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«Queríamos casarnos por la iglesia»

La jueza y «viuda» de Palomo Linares ha vuelto al trabajo para escapar del vacío que le ha dejado la muerte del torero. Su entorno duda de que vaya a meterse en pleitos con los hijos

La jueza vive volcada en su trabajo desde que falleciera Palomo Linares
La jueza vive volcada en su trabajo desde que falleciera Palomo Linareslarazon

El trabajo es el mejor bálsamo para ocultar las penas. Concha Azuara vuelve a ejercer como juez a tras perder a quien fuera el hombre de su vida, Sebastián Palomo Linares.

El trabajo es el mejor bálsamo para ocultar las penas. Concha Azuara vuelve a ejercer como juez a tras perder a quien fuera el hombre de su vida, Sebastián Palomo Linares. Es una mujer fuerte, una persona con las ideas muy claras y con una gran personalidad. Su primera aparición pública, tras la incineración del torero, se produjo en el funeral que la peña taurina «El niño de Aranjuez» le ofreció en Aranjuez en la Iglesia de Alpajés, un templo al que Palomo Linares solía asistir a Misa los domingos con Concha.

Azuara no asistió al funeral organizado en Madrid por los hijos de Palomo, pero sí al de Aranjuez, donde se reencontró con grandes amigos de quien fuera su novio, entre ellos, Manuel Benítez «El Cordobés», Cristina Sánchez, Norma Duval, el ex ministro José Luis Corcuera y los hermanos Lozano, empresarios taurinos.

–Se ha publicado que usted organizó el funeral de Aranjuez.

–No es verdad. Fue la peña taurina «El niño de Aranjuez», gran seguidora de Sebastián durante muchos años. Y yo se lo agradecí.

–¿Cómo se encuentra?

–Le echo muchísimo de menos. Ha dejado en mi vida un vacío enorme. Estoy muy orgullosa de haber sido la mujer que le hizo feliz durante los cuatro años que estuvimos juntos.

–Estaban muy enamorados...

–Sí. Le amé y le acompañé hasta los últimos instantes de su vida.

–¿Qué admiraba de Palomo?

–Todo. Era un torero de raza, un gran hombre y una persona de bien. Siempre se merecerá todo mi respeto y cariño.

–¿Ha llorado mucho tras este adiós tan prematuro?

–Como dije en su momento, ya no me quedan lágrimas.

–Cuesta creer que se haya ido para siempre...

–Es que no me puedo hacer a la idea de que no vaya a volver a verle. Era el optimismo en estado puro, generoso, cariñoso... Siempre pendiente de mí. Era un hombre detallista, que le encantaba sorprenderme. Le decía que no necesitaba nada, pero él era feliz haciéndome regalos. El último fue un bolso precioso.

–Le llamaba constantemente al trabajo. ¿No podía pasar muchas horas sin que hablaran?

–A veces lo hacía cuando estaba en la sala del Juzgado y, como no podía coger el teléfono, me enviaba mensajes muy cariñosos.

Cuando finalizaba su jornada en el Juzgado de Valdemoro, Concha se reunía con Sebastián en la finca «El Palomar» y se encontraba con que su pareja le tenía preparada la comida. Cuentan que el torero era un gran cocinero y que su plato estrella era el rabo de toro estofado. Le gustaba meterse entre fogones y cocinar para su novia.

Azuara no desea entrar en polémicas con los hijos del torero, pero parece ser que Sebastián Palomo Danko, el primogénito, no se lo pone fácil. Es, de los tres hermanos, el que se muestra más decidido a que no exista un acercamiento con la «viuda» de su padre. Los otros dos, Miguel y Andrés, tampoco quieren conflictos con la jueza, pero es evidente que las dos partes se encuentran distanciadas.

Concha no quiere volver a la finca en la que tantos y tan felices momentos vivió con su pareja. Una fuente cercana a la magistrada nos desvela que «ya ha recogido todo lo que tenía allí, no quiere líos con los hijos y va a evitar por todos los medios las polémicas. Es más, lo único que le interesa de Sebastián son los recuerdos de su felicidad. No creemos que vaya a meterse en pleitos para disputarle a los hijos lo poco que Palomo deja en herencia». Ella no quiere hablar del tema, tan solo pide, a través de LA RAZÓN, que «se contraste todo lo que se publique. Yo no me he manifestado sobre herencias ni testamentos, ni lo pienso hacer. Todo lo que se ha dicho al respecto es hablar por hablar».

Dicen los que conocen bien la historia de amor de Concha y Sebastián que, en esos cuatro años de relación, el torero encontró en la familia de Azuara el cariño que no recibía de los suyos. Y que Palomo murió con una gran pena en el alma: no haber podido recuperar la relación con sus tres hijos.

Seguro que también falleció lamentando no poder hacer realidad el sueño de casarse con Concha a finales de este mes en «El Palomar». Estaban preparando la boda y sabemos que contaban con más de cien invitados. El jueves siguiente a su muerte hubiera cumplido 70 años. Iba a celebrar una cena muy especial ese día, con los más íntimos y les anunciaría la fecha de su enlace matrimonial. Pero había más. Concha Azuara desvela que «nos queríamos casar a finales de mayo por lo civil y por la Iglesia cuando Sebastián consiguiera la nulidad eclesiástica». Desgraciadamente, el destino quiso que la felicidad se tornara en una gran tristeza.