Ciudad Real
¿Almodóvar?, ¿Y ése quién es?
El director de cine y su «séquito» fueron expulsados de la sala vip de la fiesta más exclusiva de la capital. ¿Es el fin del poderío almodovariano?
Es el director de cine español de mayor reconocimiento mundial. Cada estreno de una de sus películas se convierte en un acontecimiento en la industria nacional e internacional. Desde que dieron comienzo sus andaduras allá por los ochenta con «Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón» (aunque sus verdaderas «andaduras» comenzarían mucho antes, cuando, con apenas 18 años, dejara su Ciudad Real natal para hacer vida en la capital) se convirtió en el rey de la noche –y de la mañana, y de la tarde– de Madrid y, después, en el príncipe de la Movida. Era el perejil de todas las salsas, el indispensable en cualquier evento, acto o fiesta, el protagonista de toda crónica social. Como suele ocurrir, según avanzaba en su carrera cinematográfica, aumentaba no sólo su prestigio profesional, sino también el personal. Almodóvar era imparable.
La apreciación común dice que la línea que separa lo sublime de lo ridículo es delgada, apenas perceptible. De igual forma se habla de la que divide el amor y el odio o, en este caso, la gloria y la ruina. La celebridad y el olvido. «Un día estás arriba y, al día siguiente, abajo», se oye por doquier. Y Almodóvar, nuestro «¡Pedro!», que diría su musa Penélope Cruz, ha probado unas gotas del terrible veneno de la indiferencia y preterición que parece comenzar a formar parte de su vida cotidiana. Ya le ocurrió cuando fue relegado al ostracismo por una Academia de Cine doblegada ante un fresco y moderno Amenábar, y, si bien la reconciliación llegó –más tarde que pronto–, al orgulloso manchego le bastaba con sus dos Oscar, cinco BAFTA, dos Globos de Oro, dos premios en Cannes y el reconocimiento y la popularidad que un apellido como el suyo evocan en el acto. Sin embargo, y aunque sus películas continúan arrasando en taquilla (olviden «Los amantes pasajeros», que se estrelló ostensiblemente), Almodóvar ha dejado de ser el vip que era. El domingo tuvo lugar en el Casino de Madrid la que prometía ser la fiesta más exclusiva del siglo: tan sólo 100 invitados, auspiciados por Ricardo Tisci (director creativo de Givenchy), entre los que se rumoreaba que figurarían Beyoncé, Madonna y Naomi Campbell –pero ninguna de las tres se dejó ver por allí–. En su lugar acudieron estrellas del panorama nacional, como Luis Medina, Hiba Abouk, Tamara Falcó (que compartió momentos íntimos con Enrique Solís, aunque ambos continúen negando lo evidente) y Pedro Almodóvar. El cineasta, amigo personal de Tisci (incluso acudió a su cumpleaños en verano en Ibiza), se llevó con él a su acostumbrada «troupe», cuyas máximas representantes son Bibiana Fernández y Rossy de Palma. Pues bien, allí llegaron los tres y subieron directos a la sala vip convencidos del halo de relevancia que acostumbran ver brillar a su alrededor. Sin embargo, los jugadores de la NBA (aquella noche se había jugado la final del Mundial de Baloncesto) y la organización querían una despejada de «gente corriente», y el otrora imprescindible «clan Almodóvar» fue expulsado de la exclusiva zona para ir a engrosar la vulgar masa.
En tu fiesta me colé
Los invitados «comunes» percibieron esto, y la pregunta se convirtió en polvorín: «¿Almodóvar no es vip?». Y es que si en España echan de un reservado a Pedro, ¿quién permanecerá dentro? «Almodóvar tiene un nivel de notoriedad muy alto. Es uno de los principales exponentes del cine español con una alta repetición de éxitos década tras década, por lo que tanto jóvenes como adultos saben perfectamente quién es: es conocido por el 95% de la población, lo que le coloca entre las treinta personalidades más conocidas entre las más de 2.100 que analiza Personality Media», explica Santiago Mollinedo, director de esta consultora experta en la valoración de famosos. Sin embargo, a pesar de su alta notoriedad, tiene «una imagen muy controvertida y polarizante» que genera rechazo en parte del público: sólo confía en él un 29%, mientras que a más del 34% le genera rechazo. «Su exposición pública es complicada, está muy politizada y a él se asocian siempre unas declaraciones o actuaciones que no dejan indiferente a casi nadie, lo que lo convierte en un candidato pésimo para actos de promoción o eventos ligados a una determinada marca», añade Mollinedo.
Lo cierto es que, según los expertos, la polémica de sus apariciones públicas y sus últimas películas, así como su vida alejada de los focos y eventos sociales, ha provocado que Almodóvar haya pasado de ser el rey de la noche madrileña a un desterrado (quizá voluntariamente) de la gente «cool» de la capital.
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