía de Zuckerberg y varios de Viena se unieron a OnlyFans a modo de protesta. Tras la controversia, Facebook informó de que revisarían sus políticas. Ahora, aunque las etiquetas siguen existiendo, una llamada suele bastar para que se revisen. En todo esto El Prado no ha sido una excepción. De hecho, les ha sucedido recientemente con ‘Los fusilamientos’ de Goya. Aunque Sainz hace otra lectura: “¡Fíjate qué actual es Goya que te tienen que avisar de que te puede impactar!”. Y razón no le falta, porque parece que el arte está más vivo que nunca.