Marbella

Alba, menos de un millón de euros por repartir

La familia Alba el día del funeral de la Duquesa
La familia Alba el día del funeral de la Duquesalarazon

A unos días de cumplirse un año del fallecimiento de Cayetana Fitz-James Stuart, sus familiares presentarán la liquidación del caudal hereditario. A Alfonso Díez le corresponde el 26 por ciento del tercio de mejora.

A principios de la próxima semana, días antes de que se cumpla un año desde el fallecimiento de la duquesa de Alba, sus herederos presentarán, porque la Ley exige que se tramite en el plazo máximo de un año, la liquidación del caudal hereditario que es el único fleco que queda por repartir de la herencia de Cayetana Fitz-James Stuart. Una herencia que a los siete beneficiarios les parece que causa una expectación mediática incomprensible, ya que es una cantidad mínima en comparación con el montante a repartir entre los seis hijos y Alfonso Díez porque la herencia la repartió en vida la propia Duquesa y eso incluye el cuadro de Renoir «Mujer con sombrero de cerezas» que es de todos los hermanos y que forma parte de la exposición «Tesoros de la Casa de Alba» que se exhibe en Dallas. Como dice Jacobo, conde de Siruela, «una familia tan conocida cotidianamente en lo superfluo como ignorada en su verdadera sustancia» siempre genera expectación y el Renoir, desde que en 2011 Cayetana lo dio en vida, es la joya de la corona a repartir entre sus hijos.

Siete lotes

Al parecer, el caudal hereditario que queda por dividir en siete lotes no supera el millón de euros, según la estimación que hizo Sotheby’s y que le será comunicada a Hacienda en horas. De ese caudal hereditario a Alfonso Díez le corresponde el 26 por ciento del tercio de mejora, es decir, que su agenda telefónica se habrá podido incrementar con muchos teléfonos influyentes pero su cuenta bancaria no sufrirá uno galáctico, y de ahí que la hipoteca de la casa de Sanlúcar, que Cayetana le regaló, la seguirá pagando el duqueporque así se comprometió con su madre y ya sólo le quedan unos meses por finiquitar.

En 2011, antes de contraer matrimonio con Alfonso Díez, Cayetana donó a sus hijos Carlos, Alfonso, Jacobo, Cayetano, Fernando y Eugenia las fincas, objetos, acciones y bienes que no están adscritos a la Fundación Casa de Alba, pero no ha sido hasta el fallecimiento de ella, hace un año, cuando verdaderamente los hijos se han hecho cargo al cien por cien del patrimonio que les correspondía, dado que la Duquesa les pidió que Cayetano siguiera administrando las fincas como si fuera un solo patrimonio hasta su muerte. Por tanto, ha sido para todos un año de transición, de toma de contacto. Jacobo tendrá que decidir si quiere seguir con el ganado heredado. Eugenia deberá dar su consentimiento para renovar poco a poco los olivos centenarios que le han correspondido, que a ella le parecen preciosos porque lo son, pero poco productivos. Alfonso resolverá qué hará con las tierras de naranjos. Si Cayetano, que se dedica a la marca Casa de Alba, que amplía gama de productos con turrones, hará algo más con el cereal que producen sus propiedades o si, finalmente, Fernando, cuando se recupere el mercado inmobiliario, venderá su finca salmantina y lo invertirá en el anhelado piso que le gustaría tener en Madrid. De momento, por deseo de su madre y aceptación del actual duque de Alba, su casa seguirá siendo el Palacio de Liria, independientemente de que heredase una casa en Marbella. A Fernando le habría gustado que su madre le hubiera dejado uno de los pisos que le tocaron a su hermano mayor o los dos que Eugenia unió para convertirlos en su vivienda y que están pegados al Palacio de Liria, pero no fue así. El marqués de San Vicente del Barco heredó una casa en la playa a 600 kilómetros de Madrid. Sobre los pisos y locales que el duque de Alba heredó, se ha creado otra confusión más. Era en uno de esos lugares, no en las caballerizas de Liria, donde Lozano quería abrir un restaurante oriental. Después del ruido mediático, el casero, que es el señor duque, ha decidido que se alquile ese local como restaurante de cocina española, pero no será Lozano el arrendador.

