Lifestyle

Elisa Isoardi, la polémica «primera dama» italiana

La novia del ministro de Interior, el ultraderechista Matteo Salvini, presentadora de televisión y diez años menor que él, ha sido criticada por publicar imágenes y lanzar mensajes machistas: «Una mujer siempre debe dar luz a su hombre desde la sombra»

Elisa Isoardi y Matteo Salvini mantienen una relación desde hace cuatro años / Gtres
Elisa Isoardi y Matteo Salvini mantienen una relación desde hace cuatro años / Gtreslarazon

La novia del ministro de Interior, el ultraderechista Matteo Salvini, presentadora de televisión y diez años menor que él, ha sido criticada por publicar imágenes y lanzar mensajes machistas: «Una mujer siempre debe dar luz a su hombre desde la sombra».

Matteo Salvini descansa poco últimamente. El vicepresidente y ministro del Interior italiano confiesa que en las últimas semanas vive a base de cafés. Es el coste de querer marcar la agenda mediática a todas horas con sus proclamas xenófobas. Salvini apenas tiene tiempo para ver a su novia, Elisa Isoardi (35, diez menos que él), pero la ascendencia política de él y el protagonismo de ella, presentadora de televisión, hacen de la joven la verdadera «primera dama» de Italia.

Esta misma semana, Isoardi acudió a la presentación de la nueva temporada de la RAI, la cadena pública italiana, y los focos se centraron en ella. Los periodistas le preguntaban por su opinión sobre la política migratoria, caballo de batalla de Salvini, pero ella respondía que no era «el momento ni el lugar». Acudía a su estreno como presentadora de «La prova del cuoco» (La prueba del cocinero), un programa que lleva casi dos décadas en antena. Es un gran contrato. Isoardi está de enhorabuena, pues hasta hace algunos meses no había sido más que un personaje mediático de segunda fila. Su eclosión coincide con el éxito político de su novio. Como tantas otras conductoras de la televisión italiana comenzó su carrera presentándose a varios concursos de belleza. Morena, 1,80 metros de estatura y ojos color verde mar, con 16 años ganó un certamen en la provincia de Cuneo, donde nació, y poco después participó en Miss Italia. Más tarde fue haciendo carrera en el mundo del espectáculo, aunque hoy todo lo que tiene que decir el director de RAI1, Angelo Teodoli, es que «Isoardi es la encarnación perfecta de la belleza mediterránea».

Hace unos meses se desató un enorme revuelo en las redes sociales porque ella subió una foto a Instagram planchando una camisa que no se veía si era de hombre o mujer. «Un viernes de leones», añadió a su imagen esforzada. Y le comenzaron a llover insultos acusándola de estar al servicio de Matteo Salvini. Nunca dijo que se tratara de la ropa de su pareja, el público se encargo de juzgarlo y ella de ganar popularidad.

Planchando en televisión

La televisión pública italiana –de la que forma parte– es un espacio en el que, en ocasiones, se pueden ver a mujeres planchando camisas mientras el resto de contertulios debaten sobre una retransmisión futbolística. Por eso, toda crítica machista a Isoardi pierde sentido si esta es la imagen femenina que transmite la televisión de todos los italianos, una de las más grandes de Europa.

La pareja ha explotado esa imagen de gente corriente, con la que uno se puede sentir identificado. A él le ha servido en política y a ella para hacer carrera en la televisión. Salvini está divorciado y tiene un hijo y una hija de dos compañeras anteriores. Todo un cóctel que convierte el actual noviazgo en lo más parecido al enlace plebeyo de la nueva clase política italiana. Para la descendencia, dice ella, habrá que esperar. La joven insiste en que no ha cambiado, que sigue siendo «la chica de montaña con tacón de 12 centímetros», según se define en una entrevista. Pero sus seguidores en Instagram se multiplican y el trabajo, ya se ha visto, le sobra. Para seguir alimentando la controversia, poco después del éxito electoral de Salvini afirmó en la revista italiana «Oggi» que «una mujer debe dar siempre luz a su hombre. Y la luz, el apoyo, la cercanía a menudo se ofrece estando en la sombra», argumentando que se trataba del momento de su novio. Después acumuló versos de amor y plegarias en sus redes sociales. Y mientras siguen arreciando los reproches por ofrecer una imagen femenina poco moderna, las crónicas –como ésta– se multiplican. «No me llaméis primera dama», pide Elisa. Es decir, por favor, háganlo.