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El artículo de Lomana: Tenemos la mala costumbre...

En Marbella con Saeko Hamada y Paula Tholstrup
En Marbella con Saeko Hamada y Paula Tholstruplarazon

Cuando llegamos a estas alturas del año, justo después de la Semana Santa, parece que ya hemos pasado el ecuador del invierno haciendo planes mucho más alegres. Caemos demasiado a menudo en la mala costumbre de usar los luegos y no los ahora... (luego te llamo, luego te contesto, luego te escribo y, obviamente, nunca llamó, nunca escribió, nunca contestó). Pasamos media vida o la vida entera soñando esa vida perfecta que nos gustaría tener. Siendo ajenos a que la vida perfecta es ahora. Es cada momento, cada oportunidad, cada sonrisa. Hace mucho tiempo que no hago demasiados planes. Dejo que todo fluya y de esta forma siempre surgen cosas y personas interesantes en mi vida. He decidido abstraerme de tanta zafiedad y gente negativa. La felicidad no existe, siempre es imperfecta y se compone de algunos momentos como los que viví esta Semana Santa viendo procesiones en Málaga que nunca dejan de emocionarme o dando mi primer paseo del año a la orilla del mar. De la misma forma que celebré en Sevilla el Domingo de Resurrección con una estupenda noche de flamenco cerca de la Maestranza, rodeada de buenos amigos como el cantante Manuel Lombo, Viky Martín Berrocal, Luis Medina, Mario Niebla y un sin fin de sevillanos de pro que ya estaban haciendo planes para la Feria de Abril. Lo de Sevilla es un bucle que no cesa y enlaza una celebración con otra. Es el sur en su máxima expresión.

Últimamente me asombran muchas cosas. Entre ellas, esta tomadura de pelo de la que estamos siendo objeto los españoles con unos aprendices de políticos incapaces de ponerse de acuerdo para formar gobierno, sólo guiados por sus propios intereses, amenazando con nuevas elecciones. ¿Para qué? Si ya hemos dicho lo que queríamos y no nos han hecho caso. Son incoherentes e incompetentes y me aburren que me matan. También tenemos el apartado alcaldesas, con las disparatadas Ada Colau y nuestra entrañable Manuela Carmena, cuyo juego favorito parecen ser los cambios de nombre. Ahora le ha dado por el Valle de los Caídos al que quiere llamar Valle de la Paz y al Arco de Triunfo de Moncloa, el Arco de la Concordia, como si no hubiese nada más importante que hacer en Madrid. Y los españoles nos estamos acostumbrando a aguantar tanta tontería adormecidos por la prensa del colorín. Viviendo una vida irreal a través de lo que nos muestran algunas publicaciones que, como recomienda Vargas Llosa, debemos leer para hacernos soñar. Supongo que especialmente para él, que se ha mimetizado con el «medio rosa» como nadie, viviendo esta exposición mediática de su amor con una alegría y felicidad tal que confiesa haber sido el mejor año de su vida. ¡Ahí queda eso! Su matrimonio de 50 años, sus hijos, su Nobel, nada ha sido comparable a este año de Porcelanosas, reportajes en «¡Hola!», alfombras rojas, sin contar las múltiples celebraciones de su 80 cumpleaños con cena de 400 personas, a más de la mitad de los cuales no conocía y con invitados que pagaban su cubierto. Es lo último que uno podía esperar de un intelectual que ha presentado hace unos días una novela, bastante floja, pero que gracias a este despliegue publicitario será una de las más vendidas de su magnífica obra. Este fin de semana me sumergiré en el mundo de los aceites aromáticos que me han regalado en un estupendo almuerzo organizado por Luxury Spain. Son la panacea contra el estrés, y me harán sentirme en zona confort permanente, y eso es lo que necesito. También olvidar la «mala costumbre» de dejar para mañana lo que podemos hacer hoy, de quejarnos por todo, de no sonreír lo suficiente. Les deseo «happy time».