Parece ser que los hermanos mantienen entre ellos una buena relación. Es cierto que no son de reunirse mucho, en este año que falta la madre lo han hecho puntualmente para tomar decisiones que requerían del consenso de todos y es posible que Carlos, como hermano mayor siga convocando en Navidad a la familia alrededor de la mesa de Liria, como ya hiciera en las primeras sin la matriarca y a la que no asistió Alfonso Díez, lo que también es natural porque aunque la relación sea cordial, no deja de ser el tercer marido de Cayetana, a la que cuidó con cariño hasta el final pero que no tenía por qué tener más relación con los hijos que las propias derivadas de la educación y el afecto por un hombre que tanta compañía le hizo a la Duquesa en sus últimos años. De ahí que las diatribas que les lanza Carmen Tello no sean del todo comprensibles para la familia y más teniendo en cuenta que los seis Alba tuvieron una educación marcada por las costumbres y forma de pensar de la rancia aristocracia, que dejaba muchas carencias afectivas al descubierto. Eran otros tiempos y Cayetana no fue una madre de llevar la merienda al colegio o de comer con sus hijos hasta que fueron mayores. Algo que por ejemplo, el actual Duque ha corregido porque los tiempos y la sociedad son distintos. Sus hijos Fernando y Carlos se han educado igual y con el cariño que da el roce. Ambos han estudiado en el colegio Los Rosales, al que fueron el Rey Felipe VI y el propio duque de Alba. Los dos son plenamente conscientes, como lo fueron sus cinco tíos, aunque a Cayetano le haya costado aceptarlo, que Fernando será el Duque de Alba y por tanto, su padre le mejorará en la herencia como Cayetana hizo con él, para que pueda hacer frente con su patrimonio al mantenimiento de la Fundación Casa de Alba y también le cederá el Palacio de Dueñas, que es un bien privado que no pertenece a la Fundación y que Cayetana dejó en herencia a su primogénito, Carlos Fitz-James Stuart, no a su nieto, Fernando. En unas semanas, Fernando Fitz-James Solís, que es economista y trabaja en Banco de Santander, recibirá el ducado de Huéscar y Carlos, que estudia químicas en Estados Unidos, será conde de Osorno, un título del siglo XV con grandeza inmemorial. Están a la espera de que finalicen los trámites burocráticos para que ambos hijos reciban sus correspondientes distinciones nobiliarias. Aún así, el duque de Alba dispone de 37 títulos más con todas las cartas despachadas y firmadas por Felipe VI, por las que ha pagado 2.699 euros por cada título con Grandeza de España y 769 por los que carecen de ella. También cuenta con un extraordinario patrimonio inmobiliario y artístico que incluye la famosa corona ducal, que es como las «joyas de pasar» de los reyes. Una corona que va incluida en el ducado de Alba y, por tanto, Cayetana no pudo dársela como el resto de joyas a Eugenia. Con ella se casaron la Duquesa y su hija Eugenia y con esa corona no se casará la próxima mujer de Carlos Fitz-James porque tiene clarísimo que no repetirá experiencia. El duque ha decidido que su estado civil permanente será el de soltero porque está divinamente así y además, es de ideas fijas.

Toma de control

Posiblemente este año sin Cayetana a los que más les haya cambiado la vida haya sido a Carlos por la lógica toma de control, ya que «la Casa de Alba soy yo y mis hijos», como nos decía en la entrevista que concedía hace unas semanas a LA RAZÓN y también a Cayetano, que tuvo que abandonar el Palacio de Liria y tomar conciencia de las cosas domésticas que hasta ahora ni se había planteado, como abonar la cuenta del supermercado, de la luz o dejar de disponer de chófer; parece algo trivial para el común de los mortales pero no para quien se ha levantado durante cincuenta años con el desayuno puesto y las cuentas pagadas. Cayetano ha llegado a convivir en el piso de una de sus novias y la doncella del palacio de Liria tener que acudir a la vivienda compartida a recoger su ropa para lavársela y plancharla. Ahora que Melani Costa consiguió dejarle hace un par de meses, vuelve a estar soltero, está divorciado desde 2008 de Genoveva y ella trata de construir una relación con José María Michavila con intención de consolidarla en un futuro, superando las complicaciones familiares de sumar entre los dos siete hijos, la negociación por la pensión de Luis y Amina, que ya no están internos en Inglaterra, está en vías de solución. No es de extrañar que Cayetano haya estado acudiendo al psicólogo para poner en orden su vida. El duque de Alba vive su primer aniversario al frente de una Casa, que es como un pequeño microcosmos en el centro de Madrid. Un palacio que también es vivienda y que cuenta con archivero, restauradores y hasta un platero cuya única función es bruñir la plata. Carlos, XIX duque de Alba, igual que Felipe VI, han sido preparados para ser los herederos. Ambos cumplen su primer año en las funciones para las que se han preparado largamente. Ambos han estudiado en el mismo colegio. El rey y el duque viven en Palacios en los que se ubica su centro de operaciones y a la vez son viviendas, por ejemplo, en Liria en la segunda planta se sitúan las estancias privadas. A Carlos sus 37 títulos se los ha rubricado Felipe y él a cambio debe «lealtad a la Corona». Ellos saben que «son tiempos difíciles» que la sangre cada vez es menos azul y la vida un arco iris.