
Maquillaje
Este es el motivo por el que debes congelar tu rímel antes de tirarlo
Ese tubito negro que ya no da más guerra puede tener un “final” mucho más limpio de lo que imaginas. Un simple gesto evita el desastre en la basura y facilita su reciclaje

En cuanta una máscara se agota, el envase empieza a jugar en contra: restos que manchan, gupillones que salen apelmazados y tapones que dejan un cerco negro imposible. Ese combo convierte un gesto sencillo (tirarla) en algo pegajoso y poco higiénico.
A eso se suma un problema práctico: los envases cosméticos pequeños y sucios suelen quedar fuera de los circuitos de reciclaje o de los programas de recogida en tienda. Si el tubo llega con producto dentro, pegotes en el cuello o el anillo limpiador, es fácil que termine en la fracción resto.
La salida ordenada existe y no implica productos extra ni “revivir” la fórmula usada en los ojos. Con un paso previo breve, el envase se limpia mejor, el cepillo puede reutilizarse para otras tareas (cejas, baby hairs, bisutería, teclado) y todo el proceso se vuelve menos sucio y más sostenible.
Qué hace el frío (y por qué funciona)
Las máscaras combinan ceras, aceites, pigmentos y resinas. Al enfriarse mucho, las ceras se endurecen y los restos se contraen, despegándose del interior del tubo y del wiper (la arandela que escurre el cepillo). Así, lo que antes era mancha viscosa se convierte en “copitos” que caen.
Método “freeze & clean”, paso a paso
- Mete el tubo cerrado en una bolsita con cierre (etiquétala) y colócalo en el congelador 4–12 horas.
- Sácalo, desenrosca el cepillo y, con pinzas, levanta el wiper.
- Golpea suavemente el cuerpo sobre un papel: caerán los restos sólidos.
- Lava tubo, tapón y cepillo con agua caliente y jabón. Seca bien antes de reciclar o reutilizar piezas.
Tips de seguridad: mantén la bolsa separada de alimentos; no uses microondas o radiador para “acelerar”; los residuos al cubo (no al desagüe).
Lo que no es este truco
No resucita la fórmula ni la esteriliza. El congelador no mata microbios: solo facilita la limpieza. No añadas líquidos para “alargarla” ni vuelvas a usar ese producto en los ojos. Regla de oro: cambia de máscara cada 3 meses.
Segundas vidas del gupillón (ya limpio)
Ese cepillo es una herramienta pequeña, pero apañada: peinar cejas con gel transparente, domar baby hairs, retirar pelusas del cuello de camisas, limpiar cierres de joyas y monturas de gafas, repasar bordes de manicura o las ranuras del teclado.
¿Y el tubo? Más opciones para reciclar
Los envases cosméticos diminutos llegan a planta con las de perder si están sucios. Un cuerpo limpio y seco tiene más posibilidades: busca cajas de take-back en perfumerías, farmacias o programas de devolución por correo. No arregla el tema del plástico en el sector, pero elimina una barrera real.
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