Fundación Casa de Alba

La Casa de Alba necesita «cash»

Mantener su extenso patrimonio requiere mucha liquidez. La decisión judicial que impide a la familia vender una carta de Colón no lo pone fácil. Aún así desde Liria aseguran que si no es la misiva «venderán otra cosa»

Carlos Fitz-James Stuart
Carlos Fitz-James Stuartlarazon

Mantener su extenso patrimonio requiere mucha liquidez. La decisión judicial que impide a la familia vender una carta de Colón no lo pone fácil. Aún así desde Liria aseguran que si no es la misiva «venderán otra cosa»

Será un honor y un privilegio presidir la Fundación Casa de Alba, pero también es un grandísimo quebradero de cabeza porque ya no es un único patrón el que rige todas las rentas que generaban los bienes de la Duquesa de Alba, que iban a parar al mantenimiento del patrimonio. Ahora parte de esos bienes se han repartido entre los hijos y, por tanto, los recursos han mermado.

Es el primogénito, Carlos Fitz-James Stuart, como responsable de la Casa de Alba el que tendrá que responder con su propio patrimonio e ingresos generados (rentas de edificios, fincas, locales y aparcamientos) en el caso de que la fundación necesite liquidez. De momento no ha sido necesario, dado que la Fundación genera sus propios recursos con el alquiler de algunas estancias de Liria, el préstamo de obras de arte, la venta de viandas o la organización de exposiciones. Por ahora, no han despedido a ningúno de los casi 20 empleados de la Fundación, si exceptuamos a Genoveva Casanova, que causó baja hace un año. Incluso, parte del personal que ha trabajado toda la vida para los Alba, siguen ocupando las casas que éstos les tienen cedidas aunque ya no estén en activo y otro «detalle» de esas antiguas tradiciones nobiliarias es guardarle un año el luto al antecesor. De hecho, el duque de Huéscar no ha presentado aún la carta de sucesión al ducado de Alba.

Carlos Fitz-James Stuart es el encargado de poner a la Fundación Casa de Alba en el siglo XXI y, por tanto, generar nuevas formas de ingresos. Esas «innovaciones» ya comenzaron en vida de Cayetana, cuando Christie’s les subastó en París la Sala de Baño de Gateau por más de 6 millones de euros, comenzaron a alquilar salones del palacio de Liria para eventos especiales o decidieron visibilizar una parte de sus obras de arte en forma de exposición. «El legado de la Casa de Alba» fue visitada por 157.000 personas en el Palacio de Cibeles de Madrid y le generó unos ingresos de 110.000 euros al ayuntamiento de la capital. Seguramente a la Fundación le correspondió algo más, ya que se recaudaron en taquilla 1,5 millones de euros. Esa exposición viaja ahora al Museo Meadows de Dallas, que celebra así sus 50 años de vida y que le generará a la Fundación una generosa cantidad de dólares. Además de exonerarles de los correspondientes seguros durante el tiempo que estén las piezas en Estados Unidos, casi medio año. Incluso, se les dará un repaso de limpieza o conservación por cuenta del Meadows Museum, que es otra forma de ahorrar dinero.

Ahora abrirán al público el palacio de Dueñas de Sevilla, pero antes requiere una gran inversión para acondicionarlo a las visitas; personal de seguridad, cámaras de vigilancia, ampliar los seguros o guías especializados.

El patrimonio de la Casa de Alba se ha ido haciendo enlazando por matrimonio más de 50 títulos que han ido aportando el patrimonio acumulado que hoy forma la Fundación Casa de Alba, esa ingente cantidad de propiedades requieren un personal cualificado para su mantenimiento, seguros, conservación y medidas de seguridad que garanticen el buen estado que han tenido en vida de Cayetana de Alba. Una mujer con fama de austera por formación y también por obligación para mantener su costoso patrimonio inmovilizado, hasta tal punto que unas fuentecitas en la entrada a Liria sólo se encendían cuando entraba o salía Cayetana, para no gastar, aunque de vez en cuando se daba pequeños caprichos como tener su coche tirado por mulas para pasearse por la Feria de Sevilla o pagarle billetes de avión a las tortugas para que viajasen con ella.

Carlos Fitz-James Stuart Martínez de Irujo, Duque de Huescar y algún día, cuando pida la carta de sucesión al título, 19º Duque de Alba, es consejero delegado de varias sociedades culturales y familiares, presidente de Hispania Nostra, el Instituto Valencia de Don Juan y Presidente de la Fundación Casa de Alba, una entidad dedicada a la cultura, constituida el 14 de mayo de 1975 por Cayetana para salvaguardar su importante patrimonio, que incluye los palacios de Monterrey en Salamanca y Liria en Madrid. Dueñas en Sevilla, le correspondió a Huéscar en el reparto de la herencia en vida de doña Cayetana y a los palacios hay que añadir las colecciones de pintura, mobiliario, tapices, esculturas y biblioteca y es de esa biblioteca de donde salió uno de los documentos que se quiso vender en Londres a un museo inglés hace dos años para conseguir liquidez y que el Tribunal Superior de Justicia ha considerado inexportable. Así que sólo podrán vender la carta de Cristóbal Colón en España y no podrá salir de nuestro país.

En la planta baja del palacio de Liria, se encuentran las llamadas Vitrinas de la Biblia, con la Biblia de la Casa de Alba y una primera edición de El Quijote, de Estuardo, con documentos de la emperatriz Eugenia de Montijo, y la Vitrina de Colón, donde se guarda el mapa de América más antiguo y 20 cartas del descubridor de América y si no pueden vender esa carta que consideran «menor» en España «intentarán vender otra cosa, pero la fundación necesita liquidez para su mantenimiento y ese y no otro, es el objetivo de ese intento de venta», aseguran en Liria. El documento valorado de salida en 21 millones de euros por la casa de subastas Christie’s habría sido un generoso balón de oxígeno y más cuando aún está coleando una herencia sin repartir de la que LA RAZÓN ya informó hace dos semanas y que está compuesta de pinturas de Liria y muebles de Monterrey y que ha sido tasada tan elevadamente que se está buscando otra valoración más baja porque de ahí es de donde saldrá el 26 por ciento que le corresponde a Alfonso Díez, como viudo de la duquesa de Alba.